domingo, 18 de marzo de 2012

"EL TEMOR DE LOS PAISES ARABES A IRAN ES MAYOR QUE EL QUE LE TIENEN A ISRAEL"


Por Fabián Bosoer
Entrevista a Meir Litvak, profesor de la Universidad de Tel Aviv, investigador del Centro Dayan para Estudios de Africa y Medio Oriente. Los movimientos que sacuden al mundo árabe y las estrategias de los países que aspiran a expandir su influencia -como Irán y Turquía- están modificando el escenario geopolítico de Oriente Medio.
En esta región “hay mucha dinamita acumulada; esto es un polvorín lleno de mechas encendidas”. La frase puede erizar la piel de cualquiera, pero en el caso de este historiador de mirada reflexiva y hablar pausado no busca dramatizar la explosiva situación de Oriente Medio sino comprender la complejidad de los fenómenos simultáneos que convergen en las actuales convulsiones en el mundo árabe y que tienen a Israel como un epicentro. Meir Litvak es profesor de la Universidad de Tel Aviv, investigador del Centro Dayan para Estudios de Africa y Medio Oriente y uno de los principales especialistas israelíes en estudios sobre islamismo e historia de los árabes. Mientras escucha cada pregunta, en el Instituto internacional israelí de Beit Berl, donde se produce este encuentro y desde donde se alcanza a divisar la ciudad palestina de Kalkilya, al otro lado de la cerca, Litvak parece estar viajando por la historia hasta encontrar ejemplos que expliquen mejor el presente. Sus respuestas no son asertivas, ofrecen indicios para observar estos fenómenos sin simplificaciones o estereotipos. Rechaza hablar de “los árabes” o “los judíos”, “los libios” o “los sirios”, porque “vemos cada vez con mayor claridad que existen dentro de cada uno de estos colectivos marcadas líneas divisorias y profundas diferencias”. Durante la charla, a este cronista le vienen a la mente las palabras de David Ben Gurión: “demasiada historia para tan poca geografía”. ¿Cómo explica el avance de los movimientos islamistas en los países que se van liberando de prolongadas autocracias en el mundo árabe? Creo que aquí hay una cuestión cultural de fondo; los movimientos islámicos le están hablando a su gente en categorías que tienen que ver con su identidad profunda. Cuando hay momentos de crisis, la gente tiende a apoyarse en cuestiones de tipo simbólicas, y que tienen que ver con hechos que los acompañaron desde sus primeros días de vida. Especialmente en las situaciones de inestabilidad, la gente tiende a buscar aquello que le ofrece más seguridades, y en el caso del Medio Oriente, es la religión y la contención que ella otorga. Hay además un fracaso o agotamiento histórico de otras alternativas. Los estados, que fueron los que organizaron a esas sociedades a lo largo del último siglo, están perdiendo el monopolio del poder y este poder se está trasladando a la sociedad. Más el crecimiento demográfico, más las demandas insatisfechas, más el acceso de los jóvenes a la tecnología de las comunicaciones y tiene usted allí los elementos de este giro. Tal vez la conclusión sea ésta: el nacionalismo se agotó, el socialismo y el capitalismo fracasaron … El islam -que está ahí metido en sus bases sociales- “todavía no lo probamos, entonces vamos para adelante”. ¿Qué es lo que provoca este movimiento pendular? Creo que también los sectores laicos más liberales cometieron algunos errores, porque durante este tiempo ellos lucharon la guerra del ayer y no la del mañana. Se concentraron en enjuiciar a Mubarak y a su familia, en vez de empezar a crear organizaciones en las zonas y poblados pobres. Ellos hablaron en el idioma de las libertades pero no se preocuparon con el mismo énfasis en cómo darle de comer a la gente. Y en muchas situaciones históricas, cuando la dicotomía es libertad o comida, y hay una crisis económica muy seria, la gente va a elegir comida. En este último año, la situación económica de Egipto está mucho peor de lo que estaba antes, que ya era mala. Hay análisis que plantean un escenario posestatal en Oriente Medio; o sea, se resquebrajan los moldes del Estado nación y afloran tendencias cada vez más regionales y transnacionales. ¿Comparte usted esta visión? Yo diría que es diferente cada caso, de país a país. En Egipto, que es un país más homogéneo y que tiene todavía un gobierno, mucho más débil, pero gobierno al fin, es una cosa. Libia... hoy no sabemos si podemos definirlo como un país, tal vez sea una generación de tribus lo que vaya a haber allí. Siria se acerca a una situación de guerra civil, pero todavía hay un gobierno que está utilizando su fuerza represiva para mantenerse en el poder y ese es ahora el principal problema, pero sabemos que esto puede no mejorar en el futuro. Hoy, si tenemos que definir la identidad árabe, lo haríamos en términos más culturales que políticos; tiene que ver con una solidaridad básica, pero que no se expresa en una unidad política. Más bien al contrario, los pueblos árabes son cada vez más y más diferentes entre sí. ¿No resulta contradictorio que siendo Israel la única democracia de Oriente Medio se vean desde aquí con tanto pesimismo los procesos de democratización en el mundo árabe? Ocurre que desde el punto de vista estratégico, lo que pasó en el último año no es nada bueno para Israel. Porque tal vez era más cómodo interactuar con gobernantes individuales, de los que ya conocíamos su forma de operar, que sabíamos cómo pensaban y había algo más de certidumbre. Hoy estamos frente a fenómenos en los que no sabemos ni quiénes deciden, para dónde van a agarrar, ni cómo va la cosa. Otro de los problemas que tenemos es que los movimientos islamistas son muy antiisraelíes, e incluso antisemitas. Esto también complica mucho más las posibilidades de un acuerdo israelí-palestino, porque suponiendo que el gobierno de Israel quisiera dar los pasos para llegar a una negociación seria con la dirección palestina, se encuentra con que ella está dividida y debilitada: por un lado, con la Autoridad Nacional palestina y por el otro lado, con Hamás, que es la rama palestina de los Hermanos Musulmanes y está en contra de toda negociación con Israel. Asimismo, todo lo que está pasando en el mundo árabe amedrenta a una mayoría de israelíes, que ven con aprehensión el avance del islamismo extremista y la actuación de países con aspiraciones de dominio regional. Hay muchos israelíes que dicen “Israel hizo bien en no renunciar a las Alturas del Golán, porque imaginemos si ahora hubiera un cambio de gobierno en Siria y suben los islamistas …” Sumémosle a eso el riesgo de caídas en dominó: si cayera el régimen sirio, la inestabilidad afectará a Jordania y si el gobierno de Jordania cae y suben los islamistas o se produce una anarquía allí con la acción de grupos terroristas, Israel va a tener otro problema muy grave de seguridad en su frontera oriental. Y detrás de este escenario inestable, tenemos la actuación de Irán, cuyo régimen representa la posición anti-israelí o antisionista más extrema del Oriente Medio, planteando la destrucción de Israel, al que describe como “pequeño Satán”, mientras no duda en proclamar que “Israel debe ser borrado del mapa” y continúa con sus anuncios de desarrollo de armas atómicas y su apoyo a Hizbollah en el Líbano. De modo que no es como para destilar optimismo.¿No existen limitaciones de comprensión si pretendemos entender lo que pasa con ojos exclusivamente occidentales? Los cambios que están ocurriendo en el mundo árabe no se explican como un tema que viene de Occidente. Surge de una crisis y una transformación muy profunda, cultural, económica y social dentro del mundo árabe, aunque falte saber cuáles serán sus derivaciones políticas en el mediano plazo. Lo que dio comienzo a los eventos en Túnez cuando un hombre sencillo que salió de la universidad no encontró trabajo, vendía verduras en un carrito en la calle y cuando unos policías lo ofendieron, por desesperación, se inmoló. Así se encendió una mecha que terminó derribando al gobierno de Túnez, siguió en Egipto, con el inicio del movimiento en la Plaza Tahrir y sigue en Libia, Yemen, Bahrein y Siria … ¿Está respondiendo Israel con buenos reflejos a esta realidad? Ante todo, creo que los árabes están mucho más ocupados en sus problemas internos que en nosotros. Tal vez nos odian a nosotros, pero en este momento no tienen el tiempo para atender el tema Israel. El miedo de los países árabes hacia Irán es mayor que el miedo que le tienen a Israel, las diferencias religiosas entre chiítas y sunnitas son mucho más inmediatas en su atención que la relación hacia Israel. Son muchos más los muertos que hay en las guerras dentro de los países árabes que todos los que hubo en todas las guerras de la historia de enfrentamientos entre Israel y los países árabes. Los saudíes ahora afirman que si Irán obtiene armas nucleares ellos las obtendrán también. Durante años, no hicieron nada aunque sabían o temían que Israel tuviera tales armas. La razón es que ellos saben que Israel no representa ningún peligro para ellos, pero Irán sí. También es cierto que Israel no puede vivir al margen. Hay un terreno minado y hay que actuar con mucha habilidad buscando desactivar una a una las situaciones explosivas en derredor. También Israel tiene en su interior una importante población árabe y un 30% de su población judía inmigrante de países árabes. Hace falta, por supuesto, cambiar nuestros modos de pensar en Oriente Medio, tal como ocurrió hace un siglo cuando se desintegró el Imperio Otomano y empezaron a crearse nuevos estados.

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