miércoles, 8 de febrero de 2012

LA ARGENTINA Y LA NUEVA GUERRA FRIA


Nuestro país y sus socios regionales asisten desde un lugar privilegiado al quiebre del viejo orden global. Los desafíos y las amenazas que encierra el futuro para los intereses de América latina.
Por Waltera Goobar
La narcisista Argentina que durante décadas se miró a sí misma en el espejo de Europa y Estados Unidos, hoy contempla al Viejo Continente y al vecino del Norte como un reflejo fantasmagórico de su propio pasado reciente: los que en 2011 comen de los tachos de basura no son argentinos, sino londinenses, madrileños y atenienses al tiempo que los corazones de millones de sus compatriotas laten al frenético ritmo del riesgo país. Sin embargo, hubiera sido más justo llamar “indignados” a los piqueteros y caceroleros que en 2001 poblaban las calles argentinas que reservar aquél nombre para sus descremados y descafeinados herederos europeos y norteamericanos que aparecieron una década más tarde.La Argentina asiste hoy desde un lugar privilegiado al grotesco espectáculo de una crisis económica mundial, que lejos de aminorar durante 2011, se incrementó en casi todas las naciones capitalistas desarrolladas, lo que ha desencadenado una depresión mayor a la ocurrida en la década de 1930 del siglo pasado. Y es que los efectos de la crisis económica, financiera e inmobiliaria que comenzó en Estados Unidos a partir de 2008, se propagó con fuerza estremecedora en diferentes regiones del planeta y hasta el momento no se ven indicios de mejoría.Estados Unidos no sale del abismo financiero, mientras que el estancamiento de la economía de la Unión Europea es tan generalizado que sólo tendrá un crecimiento en 2011 de 0,3%, con enormes endeudamientos fiscales. Todos se preparan para un período prolongado de estancamiento en toda la Unión, con mayores dificultades para los 16 integrados en la Zona Euro.La economía de América latina, con altas y bajas, ha ido escapando de la profunda crisis económica que después de tres años continúa afectando a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Más aún, 2011 estuvo signado por el concepto de la integración. Fue el año de la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y el reforzamiento de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), de la Unión de Naciones de América del Sur (Unasur), y de los Bancos del Sur y del Alba.El surgimiento de todos esos organismos regionales sin la presencia de Estados Unidos ni las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha demostrado la capacidad de los pueblos del hemisferio sur de dirigir y determinar sus propios intereses y necesidades y que los tiempos de hegemonía unipolar en el área están cambiando.China ha sido un factor fundamental para moligerar los efectos de la crisis internacional al impulsar sus relaciones mercantiles y de inversiones en América latina lo cual ayudó a esta región a paliar los efectos de la crisis.Según Michael T. Klare, profesor de estudios sobre paz y seguridad mundial en Hampshire College, el anuncio estadounidense de ‘un Siglo del Pacífico’ implica una nueva Guerra Fría contra China que previsiblemente tendrá consecuencias políticas, económicas y militares en América latina y –por tanto– impactará también en Argentina.Klare sostiene que el nuevo centro de gravedad de la política estadounidense supone el abandono de Medio Oriente, que durante medio siglo fue su prioridad, para focalizarse en China a quien considera su principal adversaria. La lectura del Pentágono sostiene que el talón de Aquiles de la economía china son las importaciones de petróleo que llega al país necesariamente por el Mar del Sur de China, donde Obama prevé su mayor despliegue militar.El viraje estratégico de Estados Unidos puede llevar al mundo a una situación “extremadamente peligrosa”, señala Klare. En su opinión, compartida por otros analistas, estamos ingresando en una nueva guerra fría que no excluye “el dominio y la provocación militar” con fuerte énfasis en el control de los hidrocarburos del planeta. Si el objetivo de Estados Unidos frente a China consiste en “poner de rodillas a su economía, mediante el bloqueo de sus vías de suministro de energía”, esa política –que no es nueva– es de hecho un anuncio para el resto del mundo. En ese contexto, el periodista uruguayo Raúl Zibechi puntualiza que las exportaciones de Venezuela a China están en el punto de mira de Washington. Las inversiones chinas en ese país acumulan 40 mil millones de dólares desde 2007. Pdvsa exporta 430 mil barriles diarios de petróleo a China pero las estatales chinas Cnpc y Sinople planean multiplicar por diez su bombeo de crudo en Venezuela hasta llegar a 1,1 millones de barriles diarios en 2014.El viraje de Obama cuando insiste en que “Estados Unidos es un país del Pacífico”, no sólo implica tejer alianzas en Asida sino también en América latina. Zibechi señala que un segundo paso en la confrontación regional de Estados Unidos con China consiste en un ambicioso acuerdo de libre comercio entre varios peses del Pacífico denominado Acuerdo de Asociación Trans-pacífico, TOP. Hasta ahora se trata de nueve peses: Australiana, Bruneis, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelandia, Perú, Singar y Vietnam. Además de fracturar América latina, Washington pretende excluir a China y romper la Asean, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, donde ese país tiene un papel hegemónico.Por ese motivo, en Brasil crece la convicción de que debe enfrentar nuevas amenazas y que ellas provienen de los peses centrales, en particular de los Estados Unidos. Hace diez días, el general de brigada Luiz Eduardo Rocha Paiva, miembro del Centro de Estudios Estratégicos del Ejército, analizó en las páginas de O Estado de Sao Paulo el reciente viraje estadounidense advirtiendo que la “pérdida de espacios” de la superpotencia y sus aliados repercute directamente sobre la región suramericana y Brasil. El general Rocha Paivavaticina: “Los conflictos llegaron a nuestro entorno. El fracaso o éxito limitado de Estados Unidos y sus aliados en áreas distantes resultarán en presiones para imponer condiciones que aseguren el acceso privilegiado a las riquezas de América del Sur y del Atlántico Sur”. Rocha Paiva destaca la creciente influencia de China en la región, la presencia de Rusia e Irán en país como Venezuela y concluye: “Los Estados Unidos reaccionarán a la penetración de rivales en su área de influencia y eso afectará el liderazgo de Brasil en el proceso de integración regional y en la defensa de su patrimonio y su soberanía”. Por eso, apuesta a reforzar el poder militar defensivo ante la nueva realidad.

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