lunes, 2 de septiembre de 2013

EL GOLPE EN CHILE: BRASIL QUERÍA ARMAR UNA GUERRILLA ANTI ALLENDE

Revelan más datos sobre el apoyo del gobierno militar brasileño a Augusto Pinochet.

A 40 años del golpe pinochetista, el 11 de septiembre de 1973, que condujo al presidente Salvador Allende a la muerte, una serie de documentos liberados recientemente en Santiago, Chile, testimonian el intenso activismo de la dictadura militar de Brasil, gobernado entonces por el general Emilio Garrastazu Medici. La nueva serie de telegramas e informes ultra secretos alumbra aspectos desconocidos como la participación de grupos de choque brasileños, así como el envío de dinero colectado entre grandes empresarios de San Pablo y Río de Janeiro.
Los dossier militares y diplomáticos comenzaron a ser publicados ayer por el diarioEstado de Sao Paulo, que prometió continuar la saga a lo largo de esta semana. Según los papeles en poder del periódico paulistano, uno de los temas más urticantes fue el plan de las Fuerzas Armadas de Brasil de montar una guerrilla en los Andes que debía tener como objetivo desestabilizar al gobierno socialista de Allende. Todo indica que el proyecto fue urdido dentro del Ministerio del Ejército, donde al parecer funcionaba una sala de operaciones destinada a ese objetivo.
El plan contemplaba que ese “ejército irregular”, que debía actuar en los Andes, fuera integrado básicamente por chilenos pero con el auxilio de “instructores” brasileños que comenzaron a ingresar en el país trasandino antes incluso de la caída del gobierno de la Unidad Popular. Esta información llegó a manos de la embajada de Chile en Brasilia gracias a un militar que, desde dentro del Ejército brasileño, consiguió enterarse y transmitir la versión.
De acuerdo con los papeles diplomáticos desclasificados, a la embajada chilena en la capital brasileña llegó en la época un informe de “un ciudadano chileno que reside en San Pablo y merece toda la confianza” sobre la convocatoria realizada por el cuerpo del Ejército en esa ciudad “a voluntarios chilenos capaces de emprender una aventura bélica”. Poco después de la aventura golpista, que entronizaría por casi dos décadas a Pinochet, el embajador brasileño en Santiago, Antonio Camara Canto, se ocupó del ingreso de agentes brasileños que fueron enviados al Estadio Nacional y otros centros de represión para actuar como coadyuvantes en las sesiones de tortura de los presos políticos.
No fue por casualidad que el presidente Garrastazu Medici haya dado, el mismo 11 de septiembre, órdenes expresas a su cancillería para el inmediato reconocimiento del régimen de Pinochet. “El nuevo gobierno de Chile debe estar seguro que encontrará en Brasil a un poderoso aliado”, le escribió el general al encargado de negocios de la embajada de Chile en Brasilia, Rolando Stein.
Este diplomático se había convertido en el embajador de hecho, luego de la renuncia en la mañana del jefe de la misión, el jurista Raúl Rettig.
Declaraciones posteriores de los encumbrados miembros de la dictadura brasileña vinieron a subrayar la confianza de Medici y su gente en la nueva junta militar chilena surgida del golpe de 1973. Para el canciller brasileño Gibson Barbosa, Pinochet y sus secuaces no cometieron crímenes contra los prisioneros políticos encerrados inmediatamente en el Estadio Nacional.
“No creo en esas denuncias de torturas y atropellos a los derechos humanos en Chile. Nosotros simpatizamos totalmente con ustedes (chilenos). Brasil y Chile están en la misma trinchera”, dijeron.
Fuente: Clarin

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