domingo, 24 de febrero de 2013

"LA REVOLUCION NO LOGRO DESTERRAR LA HOMOFOBIA"

Entrevista a Mariela Castro Espín. La titular del Centro Nacional de Educación Sexual es la cabeza más visible en Cuba de la lucha contra la persecución a la homosexualidad.
 
Por Diego M. Vidal       
       
Cuba puede exhibir logros sociales enormes para un país tan pequeño del tercer mundo, con índices envidiables para muchas naciones desarrolladas, pero en medio siglo de revolución no ha logrado aún desterrar ciertas taras de la sociedad, como la discriminación sexual que, montada en profundos prejuicios, concibió respuestas tan tristes como la reclusión en campos de reeducación conocidos como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (Umap). Mariela Castro Espín, hija del presidente cubano y titular del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), es la cabeza más visible de la lucha por desterrar las diferencias y explica que “de 1965 a 1968, existieron las Umap como una modalidad de servicio militar que no excluyó a jóvenes homosexuales y transgéneros. Lamentablemente los prejuicios homofóbicos marcaron la manera de estigmatizarlos como grupos dentro de algunas unidades, porque no todas tuvieron estas características, según entrevistas que he realizado”; sin embargo, cree que es “mucho más impactante la presencia constante de la homofobia en decisiones arbitrarias que ni siquiera estaban respaldadas por las leyes, como el período del llamado quinquenio gris y los absurdos procesos de ‘purificación’ que se hacían en la universidades y en la filas de la Unión de Jóvenes Comunistas”.
En el “quinquenio gris”, como se refieren en Cuba al período que va de 1971 a 1976, fue cuando se alcanzó en la cultura “un grado enfermizo de homofobia, se impuso el realismo socialista como ‘la estética de la revolución’ y se proscribieron desde las melenas y los pantalones ajustados hasta los Beatles y los Evangelios”, señaló el escritor cubano Reynaldo González (Premio Nacional de Literatura 2003), quien promovió un fuerte debate vía correo electrónico en el año 2007 entre los intelectuales, dentro y fuera de la isla. Algunas víctimas notorias de la persecución contra la homosexualidad fueron el narrador Reinaldo Arenas, el dramaturgo Virgilio Piñera y José Lezama Lima, autor de la encumbrada novela Paradiso, que fue calificada por las autoridades como “pornográfica” por su connotación homosexual. Hoy Arenas, Piñera y Lezama han sido reivindicados oficialmente y existe en Cuba una revisión de aquellos tiempos de intolerancia.
–¿De qué modo comienza a tratar la problemática de la homosexualidad en Cuba?
–En 1994, empecé a realizar entrevistas a parejas homosexuales y transgénero y al doctor Celestino Álvarez Lajonchere, que trabajaba la salud reproductiva de las mujeres desde 1962 junto a mi mamá y que desde el ’72 dirigía el grupo de especialistas de educación sexual. Tenía la intención de escribir un artículo para sensibilizar a la población cubana sobre el sufrimiento de estas personas. Pero entendí que necesitaba estudiar más antes de hacerlo. No fue hasta 2004 que comencé a trabajar una Estrategia de Atención Integral a Personas Transexuales, en respuesta a sus demandas explícitas de cirugías de adecuación genital y reconocimiento a su identidad de género. Entonces vi la oportunidad de presentar esta propuesta a la FMC y al Partido Comunista. En consulta con la Asamblea Nacional de Poder Popular, algunos legisladores nos preguntaron por la situación de personas homosexuales y lo tomamos como referencia para explicar la necesidad de incluir el derecho al respeto de la libre orientación sexual e identidad de género en las nuevas modificaciones al Código de Familia.
–La relación del gobierno y la sociedad cubana con los homosexuales fue bastante difícil. ¿Por qué cree que sucedió esto?
–La homofobia, inculcada por el sistema colonial español y neocolonial de los Estados Unidos, estaba tan arraigada en el sistema de valores éticos y en las leyes, que ni siquiera un proceso emancipador tan radical como la revolución iniciada en 1959 fue capaz de incluir estas realidades en su propósito de conquistar toda la justicia. Por lo que he podido investigar, el proyecto revolucionario sentó las bases generales para la igualdad, la justicia social, la equidad, la solidaridad; pero la lucha por la igualdad de derechos de la mujer fue la que abrió el camino para la configuración de la educación sexual como política social, y desde este programa la atención a la diversidad sexual. En etapas tan tempranas como el año 1979, ya se atendían de manera institucional las demandas a las personas transexuales por parte del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, creado por la FMC.
–¿Cuál es la actitud de la población sobre este tema?
–No hemos realizado estudios cuantitativos, pero por diferentes vías de retroalimentación y algunos estudios cualitativos existentes, sabemos que hemos estimulado el debate sobre estos temas en todo el país. Lo mismo recibimos elogios y agradecimientos, que críticas y planteamientos de rechazo total a nuestro trabajo. No me atrevo a decir categóricamente que no hay crímenes de odio, porque la homofobia es rechazo, odio y desprecio, que genera diferentes formas de violencia que pueden llegar a ser extremas. Para ello hemos creado un servicio de orientación en el campo de los derechos sexuales que incluye los derechos Lgbt y estamos capacitando al sector jurídico, en el que se aprecia un mayor interés del Tribunal Supremo. Paralelamente, sensibilizamos a trabajadores de la policía para que no interpreten las leyes desde los prejuicios homofóbicos. Estamos alertas y cada hecho que conocemos lo investigamos hasta la saciedad. Desde que comenzamos esta iniciativa hasta el momento, no se han registrado crímenes de odio, pero sí diferentes tipos de violación a los derechos sexuales, que estamos atendiendo con acompañamiento y asesoría a las víctimas.
–¿Qué avances tuvieron estos derechos sexuales?
–En el orden legislativo no hemos avanzado, pero en 2008 el Ministerio de Salud aprobó una resolución que establece los procedimientos de la atención especializada de salud para las personas trans que lo necesiten, que incluye la cirugía de adecuación genital. Es el único país que establece todos estos procederes en la salud pública, gratis. Si se aprueban las modificaciones al Código de Familia y otras propuestas que estamos haciendo, lograremos una mayor protección legal a las parejas del mismo sexo. No se está proponiendo matrimonio, sino la unión notarial y que en la unión consensual, que es lo que predomina en Cuba, se establezcan los mismos derechos para parejas heterosexuales y homosexuales.
 
• La hija del presidente
A Mariela Castro Espín “el amor, la solidaridad y la justicia” la conmoverán siempre, según sus propias palabras. Lleva el adn familiar a flor de piel. Además del parecido físico con su madre, la impronta paterna se refleja en los modos de actuar públicamente: firme pero discreta. Es que a la hija del presidente cubano Raúl Castro y Vilma Espín, juntos desde el Moncada y la Sierra Maestra, la carga de portar ambos apellidos parece no pesarle y tampoco limitarla cuando decide tocar temas sensibles en el seno de la revolución.
De niña era “una preguntona tremenda, y preguntaba de las cosas que podían ser hasta las que sonrojaban a los padres”, recuerda, y cree que desde entonces se le despertó el interés sobre las relaciones humanas. Aclara que sus padres “no influyeron en mi decisión, pero sí en la incomodidad que me creaban los prejuicios, las formalidades absurdas y cualquier forma de discriminación”, pero las conversaciones “en casa sobre algunos episodios de homofobia que me incomodaban y ellos me confirmaban su preocupación sobre esta forma de injusticia, tan arraigada en nuestra cultura y sociedad”, orientaron su actual destino. Colaboró en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que dirigía Vilma y descubrió “lo difícil que le resultaba a mi mamá conseguir apoyo” sobre el tratamiento de la homosexualidad en Cuba “en los espacios de decisión política”. “Ella trabajó mucho en la creación y desarrollo del Programa Nacional de Educación Sexual y en la organización del grupo de especialistas a cargo de esta tarea, desde 1972 (este grupo devino años después en el Cenesex)”.
A finales de los años ’80 integró un grupo de investigación sobre educación sexual, en la Universidad Pedagógica de La Habana “Enrique José Varona”, donde ya existía esta asignatura y ella era una de sus profesoras. “Siempre trabajamos en estrecha coordinación con el Cenesex y en 1990 me propusieron integrar su plantilla de especialistas, ya que nadie abordaba la educación sexual en las edades preescolares”, apunta, y aclara que “los controvertidos temas de la diversidad sexual comencé a trabajarlos plenamente desde 2004, cuando ya era directora del Cenesex”.
Ser la hija del presidente y sobrina del líder de la revolución no le impide hacer públicas sus posturas, pero evita referirse al acontecer actual de la isla y el proceso de cambios impulsado por Raúl. Sin embargo, alguna vez declaró que le gustaría que “se siga el experimento socialista, pero mucho más flexible, me gustaría un socialismo que nos haga más felices”.
 
Fuente: Miradas al Sur.

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