lunes, 12 de diciembre de 2011

"LA ENERGIA DE LA GENTE ES MUY FUERTE"


El saxofonista Sergio Colombo tiene banda propia, y toca con el Indio Solari. Su saxo lo compró con lo que ganó en una verdulería.
Por Pedro Irigoyen
Tocar el saxo con un coro de 100 mil personas que siguen nota a nota la melodía de memoria con sus oh oh oh ya se le está haciendo costumbre a Sergio Colombo. El fin de semana tocó ante 80 mil personas en Tandil junto al Indio Solari, tres meses atrás fueron 100 mil en Junín, y así siempre. Y luego, fuera de sus destellos de masividad y al bajar de la euforia ricotera, vuelve a la velocidad que respira su saxo, la del reggae de El Natty Combo, su banda solista tras haber tocado con Los Cafres, Dancing Mood y Mimi Maura, entre varios otros.La historia de Colombo es de humildad y sacrificio. “Siempre me sentí medio bueno para nada, pero para la música y para el saxo sí sentí que sabía. Fue mi única manera de hacer algo por mí, para ser feliz el día de mañana. Ese es el truco de la vida”, dice a modo de presentación uno de los, tal vez, más grandes saxofonistas de la Argentina. Sin ser cuesta arriba, su camino es el del sacrificio y la dedicación: “En mi casa guita no había, tenía un vecino enfrente que tenía un órgano, iba mucho a su casa a tocar y sacaba temas de Sui Generis de oído con sólo ocho años”, recuerda. “Desde los 14 ya quería el saxo, pero recién a los 22 pude comprármelo, luego de laburar un año en una verdulería. Aún lo sigo usando, no lo vendo más”. “A la semana que me lo compré, empecé a estudiar y dejé la verdulería. Tenía que recuperar el tiempo perdido y estudiaba diez horas por día. Era muy meticuloso. Iba al conservatorio y fui once años al mismo profesor, Sergio Petravich, músico de jazz y un gran docente. Me enseñó el amor por el saxo, la lectura, a escuchar jazz. Y así armé un cuarteto jazzero que se llamaba Calle 54”, dice y elabora el ranking de sus saxofonistas favoritos con Dexter Gordon, Sonny Rollins y John Coltrane, en ese orden.En el camino también pasaron muchas bandas. “A los dos meses de comprarme el saxo me metí en una banda de mi barrio, se llamaba Lugano Blues. Pero yo quería tocar reggae. Es lo que me hace vibrar, lo que me hace feliz, soy fanático y es la única música que no podría dejar de escuchar nunca. Así entré a Charlan Jáparos, de Ciudad Evita, que fue mi primer banda de reggae. Y de ahí a Los Cafres, donde grabé dos discos, hasta el 2000. En paralelo toqué con Abed Nego, la banda de Pablito Molina, y después con Dancing Mood y Mimi Maura. En una época andaba con las tres bandas. Con todos ellos aprendí mucho, hasta que sentí la necesidad de formar mi propia banda. Hacía canciones y no las podía llevar a Dancing ni a Mimi Maura”. Un día su impulso ya no entró más en proyectos ajenos y decidió andar sobre sus propios pasos armando el Natty Combo, su propia banda de reggae. Al principio con el saxo y luego cantando y tomando el escenario cada vez más. De 2006 hasta hoy, editaron cuatro discos: Súper Dubwise (2006), Impulso (2007), En llamas (2008) y El Don (2010). “Fue un quiebre en mi vida. Estudié cada vez menos por el tema de la composición que necesita mucho ocio y estar al pedo para escribir canciones. Encima, ser líder de una banda es un quilombo. No es sólo sacarte las fotos y hacer los reportajes, hay un montón de cosas por detrás”.Y cuando había decidido dejar todo lo demás, surgió una propuesta a la que no se pudo negar. “En ese lapso, mirá cómo es la vida, justo me llamó el Indio. Y ahí no podés decir que no. Yo crecí escuchando Los Redondos. No los fui a ver nunca, pero lo escuchaba mucho”. Y fue el viaje al planeta Solari el que le habilitó paisajes que ni siquiera imaginaba: “Lo que se vive ahí arriba de ese escenario es increíble, yo no lo viví nunca ni como público. Es un quilombo. Hay cien mil personas, y vos arrancás un acorde y ves una ola de 99.500 que están saltando y levantando las manos. Todo se mueve, todo salta, la energía que emana la gente es muy fuerte. Te tira para atrás, es como una bola de fuego. Las banderas, todo”, dice con los ojos grandes como un niño.

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