martes, 8 de octubre de 2013

"SIEMPRE ES MAS FÁCIL SEPARARSE PELEÁNDOSE"

Entrevista a Eduardo de la Puente. Dedicado exclusivamente a la radio, su razón laboral se llama De esta noche no pasa, lunes a viernes de 21 a 24, junto a Maitena. Eso no quita que esté a punto de publicar una novela, o que se siga con Tristemente Célebres, su banda de rock. A este lugar más despojado que vuelve luego de mucho tiempo, llega después de separarse de su amigo y socio de varias décadas, y de unas somatizaciones que lo tuvieron a maltraer.
Por Jorge Belaunzarán 



-¿Cuánto hacía que no estaba en la radio a la noche? 

-Veinte años mínimo. El cambio fundamental es que la noche en la FM era un horario central, y comercialmente explotable. Ahora las 9 de la noche es un horario marginal. Marginal, marginal, ¿eh?. Y eso creo que ha obedecido a cuestiones de elección y avance de otros medios, y otro poco quizás no hubo una propuesta lo suficientemente fuerte o popular para hacerle un poco de fuerza al apagado de la radio. En otro sentido sigue siendo el mejor momento para relajarse y hacer lo que a uno más le guste. Acá de golpe vamos de un trash recontra extremo a un jazz de la década del 40 como si nada. La noche es ese horario que te permite escuchar esas dos cosas bien, y ponerlas en el mismo estante. Acá quizás a la larga también me sacan a las patadas, pero es el único momento (también en la madrugada) para hacer y poner ese tipo de cosas, y decir también otro tipo de cosas, y sacarte la mochila. Acá a veces me empantano en mis propios discursos y no tengo ningún empacho en preguntar de qué carajo estaba hablando porque me olvidé. Da una intimidad grande con el medio. 

-¿Eligió el horario? 

-En realidad quería hacer el regreso, quería hacer las seis de la tarde. No se sabía todavía cómo era el asunto. Sí me habían dicho que estaban negociando con alguien, que lo más probable era que no saliera, en cuyo caso iba a tener el regreso, pero que si llegaba a salir el regreso iba a ser él. Cuando se confirma lo de Mariano (Closs), automáticamente pedí la noche. Creo que hubieran preferido que agarrara la tarde, porque podía generar más ingresos y qué sé yo, pero sí o sí tenía que cambiar de barrio, tenía que cruzar de vereda. Y entre las cuatro de la tarde y las nueve de la noche me gusta más hacer radio a la noche, aunque Cuál es? cuando empezó estuvo unos meses a esa hora. Es más anodino, menos indentificable el perfil del oyente, es como una horario de transición en la que todavía se está laburando, medio raro. La mañana es muy definida lo que está pasando en ese momento, el regreso es muy definido, y las 9 de la noche también. Entones creo por eso y por una cuestión de volver a hacer radio a la vieja usanza elegí la noche. 

-¿Qué cosas nuevas se le ocurrieron como para ese horario? 

-Como nuevo, nada. Lo que sí intenté desde un principio y logré bastante es algo antiguo, y que se había dejado de hacer: limpiar el aire de voces. No quiero siete voces hablando al mismo nivel y con la misma autoridad, peso, protagonismo, lo que sea. Una de las cosas que nos propusimos fue que se escuchara la voz de Maitena, la mía, y eventualmente algún oyente, o la gente de la operación si le abrimos el micrófono. Pero la costumbre que se ha creado de tener cinco personas en una mesa, tres o cuatro que tienen el micrófono habilitado desde el control, está bien, y está buenísimo, pero era una cosa que yo ya no. Le dije que no también a la cuestión hipertécnica. Intento que esto sea, no minimalista, pero sí bastante acotado y bastante sobrio en lo que tiene que ver con la pirotecnia tecnológica. Y hemos vuelto a una costumbre que había quedado un poco relegada, y que también parece una obviedad, que es la música: en el sentido de que si suena un tema y va a venir otro pegado, está muy pensado. Y está muy pensado también el con qué humor estamos, qué queremos escuchar. Y todo eso no es invento, y no es la revolución de absolutamente nada, es más viejo que la injusticia, pero se había dejado de hacer. Yo veía que la lista de musicalización de los programas eran eso, una lista: 15 temas, tomá. Y yo aprendí a musicalizar escuchando la intro de un tema y el final del otro, a ver cuál queda mejor primero, dónde se mezcla. El manejo de la música es importante. Manejás ánimos, emociones, manejás de todo. Es algo más que fijarse en qué música ponés. Es qué música pusiste, qué ponés y qué vas a poner después, si respetás un orden, si no; tiene menos que ver con lo automático, y más con lo valvular y lo artesanal. 

-Hablaba de limpiar el aire de voces y de una profesión que quema la cabeza: ¿de alguna manera sintió que tenía que limpiarse internamente de voces? 

-Creo que sí. Cuando uno tiene la fortuna de poder hacer lo que quiere, eso que haga va a responder a sus necesidades artísticas, a su estado de ánimo. Cuando hablo de limpiar el aire, recuperar la música, volver a la cuestión más básica no lo pienso como marketinero ni como plan de acción. Yo no podría decir que la gente esté podrida de escuchar veinte voces al aire al mismo tiempo, yo no lo sé eso. Yo estoy podrido. Entonces si me toca hacer algo de eso lo haré de otra manera. El punto de partida es que yo, el programa, lo hago para mí y para los que están conmigo. Suena mal decir que no tomo en cuenta al oyente, pero en un punto es lo mejor que puedo hacer. Porque no estoy condicionado, no les veo la cara, no sé si están reaccionando o no, no tengo la menor idea. Las reacciones que tengo son la de Maitena y la de los chicos detrás del vidrio. Entonces hago el programa para mí y para ellos y listo. Soy de la teoría de que si estamos haciendo algo que nos gusta a todos, sale algo y se ríen todos, bueno de ahí para afuera causó la misma impresión, el mismo impacto. No es egoísta, es lo más honesto que puedo dar. 

-¿Sólo está haciendo radio? 

-Mi trabajo se circunscribe pura y exclusivamente a la radio en este momento. De esta noche no pasa de lunes a viernes, y martes y jueves vengo a la mañana al programa de La Negra (Vernaci, Negrópolis) a meter una pequeña colaboración que tiene que ver con la música básicamente; actualidad, rarezas. Una excusa para ir y escuchar otras cosas y cagarnos un poco de risa con ella y con Torto (Humberto Tortonese). 

-En un momento estaba en la tele, la radio, escribía columnas, tenías banda de música y sacabas libros. 

-En realidad abandoné un poco algunas cuestiones laborales en tanto y en cuanto me pagan a fin de mes por lo que estoy haciendo. Pero después sigo con la banda, tocando, componiendo, grabando, y es algo hecho por puro placer. Y en lo que hace a libros estoy a terminando una novela. 

-Es la primera vez que escribe una novela. 

-Sí. Una cosa completamente absurda, de punta a punta. Empezó como un cuento, siguió como un cuento largo, y ahora por cantidad de material es una novela. Pero creo que el tema de escribir es lo que más obedece en mí a una cuestión de inspiración y diversión. Con la banda también obviamente es todo diversión pero hay más gente involucrada, entonces tengo ciertas responsabilidades. Con el tema de escribir no. 

-¿Hacer muchas cosas al mismo tiempo le quitó, le dispersó de algún lugar donde podría haber funcionado mejor? 

-Sí, creo que sí. Hubo un momento en que ya directamente patinaba en todo lo que hacía. No se notaba, más o menos lo mantenía con el oficio, pero había veces que estaba hecho mierda y no podía y tenía que hacer las cosas igual. No diría que me restó, excepto en el plano familiar, que me restó presencia. Pero sí hubo momentos en que me devoró. Por eso agradezco en este momento poder dedicarme a la radio y a los berretines que van por la colectora. Porque puedo hacer todo mucho más enfocado, con más tranquilidad, más relax y sin perder la diversión. 

-¿Estuvo relacionado con sus problemas de salud? 

-Sí, de hecho el año pasado me morfé de una rotura de cintura terrible y sin motivo a una erupción cutánea símil varicela que era una reacción alérgica a algo a lo cual no era alérgico; tenía cero defensas. Y un problema de garganta también, una inflamación de las cuerdas vocales, un empastamiento y qué sé yo que de golpe me provocaba disfonías de dos o tres semanas. De golpe no me volvió a pasar nada de todo eso. Así que supe de somatizaciones importantes. Pero ya no tán jaja. 

-Eso decidió su actualidad laboral. 

-Sí, tiene que ver con eso. En un momento Cuál es? se transformó en una especie de coloso importantísimo y difícil de sostener; creado por Mario que es un tipo muy capo en el sentido empresarial, creativo y de manejo de equipo. De golpe el asunto había crecido muchísimo, yo perdí mi lugar, no en el sentido de que me lo afanaron, sino que empecé a no encontrar mi lugar, a no asombrarme ni maravillarme frente a hacer una interacción radio, Internet, audiovisual más integral. Que realmente es una movida increíble, dificilísima y recontra jodida, pero a mí es como que no me movió un pelo. Y veía que cada vez me estaba quedando más afuera. Tiene que ver con lo que era Cuál es? y también conmigo. A la distancia lo que veo es que Mario creció mucho en un sentido, para un lado, y yo crecí para otro lado. Y en un momento esas cosas no se podían complementar en Cuál es? Mi parte hippie, lúdica y lo que sea de hacer radio no entraba en Cuál es?, no tenía lugar. Y el híper desborde de producción y tecnológico y comercial, etc, nada, es como que no me seducía lo suficiente. Mirá que también era ponerle la cabeza, a ver qué puedo hacer, y tratar, y no había forma. Entonces la desvinculación era como nada, como seguir el orden natural de las cosas. Lo que pasa es que después de tantos años, y para dos tipos que durante mucho tiempo fueron muy inmaduros a nivel afectivo, como Mario y yo, se hacía jodido decir: bueno negro, llegamos hasta acá y basta porque es así, y hacernos cargo del dolor y punto. Más fácil hubiera sido grrr!!: siempre es más fácil separarse peleándose que asumiendo un montón de cosas. Por suerte, por suerte, crecimos un poco. Y la separación fue así, fue reconocer que íbamos por caminos distintos y que no era uno mejor que el otro necesariamente ni mucho menos, pero que más que ayudarnos nos estábamos estorbando, poniéndonos la pata. Obvio que me ha dolido dejar de trabajar con Mario, fundamentalmente. No dejar de trabajar en un coloso como Cuál es?, eso no tanto. Pero sí con Mario y el resto de los chicos, me ha dolido y me duele, muchísimo. Pero es parte del crecimiento. Te bancás el dolor y seguís para delante, sabiendo que es lo mejor que podés hacer. Y obviamente lo que estoy haciendo ahora tiene mucho que ver con lo que venía haciendo: diametralmente opuesto, doce horas más tarde, con cero gente, muy poca gente, con tecnología acotadísima; chiquito jajaja. Exactamente la otra punta. 

Y recién en este momento de la charla todo se afloja. Porque el final de su relación laboral con Pergolini, para los que crecieron junto con esa relación, es un tema por demás delicado. Los oyentes, con esa peculiaridad de tener que aprender a escuchar, ven un montón de cosas que la literalidad de las voces no dicen. Y lo que veían, en el último tiempo, era que Pergolini ya no se recostaba en su amigo Eduardo. 

“En el mismo sentido podría decir que para mí Mario era el lugar donde recostarme laboralmente, como cierta seguridad de continuidad y estaba bárbaro eso: mientras estés acá dentro tenés laburo asegurado… y bueh, fue así, jaja, buenísimo, ya está. Igual Mario no creo que… siempre viene bien alguien en quién recostarse, o tener alguien que te haga un back up o alguien que te ponga una red, sea quien fuere por si tumbás… pero yo creo que Mario no es un tipo que a esta altura lo necesite eso fundamentalmente, y si lo necesita no es el tipo de rol que yo le puedo ofrecer. Entonces, nada, estuvo buenísimo, hemos hecho cosas, y algún día quizás hagamos algo, no sé, no tengo la menor idea. Pero los dos necesitábamos un alejamiento, una distancia, un barajar y dar de vuelta. 

Y el oyente, antes que el periodista, el tipo que como tantos se quedó sin una de sus duplas favoritas y siente que también es un final propio, inquiere. Y De la Puente, conociendo y reconociendo los lugares, comenta. 

“En realidad son varias cosas. Con Mario habíamos dejado de vernos fuera del laburo. Eso es algo que a la larga corroe. Y después cuando los problemas laborales empiezan a incidir en lo personal, también molesta ese asunto. Esa es la desventaja de laburar con amigos; hay ventajas y desventajas, una de las desventajas es esa. Creo que algo que me permitió, y me atrevería a hablar hasta cierto punto por Mario también, una cosa que nos permitió esta desvinculación laboral es volver a recuperar el afecto. No lo perdimos en realidad, hacernos cargo del afecto que sentimos por el otro, del amor que sentimos por el otro. En estos meses creo que pocas veces en toda nuestra historia en común nos hemos comunicado con tanto cariño como lo hemos hecho las veces que lo hicimos. El lunes 30 de enero, que yo empecé De esta noche no pasa, a las nueve menos cuarto me entró un mensaje de Mario deseándome éxitos y una serie de cosas muy cariñosas a las cuales yo también respondí muy afectuosamente. Siento que la relación afectiva se ha retomado y ha crecido, porque realmente lo laboral se había transformado en un problema, y ese problema ya no lo tenemos. Yo estoy contento con mi laburo y él con el suyo. Admiro, respeto mucho lo que está haciendo, y supongo que para este lado no sé si lo admirará pero seguro que lo respeta. Entonces está muy bien. Lo que sentimos el uno por el otro no tiene nada que ver con el trabajo. Al contrario, yo soy uno de los tipos que desea a muerte que le vaya muy bien. Preferentemente a costa de nadie, igual que a mí. Porque lo quiero muchísimo, se lo merece y la gente que está laburando con él es una gente increíble a la que quiero un montón y se merecen que les vaya bárbaro. Cuando digo que quiero que a Vorterix le vaya bien y dicen eh, cómo, si estás en Rock & Pop; qué me importa, estoy hablando de mi amigo, no de laburo.*

Fuente: Revista Asterisco.

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