jueves, 24 de enero de 2013

"LAS ARMAS PUEDEN SER SILENCIADAS"


Entrevista a Rodrigo Granda. Canciller de las Farc. Uno de los históricos comandantes de la guerrilla colombiana ofreció esta entrevista exclusiva en La Habana para hablar del proceso de paz a una semana del inicio de la mesa del diálogo en Oslo.

Por Carlos Aznárez


A muy pocos días de las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, el integrante de la dirección de esa organización guerrillera, Comandante Ricardo Téllez (Rodrigo Granda), señaló que “el convencimiento del gobierno de Juan Manuel Santos de que no podían ganar la guerra en forma rápida los llevó a dialogar”.
–¿Fue muy difícil llegar a este momento actual? ¿Cómo fueron las primeras conversaciones exploratorias? 
–Este camino no ha sido sencillo, porque venimos de una guerra bastante dura, de ocho años del señor Uribe y dos años de Juan Manuel Santos. Una vez que el presidente Santos asumió el mandato, envió una carta al Secretariado de las FARC, diciendo que lo que nosotros proponíamos en la agenda de la Nueva Colombia bolivariana, podía ser discutido, pero que lo que le hacía mal al país eran las formas de lucha que nosotros utilizábamos. De todas maneras, él reconocía que en Colombia había un conflicto, que era algo que no aceptaba Uribe.
–Ustedes durante un largo tiempo, insistieron, a diferencia del ELN, que las conversaciones tenían que ser en Colombia. ¿Qué los hizo cambiar de opinión?
–Fíjese que desde tiempo atrás, en el gobierno de Gaviria, dialogamos en Caracas, y luego en México. Para nosotros el sitio nunca fue una cuestión de principios, sino que lo importante es tener la fundamentación y la confianza para encarar los diálogos.
–¿Cuáles son las razones que los lleva a pensar que el establishment colombiano tiene necesidad de encarar la paz precisamente en este momento?
–Ellos llevaron adelante con todas sus fuerzas, el Plan Colombia. La idea era exterminarnos en cuatro años, en forma física. Es decir, demostrarle al mundo que la guerrilla podía ser derrotada por esa vía militar. Esos primeros cuatro años del señor Uribe no fructificaron en lo que él pretendía. Logró otros cuatro años con su reelección, y en ese período se invirtieron más de 12.000 millones de dólares en la guerra en Colombia. Está la presencia norteamericana, hay personal israelí y del Reino Unido y de otras potencias, metidas en la guerra contra el pueblo colombiano. Ellos habían hablado del post conflicto y resulta que eso que pretendían, no se ve por ningún lado.
–Sin embargo, Juan Manuel Santos insiste en que las FARC están contra las cuerdas, que los últimos golpes los han debilitado y que precisamente por eso ustedes se sientan a dialogar.
–De ninguna manera. Uno de los principios de la guerra, es que con los derrotados nunca se dialoga. Si yo gano la guerra y someto al enemigo, para qué me voy a poner a dialogar. Eso no tiene ningún sentido. Esas suposiciones existen en la mente de ellos mismos, pero la realidad les demuestra día a día que están equivocados. La confrontación armada hoy, y esto lo saben los altos mandos militares y lo han dicho en reuniones de Palacio, puede durar otros 20 o 30 años más.
–¿Qué está pidiendo con urgencia la guerrilla? 
–La guerrilla no está pidiendo nada para ella, no necesitamos nada del establecimiento. A nosotros nos han movido cuestiones altruistas y que el país y el continente puedan vivir en paz.
–No creen que pudiera haber otra manera de ver esto. Le explico: el presidente Santos enfrenta la posibilidad de una reelección muy pronto, y él sabe que si estas conversaciones fructifican, se puede convertir en un abanderado de la paz y de esta manera revalida su idea de seguir gobernando. 
–La paz tiene muchos amigos y es indudable que en Colombia se ha despertado un fervor extraordinario hacia ella. Se respira el fervor de un verdadero plebiscito internacional que llevará adelante estos diálogos. Tengamos en cuenta que este es el conflicto más largo del hemisferio occidental. Es indudable que quien tenga las banderas de la paz en este momento, puede aspirar no solamente a una reelección, sino a pasar a la historia como un hombre que hizo todo lo que tenía en sus manos para que su pueblo viviera mejor. Ese es un desafío que tiene el presidente.
–¿Qué diferencia hay entre estas conversaciones que van a empezar y las anteriores que se dieron en otros momentos de la confrontación?
–El presidente tiene en este momento un respaldo muy grande a nivel nacional y un entorno latinoamericano diferente al que había en los diálogos del Caguán. A la vez, se ve que hay una apoyo mucho más grande por parte de los Estados Unidos para evitar que continúe la guerra en Colombia. No olvidemos que ellos han sido los promotores de esta guerra, y si ellos paran de echar leña al fuego, seguramente se podrá avanzar también. Otra de las situaciones que se puede ver, es que ya el señor presidente involucra al alto mando militar, incluyendo en las conversaciones a algunos oficiales de alta categoría.
–¿Cuánta influencia puede tener en este contexto el discurso que viene lanzando Álvaro Uribe, oponiéndose a estas conversaciones?
–Este sector es minoritario, en el momento actual, tiene alrededor de un 18% de representación. Es un discurso exageradamente retardatario, lleno de odio, venganza y retaliación. Son fanáticos de la guerra, pero eso a nosotros no nos preocupa demasiado, porque cada día que pasa, el pueblo colombiano va tomando conciencia de quiénes han sido los promotores de esta violencia. Con Uribe están reubicándose esos sectores que son peligrosísimos.
–¿Qué significado le dan a la frase “dejación de armas”, que figura en el acuerdo marco para empezar los diálogo?
–La frase tiene muchas interpretaciones. Nosotros hemos dicho que si se abren las puertas a la paz, si se hacen un montón de cambios, si se respiran nuevos aires, las armas, al fin y al cabo, son simples hierros, que en un momento dado se pueden silenciar. Lo que no se pueden ocultar son las ideas que cada combatiente tiene en la cabeza. Las armas, mientras no haya hombres dispuestos a dispararlas, por sí sola, no cumplen ningún papel. Ellas sirven para defender al pueblo, de la tiranía, para evitar la esclavitud. Esas armas han posibilitado que ahora el país vislumbre, por fin, la anhelada paz.
–Ustedes se alzaron en armas, para denunciar un orden injusto. ¿Qué les hace pensar ahora que en esta mesa de negociaciones podrán obtener lo que se les negó en tantos años de insurgencia armada?
–Nosotros hemos dicho que no vamos al diálogo para que nos hagan la Revolución por contrato. No se trata de hacer la Revolución en una mesa de negociaciones. Sostenemos que aquí hay dos partes enfrentadas, con criterios de carácter antagónico. También decimos: ustedes nos obligaron a tomar las armas, buscaron por todos los medios eliminarnos y no lo han logrado. La esencia de la guerra es someter la voluntad de lucha del contrincante, y eso tampoco lo ha podido hacer ni lo va a lograr el Estado colombiano.

Fuente: Miradas al Sur

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