jueves, 6 de junio de 2013

LA OTRA PRENSA

La historia de la Agencia de Noticias Clandestina. Rodolfo Walsh dirigió ANCLA entre 1976 y 1977. Su colaboradora, Lila Pastoriza, rescató los cables de esa experiencia alternativa que hoy sirven como prueba en juicios por delitos de lesa humanidad.
 
Por Tali Goldman
 
La sanción de la Ley de Medios abrió un candente debate acerca del rol de los medios de comunicación en la sociedad. En la álgida discusión que cobró escena pública desde el 2008, muchos periodistas deslizaron la idea de que en la Argentina no existe la libertad de expresión. Una especie de censura a la que comparan con la que hubo en nuestra trágica historia reciente. Pero este tipo de lecturas puede sonar un tanto ofensivo, sobre todo para quienes vivieron experiencias de censura en un país que desde 1976 a 1983 aplicó el terrorismo de Estado.

Una de las noticias que circuló desde ANCLA data del 27 de agosto de 1976. Era un tema que todavía no era de público conocimiento y menos que menos, divulgado por los grandes medios de comunicación: “Las Escuelas de Mecánica de la Armada y de Ingenieros del Ejército fueron denunciadas como centros de detención y tortura de presos políticos en la Argentina (...). La señora Eva Arancibia de Torres interpuso un hábeas corpus en favor de su hijo Mario Rufino Torres, detenido el 3 de mayo en horas de la madrugada por efectivos de las Fuerzas Armadas en su domicilio de Ricardo Gutiérrez 1939, en la localidad de Olivos”.

Este es uno de los tantos cables que pudieron recuperarse y que en muchos casos fueron y son parte de las pruebas que presentan los querellantes ante los tribunales contra los delitos de lesa humanidad.

“El libro fue una idea de la editorial con el objetivo de reproducir los cables que nosotros distribuíamos desde ANCLA. La mayoría habían sido publicados por Horacio Verbitsky (que dirigió Cadena Informativa, una suerte de continuación de ANCLA) en otro libro, pero está agotado”, explicó Pastoriza.

La gestación de la agencia fue una idea de Walsh. “Yo lo conocía de la militancia de la CGT de los Argentinos, y además porque era un hombre prestigioso dentro del periodismo. Pero tuve contacto con él cuando comenzó a armarse Información, una revista de Montoneros donde participaba gente de varios sectores –contó Pastoriza–. Antes de que empezara el golpe, Rodolfo me planteó si yo no quería participar de un proyecto de fuentes de prensa, y le dije que sí”.

Así fue como ella trabajó junto a Pagliai, Aznárez y los periodistas desaparecidos Eduardo Suárez, Carlos Bayón, Norma Batsche Valdés, Mario Galli, Luis Alberto Vilellia, Adolfo Ingane Allende y Luis Guagnini, que colaboraron para que se hiciera pública cierta información que desde los periódicos y agencias oficiales no salía o, peor aún, se ocultaba.

Por ejemplo, a menos de un mes del asesinato del obispo Enrique Angelelli, es decir, el 30 de agosto de 1976, la agencia clandestina de Walsh publicaba: “Monseñor Angelelli habría sido asesinado. Fuentes eclesiásticas dignas de crédito afirmaron que tenían la convicción de que el accidente en el que perdiera la vida monseñor Angelelli, obispo de La Rioja, hace aproximadamente un mes, no fue casual sino provocado intencionalmente. En numerosas comunicaciones hechas llegar a parroquias de esta capital por integrantes de la diócesis de La Rioja se informa que ‘monseñor Angelelli fue asesinado’ a través de la colocación de un mecanismo de traba en las ruedas de la camioneta Fiat 125 en la cual se movilizaba habitualmente”.

Los primeros meses, ANCLA funcionó en un departamento en el centro porteño. “Era una agencia muy artesanal, pero profesional –dijo Pastoriza–. Cumplíamos horarios, teníamos fuentes en varios lugares. Entre junio y agosto del ’76 estuvimos fijos, pero cuando lo secuestraron a Suárez tuvimos que funcionar fraccionadamente. En un lugar estaba el mimeógrafo, en otro las máquinas de escribir. Muchas veces nos juntábamos en la calle”. Una de las cosas más llamativas de la agencia eran las fuentes de información. “Participaba gente no ligada al aparato de información formal. Nos venían a contar amigos, vecinos que veían cosas que les llamaban la atención y nosotros teníamos que verificarlo”. Además tenían fuentes en organizaciones como Montoneros y periodistas que trabajaban en diarios pero no podían publicar cierta información. “Otra de las cosas que hacíamos era leer archivos y otros medios. Nos servía para relacionarlo con datos sueltos que quizá teníamos. Estábamos entrenados para trabajar con fuentes públicas, guías empresariales, documentos de la Iglesia, boletines gubernamentales”. Los cables eran escritos en un papel muy liviano, el clásico papel de avión. Se colocaban en un sobre y se mandaban por correo a distintos medios locales e internacionales. Además, se enviaban ejemplares a las propias Fuerzas Armadas.
“ANCLA fue una puesta en práctica de la resistencia durante los años de dictadura. Fue una experiencia de prensa alternativa, de participación popular. Walsh, dentro de Montoneros, planteaba que había que acentuar en lo político, en la difusión, en lo propagandístico. La agencia clandestina fue un ejemplo de eso”

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Juana Muńiz Barreto y el cable sobre la muerte de su padre

“Walsh estaría orgulloso”

El entonces diputado por el Frejuli Diego Muñiz Barreto (foto) fue asesinado el 6 de marzo de 1977. La noticia oficial que fue replicada por los medios decía que lo habían encontrado muerto, producto de un desnucamiento tras un accidente automovilístico, en un arroyo del Río Paraná. Sin embargo, el 15 de marzo, ANCLA publicó un cable titulado “Denuncian el asesinato de Diego Muñiz Barreto”. El papel original lo tiene su hija Juana, una de las querellantes en el juicio que condenó, entre otros, a Luis Abelardo Patti, quien secuestró a su padre y lo llevó en cautiverio a Campo de Mayo. El cable informa: “Abogados del foro de la Capital argentina denunciaron a ANCLA el asesinato del doctor Diego Muñiz Barreto, que había sido detenido el 16 de febrero pasado por la policía de la localidad bonaerense de Escobar, junto con su secretario Juan José Fernández (…). La versión proporcionada por las fuentes mencionadas indica que Muñiz Barreto fue entregado por la policía provincial a oficiales dependientes del Primer Cuerpo de Ejército, cuyo titular es el general Guillermo Suárez Mason, siendo torturado y posteriormente asesinado”.
“Lo extraordinario del cable es que sea del 15 de marzo: contradecían la versión oficial en la que decían que había sido un accidente”, explicó a Veintitrés Juana Muñiz Barreto. “Aparte de la valentía que tenían los periodistas de ANCLA, habla de una honestidad brutal. Estar en la clandestinidad habla del coraje y el sentido de lucha que tenían. Y que tantos años después, esos cables se hayan traducido en condenas, es importantísimo. Yo creo que Walsh estaría muy orgulloso”, sintetizó la hija del ex diputado asesinado.
 
Fuente: Revista Veintitrés.

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