jueves, 21 de junio de 2012

CON LA PALABRA COMO PUNTO DE ENCUENTRO

En todo el país funcionan 2 mil bibliotecas populares. Su función como espacio de contención social y el impacto de la AUH en ellas.

 Por Gisela Carpineta      
 
Gabriela tiene 36 años, es esposa y madre. También es la maestra, compañera, apoyo y guía de decenas de chicos y adolescentes que diariamente se acercan a la Biblioteca Popular Madre Teresa de Calcuta, en Virrey del Pino, La Matanza. Pero no está sola. A lo largo y a lo ancho del país hay más de 30 mil voluntarios que organizan casi 2 mil bibliotecas populares y que, como ella, cada mañana dejan la comodidad de su casa para convertirse en los bibliotecarios del barrio.
“Mi rol es darles el material que están necesitando, también los ayudo a hacer la tarea. A veces no tienen los elementos para hacer las láminas y nosotros los ayudamos. Pero más que los elementos, lo que buscan y necesitan es un lugar, porque como en la mayoría de las casas son muchos hermanos, a veces no tienen un espacio como para desplegar una lámina ni alguien que los pueda ayudar”, explica Gabriela, quien además por las noches estudia para recibirse de bibliotecaria. “También para ellos es un esfuerzo enorme poder acercarse, pero se nota que les gusta y que les hace tan bien a ellos como a mí”, agrega.
Según explica Eduardo Burattini, fundador y director de la biblioteca, la idea de crearla surgió en febrero de 1998: “Hasta ese año no había bibliotecas en la zona. Por lo tanto, la lectura y el acceso a la información, no sólo para los chicos sino para cualquiera que estuviera estudiando, era dificultoso porque sí o sí tenían que trasladarse a la Ciudad”. Tal es el caso de Daiana que quiere ser policía y para entrar a la escuela de cadetes Coronel Ramón Lorenzo Falcón tiene que rendir un examen de ingreso. “Gabriela me ayuda a preparar los temas, los estudio y luego vuelvo con las dudas de las cosas que no entiendo. Todo el material lo estoy sacando de acá, ¿de dónde si no?”, se pregunta. A su lado, Gabriela la escucha y se emociona, pero rápidamente continúa enseñándoles a leer y a escribir a una nena y a su mamá.
Con el fiel objetivo de no sólo ser un reservorio de libros sino también promotores de cultura, entre muchas otras cosas, hoy también cuentan con talleres de folklore, guitarra, poesía y brindan un servicio de Información Ciudadana.

El rol de la CONABIP. La Comisión Nacional de Bibliotecas Populares nació con la ley 419 impulsada por Sarmiento en 1870, cuatro años después de la creación en San Juan de la primera biblioteca popular. Su labor consiste en apoyar a las asociaciones civiles autónomas mediante diversas políticas públicas para que puedan continuar ofreciendo el acceso a la cultura. Su sistema de organización de bibliotecas comunitarias es considerado único en el mundo.
Con el objetivo de que las bibliotecas vayan hacia la comunidad, entre las propuestas implementadas por la titular de la institución, María del Carmen Bianchi, se destacan las campañas realizadas a través de nueve bibliomóviles y una bibliolancha. Sólo en el último año, estos vehículos que cuentan con material bibliográfico y audiovisual para todas las edades, recorrieron más de 13 provincias y 483 localidades, llevando actividades culturales y de promoción de la lectura a toda la Argentina. Además, la Conabip ofrece la posibilidad de obtener material en la Feria del Libro con un 50 por ciento de descuento.
Néstor Kirchner, al incluir a la Conabip en el Presupuesto nacional, le permitió al organismo obtener una mayor visibilidad. Según explica Burattini, antes del 2003 la relación entre las bibliotecas y los organismos del Gobierno “era de tipo limosna”. Asimismo, luego de Juan Domingo Perón, Kirchner fue el segundo presidente en participar del Encuentro de Bibliotecas Populares. Lo hizo en el año 2005, en la Feria del Libro, ocasión que se recuerda porque allí leyó el poema “Quisiera que me recuerden” del militante desaparecido Joaquín Areta.
Otra de las políticas que marcó un antes y un después en el ámbito de las bibliotecas comunitarias fue la Asignación Universal por Hijo: Burattini afirma que desde su implementación se duplicó la cantidad de usuarios. “Muchos chicos han vuelto a la escuela gracias a esta política. Como no todos estaban en condiciones intelectuales para afrontar ese desafío, la biblioteca brinda el apoyo para tratar de nivelarlos, de acompañar al chico para que no sienta el fracaso o la problemática de estar un escalón más abajo que el resto de sus compañeros”, explica Gabriela.
En tiempos de transformación tecnológica y en pos de la inclusión digital en las bibliotecas populares, desde hace dos años la Conabip está llevando a cabo la implementación del sistema DigiBePé. Este programa implica la renovación de equipamiento informático, el desarrollo de software propio y libre, la conectividad, capacitación y la creación de un catálogo en línea que permite el intercambio interbibliotecario de información. Al respecto, Burattini es determinante: “Hasta el momento, de las casi 2 mil bibliotecas que hay en el país, 750 estamos adheridas a este programa. La inclusión digital y el desarrollo de las bibliotecas en función de ello es uno de los grandes desafíos que tenemos por delante porque no queremos pasar a ser sólo un museo del libro”.

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