miércoles, 15 de agosto de 2012

COMO INFLUYEN LAS DIETAS DE LAS REVISTAS EN LA BULIMIA Y LA ANOREXIA

Por Diego Long.

El 25 por ciento de la población del planeta padece desórdenes alimenticios por ir contra la naturaleza.
       
Se ha hablado sobre la gravedad de los problemas para la salud, derivados de los desórdenes alimenticios, como la bulimia y la anorexia. Pero muy superior es la maquinaria en sentido contrario, que abarca desde las mil dietas de revistas, y las fotos de los cuerpos que se deben usar, hasta los sitios de internet que enseñan a ser bulímicos y anoréxicos a los jóvenes, y aconsejan cómo vomitar y ocultarlo.
Nada menos que entre un 20 y un 25 por ciento de la población mundial sufre algún tipo de problema derivado de trastornos alimenticios. Un 90 por ciento de esos casos comienzan con una mala dieta, sin control médico.
“Evidentemente hay que recordar que la anorexia y la bulimia son las patologías psiquiátricas de mayor mortalidad”, dice la directora médica de Aluba (Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia) y Abint, centro médico de alta especialización en patologías alimentarias, trastornos de ansiedad, personalidad y desorden bipolar, Mabel Bello.
La especialista dice que no hay demasiados secretos. Una dieta variada, que incluya los principios nutritivos, hidratos de carbono, proteínas y grasas, debe proponer las cuatro comidas principales y evitar los excesos. Seguir la pirámide alimentaria, más frutas y verduras, y menos harinas y azúcares elaborados.
El problema es que “hay una dieta para cada paciente” y situación, no sólo dependerá de su edad, peso y estado de salud sino que, para que no fracase y termine siendo peor el remedio que la enfermedad, “debe estar adaptada a los hábitos, gustos y objetivos de la persona que quiere bajar de peso”.
Bello aclara que la clave de todo el gran problema es “no contrariar el plan de la naturaleza”. Por ejemplo, “no le es gratuita una dieta para adelgazar a un organismo que está creciendo”, alerta. “Más importante que una dieta restrictiva para, por ejemplo, una chiquita con sobrepeso a los 10 años, es enseñarle a comer despacio, tranquila y que la madre elija el tipo de alimentación”, o bien “ayudarla a que tenga una actividad física que le sea agradable”. La especialista pone énfasis en que lo fundamental es que la niña “sienta un placer y no un obligación”.
También hay una ‘mala represión’ en esos momentos en que los adolescentes tienen mucha hambre y comen más de lo habitual, lo que también los médicos llaman “la época del estirón”.
Están creciendo, sus huesos se están desarrollando y también todo su organismo. La doctora Bello, repite: “Hacer una dieta para adelgazar en ese momento es contrariar el plan de la naturaleza. Lo más importante es regular la alimentación y que no modifique la conducta de una manera negativa”.
Allí aparece otra faceta, porque “si a un chico se le prohíbe comer o se lo presiona mucho para bajar de peso, lo más probable es que coma a escondidas y compulsivamente, porque el mandato interior, la necesidad biológica del crecimiento lo inclinarán a estar más ansiosos por la comida. Lo único que se conseguirá es un ansia mayor por la comida, seguida de una sensación de culpa por su transgresión y mayor impulsividad”. La receta termina dando resultados negativos a la salud.
Esas represiones también son del plano discursivo. Como en el caso de las madres que dicen ‘si seguís comiendo, no vas a conseguir novio’, y consiguen que la niña sienta “que su cuerpo es rechazable, que los demás la miran mal, que entre en conflicto consigo misma y se enfrasque en una dieta”. Esto se va multiplicando porque no hay conciencia en las familias. El ejemplo contrario, aunque similar, es el de una chica que quizá sea abanderada y sus padres estén orgullosos y que cuando empiece a adelgazar piensen ‘qué bien, encima se cuida’. “Porque ahora cuidarse es hacer una dieta para adelgazar”, protesta Bello.
La bulimia o la anorexia, o el caso más extendido entre los varones, la vigorexia, son adicciones a través de las cuales se manifiesta un problema de índole emocional. Todas estas patologías, iniciadas quizá de manera tonta, terminan delatando “un desorden del estado de ánimo –relata Bello–, del miedo a crecer, del miedo a ser aceptados, que los lleva a una conducta que va a ser contraria a su salud”.
Según Mabel Bello, las personas que están predispuestas a estas patologías son las que “le tienen miedo al futuro, a la responsabilidad, a la crítica, que huyen ante una situación de estrés”. Y variarán de acuerdo con la personalidad de cada uno.
Una personalidad predispuesta a la anorexia, según la experiencia en los centros que dirige Bello, “es la chica perfeccionista, autoexigente, que generalmente es abanderada o escolta, la que se mata estudiando pero no por amor al conocimiento, sino por miedo a la crítica, esa rigidez de su conducta, ritualista y perfeccionista, capaz de borrar o romper una hoja mil veces hasta que la sienta perfecta, en la adolescencia, muy probablemente la ponga a ser flaca para tener éxito”.
Los síntomas de la patología, además del adelgazamiento, son caída del pelo, uñas quebradizas, sensación de frío, una circulación cada vez más pobre, el corazón incluso se achica y late mucho más lento. “Es como un edificio al que le han quitado los suministros y entonces se mantiene con lo mínimo indispensable para sostener la vida”, grafica Bello, entonces “el corazón late menos, todo se empequeñece, se suspende la menstruación, que es un gasto calórico, las chicas no ovulan ni sienten libido, deseo o sensualidad. La actividad física sobrepasa las posibilidades de ese corazón y si hay vómitos o atracones, el potasio baja, y eso es una receta mortal”.

Fuente: Miradas al Sur.

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