domingo, 24 de febrero de 2013

MONJA RECORD: PASO EN UN CONVENTO 84 AÑOS Y SALIO PARA CONOCER AL PAPA

La hemana Teresa vive encerrada en un monasterio español desde 1927.
 
 
 
 
Sor Teresa ha cultivado varios dones a lo largo de su vida: la paciencia, la serenidad, el silencio. Aprendió a descubrir la belleza en esos muros de piedra arcaica que la cobijaron a los 19 años por primera vez y para siempre. Está convencida de que sólo a través de las decisiones honestas –es decir, evitando caer en la trampa del autoboicot– es posible acceder a la felicidad. El camino es, sin dudas, la vocación. Dice: “¿De qué otra manera podría haber pasado 84 años encerrada dentro de este convento? ¿Quién puede estar aquí tanto tiempo si no es feliz?”.
Tiene, ahora, 104 años y es la monja que más tiempo ha pasado en clausura en todo el mundo. No ha salido del monasterio donde vive –el Convento de Buenafuente del Sistal, en Guadalajara, España– desde 1927. No fue necesario: para Sor Teresa, como para cualquier religiosa consagrada a la vida monástica, no se trata de un encierro, sino de comprender, custodiar y defender con firmeza esa vocación de separarse del mundo para dedicar la vida a la oración contemplativa: así, todos los santos días.
Pero ha llegado, sin embargo, un momento clave: una licencia de extramuros o, a más simple, la posibilidad de tomar contacto con el mundo abandonado al menos por un rato. Valeria –el nombre real de Sor Teresa– rompio el encierro en agosto pasado, cuando el Papa Benedicto XVI arribo a España para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. No sólo los medios españoles dieron cuenta del caso: la historia de vida de esta mujer dio la vuelta al mundo.
Sor Teresa pasó su infancia en la sierra madrileña y se fue con las monjas para satisfacer un pedido de su propio padre. No llegaba a los 20 cuando se despidió del mundo común e ingresó en un nuevo mundo, menos prosaico, de cultos y misterios de fe.
Sor Teresa es incluso caso de estudio en un libro de reciente aparición sobre la vida de nueve monjas de clausura llamado “¿Qué hace una chica cómo tú en un sitio cómo éste?”. En esas páginas habla de la “ riqueza interior y la felicidad” que supone la vida contemplativa y afirma: “Cada uno es feliz en su profesión. La felicidad se siente siguiendo cada uno su vocación. Eso sólo lo sabe quién lo vive”.
 
Fuente: Clarin.

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