domingo, 24 de febrero de 2013

"NO CREO EN LA CANCION FOLLETISTA"

Celeste Carballo y su nuevo CD, Mujer de piedra, inspirado en una estatua.
 
Por Leandro Filozof
 
El encuentro es en el bar Británico. Un sitio histórico en la esquina de Brasil y Defensa, que hace pocos años estuvo a punto de cerrar. Por sus sillas pasaron íconos de la cultura popular, y esta no es la excepción. Celeste Carballo está sentada en la mesa del centro del reservado y están por filmarla para un canal de televisión. Ella se mira en uno de los espejos que están contra las paredes de madera del bar y, al peinarse su pelo casi rapado, su cuerpo cruje. El ruido es producto de su vestimenta hecha de bolsas de residuos y diseñada por ella misma, con cintas rojas y hasta un chaleco del mismo material. Para las fotos en el Parque Lezama, Celeste se pinta los ojos de azul, frente a ese mismo espejo. La gente la observa, algunos se acercan o se quedan mirando mientras ella posa, pero nadie dice nada: “La gente en nuestro país, lamentablemente, ha sufrido décadas de proceso militar. Tenemos una sociedad metida hacia adentro que no tiene ejercicio de expresarse con la verdad sin agresión. Entonces no hacen ningún comentario sobre mi ropa”.

–¿Por qué elige vestirse así?

–Tiene que ver con el presente. El futuro ha llegado, lo venían anunciando hace mucho. El hoy que nos toca vivir está plagado de gérmenes, virus y parásitos que no encuentran barrera que los detenga, especialmente en la indumentaria con tramado, con costura. Este es el milenio de los diseñadores. Hay un campo abierto para que se pongan a crear los materiales que necesitamos para la nueva forma de vida. También el nuevo mobiliario, porque estar ocho horas en la oficina sentado con las piernas para abajo y quietas, a la larga, genera una enfermedad a todo el sistema circulatorio. Tienen que estar a la altura del corazón y un poquito más arriba también. Hay que cambiar absolutamente todos los diseños: de los automóviles y los medios de transporte. Hay que empezar a vivir de una forma más plena, en lugar de ir destruyéndonos día a día con nuestras costumbres cotidianas.

–¿Cuánto le lleva diseñar la ropa?

–Es descartable y lo bueno es que si había algún germen, virus o parásito, se va con la ropa cuando me cambio. Y se hace según las necesidades. No necesitás acumular cosas que generan otro tipo de parásitos como los ácaros, que provocan infinidad de alergias. Yo empecé espontáneamente, medio en broma, a hacer este tipo de indumentaria hace seis meses. Toda la vida tuve resfríos, bronquitis, todo tipo de alergias y desde ese momento que no tengo nada. No es casualidad.

–En su casa entonces no tiene armario.

–Sí, tengo un armario que guarda espacio libre (risas), está buenísimo.

–En su nuevo disco también habla constantemente de lo tóxico, ¿es una forma de concientizar?

–No creo en la canción folletista. La canción tiene que tener inspiración, y los tres minutos que dura debe transportarte a ese mundo y que eso siga ocurriendo después. Lo ecológico viene luego. Pero la gente que no tiene conciencia, cree que como viven en un lugar con calle de tierra no participan de una comunidad. Entonces no sucede la unión, el trabajo comunitario y sólo suceden los inconvenientes individualistas. Como la gente que quema cotidianamente sus residuos y no se da cuenta de que lo que queman permanece bajando toda la noche impregnando absolutamente todo, filtrándose adentro de la casa y generando enfermedades crónicas en un alto porcentaje de las familias.

–¿De dónde salió la estatua que inspiró su disco?

–Yo la busqué. Quería hacer, en el lugar donde planté árboles hace más de veinte años, un homenaje a toda la estirpe femenina de mi familia: a mi bisabuela Catalina, mi abuela Amelia, mi vieja Lisa, a todas mis hermanas, mis sobrinas y a las del porvenir. Entonces buscaba una figura épica femenina que las representara y cuando la encontré, dije “es esta, venga”.

–¿Cuando aparece la estatua, aparece el disco?

–Empecé a saludarla todos los días cantando: “Oh tú, mujer de piedra”. Tanto que se me pegó y decidí escribirle una canción. Até cabos entre el hecho femenino, el hecho de que la tierra es femenina y mujer, que es una piedra y una viajera. Todo eso se empezó a unir en el texto de la canción, en la música, en la melodía. Escribí los acordes y la canté en el celular pero meses más tarde perdí el aparato, y se me perdió gran parte de la melodía. En agosto, ya con todos los otros temas hechos y grabados, dije: “Tengo que hacer Mujer de piedra esta semana”. Coincidió con la semana en que empezaron a renacer los mineros chilenos. Mientras estaba con el piano veía sin sonido todo lo que estaba pasando: las caras, el viaje y decía: “Oh no, mujer de piedra”. Esos seres fueron protegidos como tres meses por el vientre de la tierra, fue doblemente madre. Ahí me surgió un éxtasis aún mayor y por eso le dio el nombre al disco también. Porque es una canción muy fuerte, se la presenté a los músicos, especialmente a Franco Polimeni, el pianista con el que hicimos Celos, el disco anterior. Cuando empezó a pasar la armonía de ese tema me decía: “¡Celeste, lo que hiciste acá es increíble, qué armonía, que tema!”.

–El tema “Otra oportunidad” también está dedicado a mujeres.

–Las mujeres que delinearon mi línea política en la vida. Ricky Lee Jones, en sentido figurado, me enseñó a tocar el piano. En realidad me dio ganas de tocar el piano porque yo la escuchaba cuando iba al estudio a grabar “Me vuelvo cada día más loca”. En el ’82 la música que estaba en mi auto era Chuck E.’s in love y me dio muchas ganas de saber tocar el piano. Años más tarde me puse a estudiar de cero con Santiago Giacobbe, mi primer maestro. Alfonsina Storni, que me enseñó a leer poesía, ese personaje tan increíble me acercó también a otros poetas argentinos como José Pedroni, que leí mucho tiempo y muy atentamente. Él me dio su ritmo en la poesía y de ahí salió “Una canción diferente”. Gabriela Molinari, que fue la primera que hizo rock en la Argentina y que cuando se fue, quedó la duda de qué voz femenina iba a seguir con el rock en el país, me inspiró y fue como “dale, agarrá la guitarra, nena”. O Tita Merello, que en una época en los noventa la llamaba por teléfono y hablábamos horas y me decía: “En este mundo tenés que hacerte de acero”.

–¿No de piedra?

–Yo no, la mujer de piedra es la tierra. Estoy hablando de la mujer de piedra por excelencia, la que viaja en el cosmos. Esta gente que vive en esta zona del planeta cree vivir en la Argentina y en realidad no se da cuenta de que vivimos en la Tierra y en el cosmos. La visión es muy restringida. Este es el momento en que tenemos que tomar real conciencia del lugar donde vivimos. Un espacio plagado de situaciones extremas, y lo que vivimos son convenciones sociales muy restringidas, casi minimalistas, casi primarias. Como el contacto humano, que es algo muy primario y muy pasado, ya fue.

–¿Cómo sería eso?

–¡Cómo es! Es una tendencia, y es no necesitar contacto. No tener contacto físico con absolutamente ningún ser ni ninguna cosa, ni siquiera con uno mismo, con nada. La energía que sea como la energía solar, que se transforme en actos de amor, como dice la voz del inconsciente en “Philosophical Stone”, que escribí directamente en inglés: “Por favor, que tengas la fuerza suficiente para convertirte en tu propia piedra filosofal. La que convierte en amor cada acto, cada cosa que vivas”. Y estamos hablando de amor, no de neurosis, que es realmente lo que la especie humana vive cuando dice pareja.
 
Fuente: Revista Veintitres.

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