lunes, 11 de noviembre de 2013

EL CAMPO QUIERE GANAR MAS Y PAGAR MENOS

El territorio provincial rural de Buenos Aires esta dividido en 300.000 partidas. Cuando se habla de partidas no es más ni menos que la distribución de las hectáreas, en la cual puede haber partidas de media hectárea o de 15.000. Esto no significa que haya 300.000 dueños, ya que un dueño puede tener muchas partidas.
Por 
Merino Soto

Lo que dice un proyecto es que de ese total, el 62% de las partidas se reducen o queda igual y el resto sube. Las que disminuyen son generalmente partidas muy chiquitas. El promedio de aumento es del 40%, pero dicho promedio esconde precisamente lo que los ruralistas callan: que algunas bajan y las más grandes pueden hasta duplicar.
El pago del Inmobiliario Rural es de muy baja incidencia en la estructura productiva de la economía bonaerense. Apenas representa el 2%. En los ’90, cada hectárea pagaba el valor de 12 kilos de novillo. Hoy, es de cuatro kilos. Con la reforma se va a seis kilos. Vale recordar que la cuenca del Salado es la zona ganadera por excelencia y donde se concentra el 30% del rodeo nacional. Los buenos precios que viene marcando el sector no hacen otra cosa que generar una mayor rentabilidad al ganadero.
Tres años atrás, el kilo de la hacienda en pie de un novillo destinado al mercado interno tenía un valor de $ 3,5. Hoy se paga $ 12 en promedio. Por hectárea se producen –en promedio– 100 kilos al año; lo que habla a las claras que respecto de 2009 la ganancia es del 250%.

La clave: diferenciar. Anteriormente, el impuesto se ajustaba por coeficientes. Es decir, se aplicaba una alícuota y su resultado es lo que pagaba el productor, con lo cual el impuesto en su esencia aumentaba. El problema era que al hacerlo de ésta forma perdía progresividad. Es significa que dentro de un mismo partido un campo de cinco hectáreas pagaba lo mismo que otro de 10.000 hectáreas. Y esto pasa porque la escala de alícuota se fue achatando. Es decir: el impuesto se actualizaba un poco, pero existía mucho contraste geográfico, porque los coeficientes no eran por partidos, sino por zona. En otras palabras: había una disparidad que no se reflejaba en el pago del impuesto. En consecuencia: si el partido estaba en una zona en la cual el impuesto aumentaba mucho, perjudicaba a los más pequeños. En pocas palabras no había distinción. Los cambios propuestos hacen que la diferencia entre el productor más chico y el grande se pueda hacer efectiva a partir del valor de la hectárea. Anteriormente, se lo medía por la cantidad de hectáreas que tenía el productor. Un método que que no sirve porque 100.000 hectáreas en Pergamino es mucho y la misma superficie en Puán es poco. En pocas palabras, hay una redistribución del impuesto entre tamaños muy importantes
La verdad. Lo que los terratenientes no quieren reconocer es que su verdadera preocupación pasa porque con un valor fiscal mayor deberán empezar a pagar Bienes Personales o Ganancia Presunta, dependiendo del caso. Ahí radica la verdadera preocupación de las patronales del campo. El aumento en el verdadero valor de sus estancias hará que paguen más a nivel provincial y también nacional.
Vayamos a los valores. Hoy, un campo en Pergamino esta valuado en $ 3.000 la hectárea, cuando su valor de mercado es de 20.000 dólares. Según la Compañía Argentina de Tierras, un campo ganadero pasó en un año de u$s 8.000 a u$s 9.000 por hectárea. Un crecimiento del 12,5%. En diciembre de 2004, su valor era de u$s 2.200. La mejora supera el 300%.
En términos generales, la hectárea de suelo bonaerense tiene un precio promedio de 1.000 pesos. Ahora, se llevaría a 6.000 pesos. Sin embargo, esto no impactaría directamente en el impuesto, ya que la iniciativa impulsa una readecuación de alícuotas –con lo cual la suba es de apenas el 40%–. Los datos son más que elocuentes. Hoy, los productores de soja reciben casi el doble por tonelada con relación a lo que recibían hace una década. Nada de esto está reflejado en el actual Inmobiliario Rural, que fue cayendo porque otros impuestos le ganaban en participación. Un ejemplo de eso es el Impuesto Automotor...
En el 2003, la recaudación del inmobiliario era el doble que la patente. El año pasado esto se dio vuelta. Ahora, el Impuesto Automotor es el doble, y eso paso porque los precios de los autos se fueron ajustando y el inmobiliario quedo retrazado.
La ridiculez llega a tal extremo que, en la actualidad, con un Fiat Palio 2006 se puede comprar 108 hectáreas en Dolores a valor fiscal. Con un Picasso C3, 106 hectáreas en Bolívar. El total del parque automotor de la provincia está valuado en 48.000 millones de pesos y el total de las tierras de las provincias en 20.000 millones. Es decir: que vendiendo la mitad de los autos de la provincia se pueden adquirir todos los campos de Buenos Aires. Un absurdo.

Fuente: Miradas al Sur.

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