jueves, 26 de julio de 2012

"MAS PADRES COMO EL", PIDEN LOS VILLEROS

Los fieles de Cristo Obrero, la parroquia que Carlos Mugica construyó en la Villa 31, coinciden en que aún persisten el hambre y la estigmatización a lo que se suma el flagelo de la droga. El recuerdo de sus amigos. La fiesta del domingo.

Por:Gustavo Sarmiento
                       
Aquí, el Padre Mugica es un santo". El padre Guillermo Torre realizó esta reflexión minutos después de haber finalizado la misa recordatoria por los 38 años del día en que miembros de la Triple A asesinaron a Carlos, el 11 de mayo de 1974. El lugar es la Parroquia Cristo Obrero, de la Villa 31, donde Mugica cumplía su tarea pastoral y donde fueron trasladados sus restos en 1999, después de estar enterrados en el cementerio de la Recoleta.
"Bienvenidos a tu casa Padre Carlos. Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo", dice el cartel de entrada de la capilla.
Angélica Banzer, de 41 años, llegó de Bolivia en 2001: "Es nuestro mártir. Sabía que lo iban a matar y aun así siguió caminando dónde veía gente humilde con necesidades", aseguró sobre la figura del líder del movimiento de sacerdotes tercermundista.
Al ingresar al templo, sobre la derecha, se exhiben paneles con fotos de Mugica: uno tiene el título "El Profeta" y lo muestra en sus tareas. Otro refleja su asesinato, acompañado de su frase: "Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos."
"El padre Ricciardelli del Bajo Flores me contaba muchas cosas, sus misas. Cuando en 1999 me designan para la Villa 31 no lo podía creer. Justo el mismo año que trasladaron su cuerpo acá", contó el cura villero, Guillermo Torre. Ese "acá" hoy es el altar del santo Mugica de la Villa 31, donde personas como Yolanda, de 59 años, llegan a rezarle y pedirle por "más padres como él que sigan su ejemplo y luchen por los que menos tienen".
Nicolás Luque, de sólo 12 años, vino con su madre desde Monte Chingolo, portando una remera con la figura de Mugica, para "resaltar su vida y su humildad". Para Nicolás, a Mugica lo mataron a la salida de la Parroquia San Francisco Solano (donde ayer se hizo una misa en su homenaje) porque "al gobierno no le convenía que esté con los pobres, sino los villeros iban a estar bien". El padre Torre agregó que "su muerte, a manos de la ultraderecha de un gobierno civil, fue el comienzo de una ola de violencia que siguió fuerte en la dictadura". Hugo y Manuel Herrera volvieron a verse con cuatro amigos más después de años, y arreglaron ir en grupo a la misa, recordando aquellos días de parroquia y fútbol. "La iglesia era un punto neurálgico", contó Manuel, que tenía 14 años cuando Carlos hacía sonar La Misa Criolla por los parlantes, los fines de semana, como señal de que se acercaran a recibir la chocolatada o los jueguetes. "Era un gran jugador de fútbol, zurdo, pero ojo que se calentaba y te puteaba, eh", agregó. Los fieles coincidieron que 37 años después, persisten circunstancias similares como el hambre o la estigmatización, pero otras diferentes, como la droga. "Hoy Carlos estaría luchando para vencer este mal a través del deporte", consideró Torre.
El domingo a las 11 se realizará en la misma parroquia la "gran fiesta en su memoria", a la que asistirán vecinos de otras villas. Ayer, su gente lo recordó con su canción: "Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre." <

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