jueves, 2 de agosto de 2012

LAS REVISTAS DE HABLA INGLESA SIGUEN MONOPOLIZANDO EL PRESTIGIO CIENTIFICO

Una forma de colonialismo que persiste en la ciencia. Para adquirir crédito profesional, los académicos argentinos necesitan publicar sus trabajos, pero este es un terreno liderado por el mundo anglosajón. El riesgo de orientar las investigaciones hacia problemáticas foráneas.

Por Nadia Luna.

El fenómeno del "colonialismo científico" es una arista más de la eterna disputa entre las naciones hegemónicas y las menos desarrolladas. Aquí, el trofeo es el progreso, y el campo de batalla cobra la original forma de las revistas científicas, que han sido un instrumento imprescindible para la difusión social del conocimiento. Pero desde mediados del siglo XX, el prestigio de las publicaciones comenzó a influir cada vez más en la evaluación de la carrera de un científico y así lo demuestra la archirrepetida frase "Publish or perish" (publicar o perecer), ya que, mientras más citados sean los trabajos publicados en una revista, mayor será su prestigio. El problema es que en esta "guerra de saberes", los países iberoamericanos corren con desventaja, ya que cuentan con menos recursos para destinar a la ciencia que los del "primer mundo". Como consecuencia, las revistas más prestigiosas surgen de la comunidad científica anglosajona y el inglés se instituye como "lengua madre" de la ciencia. En bases como la del Science Citation Index (SCI), que registra artículos de aproximadamente 3300 revistas científicas de un total de 70 mil de todo el mundo, se puede apreciar esa ventaja: en 2009 sólo había 34 revistas brasileñas, ocho chilenas y seis argentinas.
Si bien es lógico que un investigador quiera divulgar sus papers en publicaciones reconocidas, el problema surge cuando el medio se transforma en un fin en sí mismo.
"Los científicos lo viven como una pesadilla y están obsesionados por cumplir con las normas", cuenta Rubén Calmels, subsecretario de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la editorial de la UBA, Eudeba.
"No defiendo el colonialismo, pero creo que no todo es colonialismo", opina la historiadora Noemí Girbal Blacha, Investigadora Superior del CONICET y Asesora de Ciencia y Técnica en la Cámara de Diputados de la Nación. "La sociedad nos paga para producir un conocimiento que tenga el mayor alcance posible y esas realidades deben ser conocidas más allá de nuestros ámbitos locales", explica.
La doctora Girbal dirige la colección "Convergencia. Entre memoria y sociedad" de la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). "A veces creo que muchos colegas tienen miedo de hablar de excelencia académica, como si fuera algo oligárquico, y en realidad la excelencia es una buena formación al alcance de todos pero con ciertas exigencias. Si esas exigencias no existen y todo da lo mismo, me parece que eso no está bien." Además, Girbal propone que importa más calidad que cantidad, porque para que una investigación sea útil no sólo hay que publicarla, sino también utilizarla. Pero justamente por eso, piensa que "es importante medir hacia fuera. Y eso no es colonialismo, sino poder estar a nivel de los demás", enfatiza.
"Hay disciplinas en las que tenés que evaluar las investigaciones en un ámbito más local", explica el director del CAICyT, Jorge Atrio. "Si alguien se dedica a investigar algo muy puntual, que sólo se da en la región, es difícil que despierte el interés de publicaciones extranjeras. Y ahí es donde empiezan los conflictos. Si a esa persona la evaluás por sus publicaciones en el exterior, no va a salir bien evaluada." Es entonces cuando "la exigencia de publicar en determinados medios termina generando el riesgo de que la publicación condicione el tema de investigación". Es decir, el deseo de publicar internacionalmente puede llevar a orientar la investigación hacia problemáticas ajenas a la región.
Al incentivar la publicación científica local, se busca propiciar una cultura de integración iberoamericana. Sin embargo, muchos investigadores señalan deficiencias de coordinación regional. "Me parece que las políticas científicas se han trazado igual que el ferrocarril inglés", reflexiona Calmels.
"Hay una falta de coordinación", coincide la bibliotecóloga de la Universidad Nacional de La Plata, Cecilia Rozenblum, "porque si no, no se daría el hecho de que el CONICET valúe cero las revistas nacionales y Brasil valúe con mayor puntaje a sus revistas. No se han puesto de acuerdo, quizás no se han planteado la problemática", asume.
El editor de la UBA apunta que "el MERCOSUR no se puede quedar sólo en un mercado común, debería dar una vuelta más sobre aspectos culturales y científicos. Tenemos que acordar políticas científicas con Brasil, por ejemplo, y aumentar la cantidad de proyectos en común".
El investigador del CONICET Daniel Cardinali, opina que publicaciones bilingües "pueden ayudar a que los investigadores se vuelquen hacia los órganos locales", ya que cumplirían con la misión de difundir tanto en sus respectivos países como fuera de ellos.
Pero aun dentro del mismo idioma, el lenguaje de los papers es cada vez más técnico y dificulta el entendimiento, incluso entre científicos de la misma disciplina, pero distinta rama. Si a eso se le suman las diferencias de habla entre países, el asunto sólo empeora.
Un fenómeno que viene en expansión es el "Acceso Abierto" (Open Access). Se trata del acceso libre y gratuito a material en formato digital en Internet, especialmente utilizado para artículos de investigación científica. Se dividen en dos grandes grupos.
Los repositorios son archivos de papers, que usualmente almacenan la producción de una determinada institución. Las revistas, en tanto, cuentan con un proceso de evaluación por pares (referato o peer review) que los artículos presentados deben superar para ingresar a la publicación, por lo que otorgan prestigio al investigador. Pero hay diferentes posturas.
"No soy partidario de una apertura total", sostiene Calmels. "Yo no le abriría completamente a Oxford, por ejemplo, porque ellos no abren sus archivos y revistas." En cambio, Rozenblum asegura: "Estamos absolutamente a favor del acceso abierto. Nuestro fin es que se conozcan los trabajos de los investigadores."
El CAICYT es el organismo nacional encargado de administrar diferentes proyectos que promueven la publicación regional. El paso siguiente a la creación de una revista es Latindex, una iniciativa generada a finales de los '90 por la Universidad Autónoma de México (UNAM), que es un portal que indexa sólo las revistas que superan un proceso de evaluación editorial. Luego, está el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (NB), específico para publicaciones del país, con requisitos más restrictivos que Latindex. Por último, las revistas del NB tienen la posibilidad de ingresar a SciELO (Scientific Electronic Library Online), una red iberoamericana de bibliotecas electrónicas con revistas científicas a texto completo.
"Hoy estamos en unas 70 publicaciones argentinas en SciELO", afirma Atrio.
Otra iniciativa regional importante es Redalyc, la Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal, que inició en 2003 impulsada por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Hoy cuenta con más de 700 publicaciones.
"El acceso abierto es extremadamente importante. Pero alguien tiene que pagarlo", reconoce Cardinali, y da el ejemplo de BioMed Central, que cuenta "con una gran cantidad de revistas médicas inglesas pero le cobra al autor 500, 600 o 1000 euros por cada publicación, lo cual muchas veces representa la totalidad del subsidio que tiene una persona acá".
Al mismo tiempo, las revistas y repositorios son emprendimientos que hay que mantener, obligación que se dificulta debido a la escasez de recursos. "Hay centros de investigación muy chiquitos que cuentan con un equipo de trabajo menor, donde no hay plata destinada al editor de la revista. Entonces el comité editorial no cobra, y tiene que hacer su tarea como docente y como investigador, además de la revista", describe Calmels.
"Los organismos de ciencia deberían asociarse regional e internacionalmente, para que los investigadores que trabajan en esos países tengan la posibilidad de entrar al acceso abierto de manera libre", concluye Cardinali.

Fuente: Tiempo Argentino.

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