viernes, 4 de enero de 2013

LA PELOTA SIGUE SUCIA

Corrupción y negocios sucios en el fútbol.Las acusaciones a Daniel Passarella y a Ricardo Caruso Lombardi son muestras de un deporte deteriorado. Los casos más sorprendentes de un accionar oscuro.

Por Carlos Stroker

La finalización del campeonato argentino de primera división, así como también el de la B Nacional, no implica que la pelota haya dejado de rodar. Se pararon los partidos, sin embargo empezaron los escándalos. Una vez más el fútbol local se ve salpicado por denuncias de todo tipo y los protagonistas siguen siendo los mismos. Al resolverse las cuestiones deportivas y cuando ya se supo qué equipos habían logrado sus objetivos, tanto como salir campeón, mantener su categoría, evitar el descenso o lograr un ascenso, las miradas y las acusaciones giraron hacia afuera de los límites del campo de juego. Desde la reacción de los ex futbolistas de River Alejandro Domínguez y Fernando Cavenaghi, de acusar de traición al presidente de la entidad, Daniel Passarella, hasta la reacción del uruguayo Carlos Bueno, delantero de San Lorenzo, de señalar al entrenador Ricardo Caruso Lombardi de pretender quedarse con 100 mil dólares de un premio, de un total de 400 mil dólares, que el conductor Marcelo Tinelli le había ofrecido al plantel si no perdía la categoría. Dos eslabones más en esta cadena de sospecha de corrupción que envuelve al deporte que convoca a la mayor cantidad de público todos los fines de semana. A todo esto se sumó el caso de Boca, que explotó horas antes del encuentro que disputó por la final de la Copa Libertadores, con respecto a la situación de Facundo Roncaglia y un seguro de “piernas” del que nadie se hizo cargo.

El ascenso del conjunto de Matías Almeyda trajo tranquilidad en el seno de la parcialidad de River. Cuando se pensó que todo el dolor de haber permanecido un año en la Primera B Nacional había pasado, la separación del plantel de Cavenaghi y Domínguez despertó la ira de varios fanáticos que fueron hasta el Monumental para pedir la continuidad de los ídolos del equipo. Además insultaron al presidente del club, Daniel Passarella. Fue el representante de ambos de ambos jugadores, Néstor Sívori, quien en el programa El show del fútbol dijo que “esto no me sorprende de Passarella”. Pero detrás de esta cuestión se esconde un tema económico. “No quieren pagarles el premio por el ascenso”, confesó a Veintitrés un dirigente de la entidad. Los contratos de los dos jugadores ni siquiera se firmaron en las instalaciones de la entidad, sino en una oficina particular. “Mientras esté Passarella, yo no piso River”, espetó el número 9.

Suele suceder en el fútbol argentino que se promete pagar y luego no se cumple. O algo más grave aún. Hay casos en que algunos futbolistas (esto suele suceder en varios clubes) firman contratos abultados, pero no terminan cobrando su totalidad, y si la plata sale del club, no se llevan todo el dinero a su casa. Hace varios años, un volante de River selló un acuerdo importante con el club. A los pocos días que firmó, fue transferido al fútbol europeo. Ni siquiera recibió la primera cuota del contrato, pero el primer pago salió de la tesorería de la institución. Hoy, ya retirado y con el buzo de entrenador exitoso, recuerda el hecho con una sonrisa y expresa: “C’est la vie”, frase que aprendió cuando llegó al Viejo Continente.

A mediados del año pasado, la transferencia de Diego Buonanotte al Málaga de España le trajo un poco de tranquilidad a la vapuleada tesorería millonaria, aunque alertó sobre una situación poco clara con respecto al 15 por ciento que le correspondía al jugador por dicha transferencia. El padre del “Enano”, Mario, sostuvo en aquel momento que “Diego endosó el cheque para River”. Sin embargo, en Núñez nunca hubo registro de ese ingreso. El tema fue a la Justicia. Si bien los dirigentes fueron sobreseídos, de la plata nadie habló más.

Es frecuente escuchar en el ámbito del fútbol que cuando un jugador es vendido a otro club, se le pide que deje el 15 por ciento o que resigne el dinero que se le adeuda. La sospecha gira en torno a que ese porcentaje no suele estar registrado en la entidad vendedora, o que la plata que se le debe al futbolista sale del club, aunque es raro que le llegue al jugador.

La incentivación en el fútbol está penada. Según el artículo 74 de la AFA, quien pueda “dar u ofrecer una recompensa” a un futbolista recibirá una pena de cuatro meses a dos años de suspensión. Más allá de la fría letra, la incentivación está latente cada vez que finaliza un torneo. El jugador de Patronato de Paraná Daniel Pereira lo hizo público cuando su equipo jugó ante Rosario Central y le ganó, y ese triunfo le dejó la oportunidad a River de estar más tranquilo para obtener el título de la B Nacional. Luego se retractó. Lucas Bustos, futbolista de Instituto de Córdoba, dijo que en el “último mes del torneo River dio incentivos”. Todos hablan de dinero, pero cuando llega la hora de reconocer el incentivo ante el Tribunal de Disciplina de la AFA, ningún protagonista lo admite. Tampoco aquellos que suelen juntar la plata para pagarlo, por lo general dirigentes. Una práctica habitual en el mundo del fútbol doméstico. No fue la primera ni será la última vez que alguien hable del tema.

Los premios extra suelen ser una discusión en el ámbito de un plantel. Sobre todo si ese premio llega desde afuera de la institución. Como fue el caso de Marcelo Tinelli, quien prometió una recompensa de 400 mil dólares si San Lorenzo seguía en primera división. El delantero uruguayo Carlos Bueno, quien era parte del plantel azulgrana, le dijo a una radio uruguaya que el entrenador, Ricardo Caruso Lombardi, “se quedó con 100 mil dólares”. El entrenador no se quedó callado y refutó los dichos del oriental. No fue la primera vez que acusaron a Caruso por este tema. Su colega de Godoy Cruz, Omar Asad, una vez que se enfrentaron, sugirió que Caruso les cobraba a los futbolistas para jugar. El mismo gesto hizo Alejandro Domínguez, una vez que River se midió con Quilmes y Caruso era el entrenador de este equipo.

Hay varios entrenadores que suelen estar en la mira por este tema. Hace algunos años el periodista Adrián Paenza, en el programa Día D, que conducía Jorge Lanata por América, había dicho que Ramón Díaz le pidió dinero a un futbolista para hacerlo jugar en River. La situación llegó a Tribunales y Paenza debió retractarse. No había pruebas. Nunca las hay. Un técnico que sacó campeón a un equipo grande de la Capital Federal solicitó la compra de un volante por derecha que militaba en un equipo de la zona norte de la provincia de Buenos Aires y que hoy se encuentra en la Primera B. El club lo compró. Al desembarcar en su nueva institución y tras firmar contrato, un allegado al DT le sugirió que debía realizar un “aporte” por haberlo pedido. El joven no accedió a dicho reclamo y casi nunca pudo vestir su nueva casaca. Quedó prácticamente erradicado del plantel. O como aquel entrenador que alcanzó un título nacional con otro grande del país y que pedía adquirir refuerzos que estuvieran representados por su mismo representante. Lo decía, en la intimidad, sin ponerse colorado.

Los partidos arreglados dieron hace pocos días un giro fundamental en una causa en los tribunales de Italia. Acordar resultados para favorecer a alguien en las apuestas dio como resultado parcial la detención de 14 personas, entre jugadores, técnicos, dirigentes y empresarios del juego. En el país, aún, las apuestas no son un valor fundamental para los acuerdos en el resultado. Pero hubo algunos cotejos llamativos y hasta declaraciones sugerentes. Una de ellas la hizo el árbitro Javier Ruiz. Hace unos meses y por un partido regional, afirmó haber sido visitado por una persona que estaba vinculada al juego clandestino, quien le ofreció 50 mil dólares para favorecer a un equipo. Hizo la denuncia. No pasó nada. Quizás el emblema de la sospecha sea aquel encuentro que en 1991 tuvo como protagonistas a San Martín de Tucumán y Boca, en la Bombonera. Si el local ganaba o empataba, salía campeón. Hacía once años que no llegaba al título. Terminó 1 a 1. Claudio Benetti anotó el gol de la igualdad. Los tucumanos vencían 1 a 0. Una jugada brillante puso el score en el mismo número. La sospecha aún perdura. Igual que ese choque por la primera ronda de la Copa Libertadores entre Boca y Oriente Petrolero. Los dos primeros de un grupo de cuatro equipos pasaban a la siguiente ronda. Con la igualdad dejaban a River (el otro ya estaba eliminado) afuera y ambos seguían viaje en el certamen. Un 0 a 0 final fue llamativo. Pero sucedió.

A veces, algunos jugadores, técnicos o dirigentes piden que también se hable de los periodistas. Y hay algunos profesionales que elogian demasiado a ciertas figuras, hasta que los clubes los venden, sin necesidad periodística de hacerlo. Es llamativo. El fútbol está manchado. Llegó el momento de hacer algo para tratar de mejorarlo. Hasta que no haya una decisión global y en conjunto, será difícil que la transparencia juegue un papel fundamental en este sucio engranaje.

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Opinión

Fútbol sucio
Por Diego Fucks
Periodista de Fox Sports

Lo más sano que tiene el fútbol son los jugadores”, reza un viejísimo adagio del fútbol. Viejísimo. Tan viejo que ya no existe. No puede ser sano alguien que, desde lo conceptual, cree que cobrar dinero bajo cuerda para perjudicar a un tercero está bien. Daniel Pereira, el volante de Patronato, dijo que River los había incentivado para ganarle a Central porque cree que no hay problema. “Nos pagan para ir al frente, ¿cuál es el problema?”, dicen sueltos de cuerpo. Y así, con esa misma soltura, la AFA no investiga a River, acusado por Pereira de un delito deportivo. Eso sí: sancionó a Pereira por hablar “con ligereza” de incentivación. No es nuevo esto, como tampoco es nuevo que todo quede en la más absoluta impunidad o reducido a una charla de café. Boca hizo un papelón ante Oriente Petrolero en la Copa Libertadores del ’91, cuando empataron de común acuerdo para eliminar a River. Este club, a su vez, le dio varios sopapos al sentido común arreglando resultados en sucesivas últimas fechas en las que le tocaba siempre el mismo rival: Argentinos Juniors. Se llegó al absurdo de que, en 1994 (final del Clausura ’93 retrasado) River adquirió a Gabriel Cedrés, que jugaba para Argentinos, rival al que debía al menos sacarle un empate para ser campeón. Obviamente, empataron 1-1. River fue campeón y Argentinos sumó para evitar el descenso en la temporada anterior. Hay muchísimos ejemplos y recuerdos.
Los entrenadores también tienen su costado oscuro. Ricardo Caruso Lombardi no es el primero en ser acusado de quedarse con un dinero que no le correspondía ni es la primera vez que sucede con Caruso. Un técnico terminó abruptamente su carrera en los años ’90 porque se quedó con la plata que su equipo recibió por incentivación y no la repartió. Y un jugador de gran carrera en Europa no pudo terminar su periplo en el club de sus amores en los ’80 porque el DT de turno le pidió un 10 por ciento. De dirigentes “pedigüeños” a la hora de los pases de jugadores, escuchamos todo y de todos, no sólo de Passarella. Hasta el mismísimo Karl Heinz Rummenigge acusó al entonces presidente de Independiente Julio Comparada de pedirle una coima cuando Bayern Munich intentó comprar al Kun Agüero en 2006. Es más, la operación se cayó por este escándalo.

La rueda sigue girando llena de estiércol. Sin sanos. Es imposible hablar de “sano” en un medio tan enfermo.
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Opinión

Corrupción estructural
Por Víctor Hugo Morales
Periodista de Radio Continental

Hay una corrupción estructural siempre posible, pero no he tenido conocimiento de recientes casos de corrupción. Está tan mal el fútbol, viene de arrastres de todo lo que se robaron antes, que se me hace difícil pensar que alguien tenga algún margen. Se vende mucho menos, hay un gran seguimiento de lo que se vende, no veo operaciones hechas por dirigentes en solitario, hechas fuera del país, aunque es un tema siempre latente que no sorprende cuando aparece. Se escuchan cosas en el aire con gente que tiene mucho lío entre sí y puede ocurrir que sean locuras que le dan por decir, sin fundamento. Si los que tienen que decir no lo hacen con claridad, cómo hace uno para infiltrarse y llegar a la verdad. Si no fuera por la nota no se me habría ocurrido el tema, salvo la corrupción instalada desde siempre como pequeñas cosas difíciles de probar, la connivencia con las barras bravas, que siempre tienen un dinero en cuenta en el camino, pero para mí no hay novedades. Tal vez el caso del incentivo, pero es todos los años, estamos dolorosamente habituados a que sea así y no presenta ninguna arista que sorprenda al periodismo. Es algo ilegal e inmoral pero no tiene relación con lo que llamamos corrupción: un dirigente que iba prendido de un pase, la corrupción que instalaba y protegía la televisión en sus tiempos de la estafa al fútbol. Hay muy poco porque el incentivo para el mal comportamiento es escaso y hoy no estamos en un pico llamativo de corrupción.
(Testimonio recogido telefónicamente)

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Opinión

A pedir del poder
Por Alejandro Fabbri
Periodista de TyC Sports

No hay nada nuevo bajo el sol. Existió siempre, lo que pasa es que toma diferentes ropajes. Una cosa es la parte deportiva en la que se dio esta historia de Arsenal campeón, Tigre salvado de todo, San Lorenzo en la promoción, River que ascendió, todo establecido como querían los poderes, sin sorpresas como en otras épocas. La pregunta sería: por qué habría que pedirle al fútbol que sea limpio y por qué tendría que ser distinto a las otras actividades. Hay una costumbre de pedirle al fútbol que sea diferente a la vida diaria de los argentinos, donde hay mucha gente tentada por el dinero, que promete una cosa y hace lo contrario. El fútbol es la consecuencia o una vidriera de lo que es la sociedad. Gente que no paga los impuestos, que declara una cosa y tiene otra, es más de lo mismo. Se mantiene la misma línea, lo que pasa que no tenés manera de demostrarlo, nadie te cuenta nada, es más fácil contar la cantidad de carteras de la Presidenta, o la fortuna que tiene Macri, a saber si un jugador fue incentivado o un árbitro comprado. Le damos un lugar tan importante al fútbol que lo que pasa adentro se mantiene oculto por decisión de los protagonistas. Si no te lo cuenta un jugador, un dirigente, un árbitro, no te enterás. Nadie puede tirar la piedra porque todos incentivan y han cobrado un dinero. Se sospecha de entrenadores y dirigentes pero ves a los comisarios de la policía millonarios. ¿Por qué se le pide al fútbol que sea honesto en una sociedad deshonesta?
(Testimonio recogido telefónicamente)
Fuente: Revista Veintitres

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