miércoles, 5 de diciembre de 2012

LATINOAMERICA PARA LOS LATINOAMERICANOS

El acto fundacional de la Celac se constituyó en hecho histórico. Un paso fundamental que compite con la Doctrina Monroe y promete opacar a la OEA. El largo camino de la integración y sus perspectivas.
 
Por Gabriel Bencivengo
      
"No queremos ser más el patio trasero de nadie. Las políticas de América latina las resuelven los latinoamericanos y eso es un avance extraordinario. Por primera vez, América latina y el Caribe se empiezan a constituir como un actor, no como objetos de una historia, sino como sujetos de un devenir con una clara intención de construir una globalización con rostro humano y más justa”. La lectura de Carlos Chacho Álvarez, actual secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), resume el clima fundacional y la fuerte carga simbólica que conlleva el surgimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la plataforma política que nació este fin de semana en la capital venezolana y que promete opacar a la Organización de Estados Americanos (OEA), un foro sesgado por los intereses geopolíticos de Estados Unidos representados, en materia económica, en el área de libre comercio que impulsó Washington y que quedó sepultada en Mar del Plata, durante la IV Cumbre de las Américas en 2005.
Sin duda, la heterogeneidad de los 33 países que conforman el flamante foro refleja diversos enfoques, intereses y velocidades en términos de integración. Las diferencias están a la vista. No todos bailan al mismo ritmo y nadie procura ocultarlo. Desde las cancillerías argentina y brasileña señalan que la Celac no se constituirá necesariamente en una alternativa excluyente con relación a la OEA. Menos conciliadoras son las posturas Ecuador y Bolivia, hechas públicas por los propios presidente Rafael Correa y Evo Morales. Ambos gobiernos ven en la Celac una plataforma superadora de la OEA. Ya en junio pasado, el propio Correa puso blanco sobre negro: “Un foro sólo de países latinoamericanos y caribeños porque está en nosotros mismos resolver nuestros problemas sin tutelas de nadie”. Una obvia alusión a Washington.
 
Un largo camino. Las aspiraciones que encarna la Celac recorrieron un largo sendero que se remonta a las negociaciones de paz en Centroamérica. Sus orígenes se pueden rastrear en los años ’80. El recorrido tiene un hito fundamental. Se trata del Grupo de Río, que concretó un ambicioso y definitivo salto cualitativo tras la Cumbre sobre Integración y Desarrollo de América latina y el Caribe (Calc), fogoneada por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2008, cuando la crisis financiera en Estados Unidos y Europa empezaba a adquirir dimensiones globales. “A partir de allí se dio nacimiento a este proceso. México asumió el liderazgo en 2010 durante la Cumbre de Cancún y, ahora, con el esfuerzo conjunto de Chile y Venezuela, tenemos un proceso de convergencia que ha dado su primer paso”, resumió desde Caracas Antonio Patriota, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil y uno de los principales armadores de la región.
La cronología reconoce otra escala fundamental. Fue en la década del ’90, cuando los estados miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom) adhirieron el Grupo Río. El foro, a través de una veintena de encuentros, se consolidó paulatinamente como un mecanismo de consulta para situaciones que requerían respuestas por fuera de una OEA que, fuertemente influida por Washington, se había revelado desde su creación en abril del ’48 en Bogotá como silenciosa testigo de golpes militares y en una herramienta estadounidense durante la Guerra Fría.
La historia, sin dudas, dio un vuelvo en Costa do Sauípe en 2008 con la incorporación de Cuba al Grupo de Río, expulsada de la OEA en 1962 a instancias de Estados Unidos. Pero también con la decisión de impulsar una unión de América latina y el Caribe sin Washington. En los hechos, la incorporación de Cuba se evidenció como un salto cualitativo al constituirse en el único mecanismo continental en el que tenía cabida La Habana, que forma parte de ámbitos regionales más estrechos, como la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba) que lidera el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Hoy, la Celac es una realidad que Rodrigo Baena –estrecho colaborador de Lula da Silva y Dilma Rousseff– no duda en definir como “un tercer anillo del proceso de integración, que empieza con el Mercosur y continúa con la Unasur”.
 
¿Celac versus OEA? “Cuba se ha incorporado a la comunidad iberoamericana. Su vicecanciller ha dicho que no se puede pretender que reemplace de un día para el otro a la OEA. Es algo que se está debatiendo”, señala la periodista especializada en temas internacionales Stella Calloni. Su colega Pedro Brieguer coincide con Calloni en subrayar que el rumbo de las decisiones apunta a mantener alejado a Estados Unidos. Sin embargo, es cauto: “América latina necesita de un espacio en el que participe Estados Unidos”. Según su lectura, la cuestión “pasará, fundamentalmente, por ver el tipo de decisiones que se tomarán en la OEA”. Desde un punto de vista más general, el politólogo Atilio Boron, interpreta que la Celac significa “un enorme retroceso” para el país del norte. Su análisis, además, no descarta que algunos gobiernos ligados a los intereses de Washington procuren sabotear el funcionamiento del foro nacido en Caracas. “En la medida en que la Celac se consolide, la OEA tendrá un rol cada vez menos relevante”, agrega Boron.
 
Economía y política. “Esta es la década de América latina porque tenemos para ofrecer todo lo que el mundo está buscando. Cuanto más nos integremos, más preparados estaremos para afrontar el huracán que está viviendo la economía mundial”, afirmó esta semana el presidente de Colombia, Manuel Santos. Su postura, al igual que la expresada por el mexicano Felipe Calderón, está lejos de responder al llamamiento de Correa y Morales para reemplazar la OEA. “Dentro de la Celac existen países que tienen una relación muy directa con Estados Unidos, sea por razones económicas o de seguridad. Hasta ahora, lo que se ha puesto en evidencia es que, ante la crisis que sacude a las principales economías, la región ha decidido abroquelarse para evitar la contaminación. Se ve un mundo muy incierto y se sabe que la única manera de fortalecerse es la integración”, avalúa Calloni.
El factor económico no es minimizado por Brieguer. Sin embargo, el analista aporta un dato clave para comprender la dinámica que tomó la integración: “La Celac se fue ideando a partir de la incursión de Colombia en territorio ecuatoriano para asesinar al líder de las Farc Raúl Reyes; pero también al compás del posterior debate sobre la intromisión que concretó Bogotá con apoyo de Estados Unidos. En ese momento, Colombia quería que el espacio de debate fuera la OEA. Ecuador, por su parte, proponía el Grupo Río. Luego, llegaron las crisis en Ecuador y Bolivia, dos intentos de golpe de estado que terminaron de inclinar la balanza a favor de una plataforma sin Washington”, dice el analista con relación a la crisis diplomática que enfrentó durante 2008 a Colombia con Venezuela, Ecuador y Nicaragua. Un sismo que, finalmente, quedó superado después de la cita del Grupo Río en República Dominicana.
 
Los bloques internos. Quienes conocen el tablero regional apuntan que en la constitución de la Celac jugaron fuerte dos posiciones. Una de ellas –la que aboga por un mecanismo completo y sofisticado de decisiones– la impulsa el eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas. La otra línea, que adhirió con reparos, está representada por Santiago-Lima-Bogotá, un bloque debilitado desde que el peruano Alan García fue reemplazado en la presidencia de Perú por Ollanta Humala. “No creo que Humala se preste al juego de Colombia y Chile. Sí creo que Calderón y Sebastián Piñera puedan ser, por los lazos y compromisos que mantienen con Estados Unidos, los principales desestabilizadores de la Celac”, sostiene Boron.
¿Será determinante el peso de la Unasur dentro de la Celac? “En la región, el liderazgo de Brasil es indudable. México, por su parte, no intenta disputarle ese sitial. En los hechos, durante la cumbre de Mar del Plata, donde estuvo el ex presidente Vicente Fox, no mostró vocación. Es responsabilidad de los países grandes entender que hay otros pequeños, muchas veces desfavorecidos. En la Unasur, por ejemplo, Guyana y Surinam, prácticamente no están integrados a la región”, dice Brieguer. Para Calloni, el rol de Argentina, Brasil y Venezuela será fundamental: “Tienen experiencia en materia de gestión y pueden trabajar en forma equilibrada. Sus políticas cuentan con fuerte apoyo popular y están capacitados para contrarrestar, en cierta medida, al eje Santiago-Lima-Bogotá. Más allá de las diferencias, hay un unidad política e ideológica que viene estableciendo una plataforma integracionista equilibrada”.
Sobre las diferencias políticas y de intereses hacia el interior de la Celac, el propio Patriota precisó que Brasilia entiende el foro como un espacio que debe estar dotado de “cierta flexibilidad” para poder contener “puntos de vistas individuales o regionales”. La mención del jefe del Palacio de Itamaraty apunta a la heterogeneidad, aunque destaca un denominador común: “Aquí, estamos todos comprometidos con fórmulas que promuevan la inclusión social, que permitan asociar el crecimiento económico con una buena utilización de nuestros recursos energéticos y el desarrollo de la educación, la salud, la ciencia y la tecnología”, afirmó desde Caracas.
 
NEGOCIACIONES BILATERALES. Acuerdos con Brasil y Venezuela
Estamos trabajando en profundizar el proceso de integración productiva entre ambos países, ya no sólo de pequeñas y medianas empresas sino incorporando a las grandes en las cuestiones de agregación de valor en todas las cadenas en las que ya tenemos participación bilateral, como en las que aún existe el desafío de empezar a integrar”, afirmó la ministra de Industria, Débora Giorgi.
Lo hizo tras la reunión que la presidenta Cristina Kirchner mantuvo con su par de Brasil, Dilma Rousseff, encuentro bilateral en el que se acordó la creación del Mecanismo de Integración Productiva (MIP), ámbito que integrará a técnicos argentinos y brasileños.
Desde Caracas, Giorgi señaló la necesidad de continuar negociando con el principal socio comercial argentino “las cuestiones que tienen que ver con sectores con mano de obra intensiva, como calzado, textiles, automotriz-autopartista y maquinaria agrícola”. También puntualizó que “en un contexto internacional donde los países desarrollados derrumban su crecimiento, la premisa de la presidenta fue articular y profundizar la integración argentino-brasileña para preservar el trabajo y la producción bilateral”.
La ministra, además, destacó la importancia de avanzar en un proceso coordinado de sustitución de las importaciones industriales que Argentina y Brasil concretan desde países extrazona. Un rubro que en los primeros diez meses del año arrojó unos 160 mil millones de dólares, de los cuales 30 mil millones corresponden a compras concretadas por nuestro país. “Nos encaminamos a un intercambio bilateral de 40 mil millones de dólares. Las tensiones, ante semejante flujo, son inevitables. El desafío es ir superándolas una tras otra”, señaló Giorgi.
Giorgi también destacó los acuerdos alcanzados con Venezuela. Uno de ellos permitirá a pymes argentinas exportar por un valor de 200 millones de dólares bienes finales y tecnología al programa venezolano de creación de fábricas socialistas. Otro acuerdo de importancia es el que permitirá a nuestro país exportar al mercado venezolano durante el año próximo unos 13.500 vehículos por un valor de 215 millones de dólares. “Estamos diversificando mercados y vemos en América latina un gran terreno para crecer. Las estimaciones dicen que las ventas anuales de autos en la región pasarán de los 5,5 millones actuales a 7 millones de autos en 2015”, prec isó la ministra.
 
Fuente: Miradas al Sur.

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