lunes, 12 de agosto de 2013

AÑA MEMBUY MERCOSUR

El presidente electo Horacio Cartes rechazará el reingreso de su país al Mercosur luego de haber sido suspendida su membresía tras el golpe parlamentario contra Fernando Lugo. La corpo guaraní y la venta del “milagro paraguayo”.

Por 
Emiliano Guido
La imagen vale más que mil editoriales. En la caricatura del diarioABC –la corpo paraguaya– las presidentas Cristina Fernández y Dilma Rousseff llevan una corona y el primer mandatario venezolano hace de titiritero de su par uruguayo, que está retratado como un típico muñeco de feria con mofletes sonrojados. Los cuatro están piqueteando las aguas del Río de la Plata y encima de ellos vuela un pajarito azul y boina roja con la cara de Hugo Chávez. En la viñeta no hay diálogo ni epígrafe, el único texto está incluido en una puerta de madera que encuadra a los supuestos cuatro jinetes del apocalipsis rioplatense: “Mercosur. No pasar”. Evidentemente, en la fantasía de la elite local, los países del bloque regional están reeditando la guerra, en este caso comercial, de la Triple Alianza contra el país mediterráneo.
En pocas palabras, la cronología de la tensión geopolítica entre los países de la Unión Aduanera de la cuenca del Plata y Paraguay es la siguiente: en Asunción gobernaba un cura tercermundista llamado Fernando Lugo que tenía buenas intenciones de cambiar la sociedad pero que contaba con muy poca fuerza política. Un día, el Congreso lo fusiló institucionalmente con un juicio político dantesco cuya carga de prueba incluyó los amores clandestinos de Lugo; y, en consecuencia, Argentina, Brasil y Uruguay decidieron cancelar la membresía mercosureana de Paraguay por “haber vulnerado la clausula democrática del organismo”. Luego, en la última Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, en Montevideo, la plana mayor del bloque regional invitó a Asunción a retornar a la asociación comercial cuando el presidente Horacio Cartes asuma el próximo 15 de agosto. Las Cancillerías de la región entendían que, como la victoria del magnate colorado Cartes había sido en elecciones limpias, ya nada impedía que Paraguay pudiera recuperar su status como socio vecinal. Pero, Cartes rechazó la oferta. Advirtió que jamás su nación será parte de “un bloque presidido por Venezuela”. Y recordó que el ingreso de Caracas al bloque aún no fue aprobado por el Parlamento local.
El encargado de contestarle al dueño del principal holding tabacalero guaraní fue el presidente uruguayo José Mujica. Desde La Habana, donde fue a visitar al líder cubano Fidel Castro por su cumpleaños, Mujica intentó poner paños fríos y prometió que “estoy dispuesto a firmarle a Paraguay que le regalo todas la presidencias que puedan tocarle a Uruguay al frente del Mercosur”. Luego, más pícaro que diplomático, el ex guerrillero tupamaro recordó que: “A Paraguay específicamente le conviene el Mercosur. A ningún país de los que lo integran le conviene tanto el grupo como a él, por su posición mediterránea. Paraguay tiene que salir por el Río Paraná y el Río de la Plata, y creo que su nuevo gobierno tiene mucho pragmatismo y mucha inteligencia para entender estas cosas”. Tras cartón, la replica estuvo a cargo de una editorial del matutino stroessneristaABCmuchísimo más furibunda que la caricatura ya mencionada: “La frase ‘zurda tilinga’ identifica perfectamente a aquellos nostálgicos del marxismo-stalinista de los sesenta. Traicionado por el fanatismo hacia esa ideología perimida, el presidente uruguayo Mujica dio a entender que Paraguay debe prepararse a obedecer lo que manden ellos, los dueños del Río de la Plata, porque es mediterráneo y, si se porta mal, podrían clausurarle su salida al mar”.
Automáticamente, desde Buenos Aires, llegó la solidaridad de un matutino que comparte posiciones comunes con el Grupo ABC en la Sociedad Interamericana de Prensa. El último lunes, el diario La Nación publicó una histórica editorial titulada “Digna posición de Paraguay”. El matutino más probritánico del Cono Sur hizo memoria y redescubrió a la nación vecina como un país hermano y recordó que: “La suspensión de Paraguay debía durar hasta que el país hermano a criterio de sus pares regresara a la democracia. La verdad fue muy distinta. Liderados por la Argentina y Brasil, los miembros del Mercosur aprovecharon políticamente la oportunidad para permitir el ingreso a la Venezuela de Hugo Chávez, al que Paraguay, conforme era su derecho, se oponía tenazmente, argumentando que Venezuela había extraviado y deformado profundamente la democracia. Lo que ya entonces era evidente y lo sigue siendo, vista la dudosa legitimidad que ostenta Nicolás Maduro como mandatario de su país, al no haber cumplido con la amplia auditoría que, ante las serias dudas que dejara el reciente proceso electoral venezolano, fue pedida expresamente por Unasur”. Por último, el diario de los Saguier, que jamás otorgó un lugar importante en su agenda de noticias el proceso de integración regional, aconsejó al Palacio San Martín que “la circunstancia de que los mandatarios de la región hayan comprometido su asistencia a la asunción presidencial de Horacio Cartes brinda a nuestro país la oportunidad de dar un paso al costado y ofrecer a Paraguay la presidencia por el semestre que se iniciará, a partir del 1° de enero de 2014. Sería un cambio de actitud en la política externa de los últimos ocho años, inusualmente agresiva y hasta ríspida con nuestros vecinos y, además, una suerte de tardío desagravio por lo sucedido en 2012. Quizás de esa manera se tendería un puente para salir rápidamente de una situación incómoda que sigue sumando agravios a un país hermano que ciertamente no los merece en modo alguno”.
Ahora bien, ¿qué pasa con Paraguay? ¿Es víctima del subimperialismo brasileño y argentino? ¿Por qué razón Cartes es mimado por la prensa hegemónica regional? Miradas al Sur habló y trasladó estos interrogantes a una de las mayores especialistas en la geopolítica mercosureana, la profesora Diana Tussie. Directora del área de Relaciones Internacionales de Flacso Argentina, profesora del Instituto del Servicio Exterior de la Nación y autora del reciente libro Nación y región en América del Sur. Los actores nacionales y la economía política de la integración sudamericana, Tussie comenzó advirtiendo que “es importante remarcar que Paraguay será el país que más crecerá económicamente durante 2013 en Latinoamérica con una tasa al alza del 9%. Entonces, ese dato le da al empresariado guaraní mucha confianza en sus propias fuerzas. Claro, eso sí, la canasta exportadora tiene una clara matriz sojera. En Paraguay hay un boom de los agronegocios gracias a la expansión de la frontera agrícola ligado a los monocultivos. Pero, más allá de este claro perfil productivo primarizante, los datos sobre el crecimiento de la economía paraguaya son llamativos. Y eso de alguna manera redime al discurso nacionalista que advierte que Paraguay fue aplastado por sus vecinos en la Guerra de la Triple Alianza y en el litigio petrolero conocido como la Guerra del Chaco. En definitiva, hay un empoderamiento de los sectores empresarios paraguayos. Que eso no se traduzca en políticas sociales activas y en redistribución del ingreso es otra discusión. La elite local ya sueña con el milagro paraguayo”.
Pero, además, tras las acusaciones de Horacio Cartes contra los presidentes de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, Tussie se pregunta: “¿Qué quiere decir Paraguay con estar al margen del Mercosur? Porque, en definitiva, hay una integración de hecho del país mediterráneo con sus socios de la cuenca del Plata. En la Argentina, según el último censo, viven 560 mil paraguayos, casi el 10% de la población total del país. Los flujos migratorios de Asunción con los otros países vecinos también son muy fuertes. Otro dato más importante: el principal rubro exportador de Paraguay pasa por la energía que le vende a Brasil y a la Argentina. Si Cartes se fuga del bloque regional, ¿a quién le va a vender lo producido en las represas hidroeléctricas de de Itaipú y Yacyretá? Por si fuera poco, las inversiones brasileñas, sobre todo en el sector de las maquilas, son determinantes en el aparato productivo paraguayo. En definitiva, yo veo a futuro un Paraguay surfeando la política de integración. Horacio Cartes estará amenazando permanentemente con la fuga paraguaya del bloque regional para renegociar el vínculo comercial con los socios fuertes del Mercosur”.
Por otro lado, no sólo el boom sojero alienta a la oligarquía paraguaya la fantasía de desconectarse del Mercosur. La diplomacia norteamericana también opera, aconseja y muestra a Paraguay donde está la puerta de salida del bloque regional. Esta semana, el investigador paraguayo Bernardo Coronel advirtió a la prensa local que “el embajador James Thessin opera abiertamente a favor de la incorporación de Paraguay a la Alianza del Pacífico y, por añadidura, su salida del Mercosur. Hace unos días se reunió con el presidente de la cámara de diputados, Juan Ramírez, para tratar sobre el tema. El embajador, como es habitual, no dio detalles de la conversación, pero Ramírez destacó el interés yanqui por la incorporación paraguaya al bloque conformado por México, Colombia, Chile y Perú”. El dato de Bernardo Coronel encaja con otra denuncia efectuada semanas atrás por organismos de derechos humanos como el Serpaj Paraguay cuando alertaron sobre la inminente llegada de marines del Comando Sur norteamericano para realizar ejercicios militares conjuntos con el Ejército local. Libertad de comercio, plataforma militar conjunta, relaciones diplomáticas carnales. Luego de acumular buenos amigos sólo sobre la silueta del océano Pacífico de Sudamérica –Chile, Colombia, Perú–, Washington volvería a contar con un aliado en la geopolítica rioplatense cuando Cartes asuma su cargo y bravuconee contra el Mercosur. No es un hecho menor para una secretaria de Estado norteamericana que sólo acumula derrotas diplomáticas desde la llegada del lulismo, el chavismo y el kirchnerismo al poder de los países económicamente más fuertes de la región.
Por lo pronto, uno de los cuatro países firmantes del Tratado de Asunción, grado cero legal del organismo, está a punto de quedar parado, en términos de las relaciones económicas, en una especie deno lugar regional. Según el Cadep, un think tank paraguayo, la salida del Mercosur y su incorporación a la Alianza del Pacífico “tendría consecuencias desastrosas para Paraguay, cuya economía depende comercialmente en un 30% del bloque. En 1991, el Paraguay exportaba al Mercosur US$ 258 millones, pero en 2010 alcanzó US$ 1.337 millones, es decir un crecimiento promedio anual del 22%. Además, Paraguay es el principal beneficiario de los fondos estructurales solidarios del bloque, y hasta ahora ya tiene acumulado unos 680 millones de dólares a su favor, por ser el país con menor desarrollo. Proyectos estratégicos como la costanera norte y la planta de 500 KV, son financiados con esos fondos, por citar algunos”.
Este análisis conecta con un paper que, en su momento, el célebre asesor estrella de la política exterior brasileña Helio Jaguaribe realizó, por pedido del Palacio Itamaraty, para fomentar la Comunidad Sudamericana de Naciones –el prólogo de la actual Unasur–: “Entre los países sudamericanos, Chile tiene una opción dinamarquesa; es un país pequeño, con gente civilizada y una buena capacidad productiva. Exporta salmón, enlatados, cerezas, etcétera, a Estados Unidos y sería como un municipio norteamericano trasladado que conservará su idioma por algún tiempo y la gente la pasara bien. Ahora bien, ¿es concebible un destino dinamarqués para la Argentina o Brasil? Conforme aumenta la complejidad de los países observamos que no. Y al propio Chile le es dada la opción: puede que entre en el ALCA y ser una Dinamarca o puede entrar al Mercosur y ser una Suecia. Ser una Suecia significa tener condiciones de autonomía propia, no ser un simple municipio del mundo, pero sí un país dentro de un sistema protector”. La mirada de Jaguaribe tiene vigencia para Paraguay. A diferencia de la élite chilena, los sectores concentrados paraguayos no pueden exportar salmón y enlatados a los Estados Unidos pero, evidentemente, también desean, al igual que la burguesía rentista trasandina, ser un pequeño condado norteamericano; aunque, paradójicamente, su territorio esté ubicado en el corazón geográfico del Mercosur.

Fuente: Miradas al Sur

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