martes, 26 de julio de 2011

LAS CANCIONES DE CUNA DE LA CALLE



Exponentes del rock musicalizaron letras escritas por chicos en situación de riesgo social.


Por Jimena Arnolfi

“Duérmete tranquilo que de tu lado jamás me iré, duérmete tranquilo que de ti no me olvidaré (…). No me llore tanto que ya se va a dormir, no me llore tanto que ya se va a dormir, la mamá está acá, la mamá está acá…” Ricardo Mollo - Nayeli a-Z (17 años)
"Madre buena, madre santa, pon tu mano en la mía y no te vayas… Hijo tierno, hijo bueno, te prometo que nunca te dejaré/ Madre siento, madre pienso, que prometes y me vuelves a fallar/ Hijo sueña, hijo canta (…)” Lisandro Aristimuño - Claudio (16 años)
Las letras citadas fueron escritas por chicos de la calle. También fueron cantadas por notables personajes del rock nacional e internacional. Cuenta Nayeli, la adolescente que escribió la letra que llamó No me llore tanto, que su canción surgió de las noches en que trataba que su bebé logre dormir. “Mi hijo no se dormía cantando las nanas que me habían enseñado y lloraba mucho, y empecé con No me llore tanto, casi como pidiéndole por favor…”.
Las 17 piezas musicales que integran el disco Canciones de Cuna de la Casa de la Cultura de la Calle fueron escritas por chicos de 7 a 21 años que se encuentran en situación de riesgo social.
Recientemente, el disco fue declarado de interés cultural en una ceremonia donde se estrenó el videoclip del primer corte de difusión del álbum, No me llore tanto, interpretado por Ricardo Mollo y dirigido por Mariano Hueter –disponible en youtube–.
Los músicos que grabaron Canciones de cuna son: Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo, Fito Páez, Pedro Aznar, Germán Daffunchio, Fernando Cabrera, Hilda Lizarazu, Litto Nebbia, Kevin Johansen, Lisandro Aristimuño, Damien Rice, Luka Bloom, Gonzalo Aloras, Miguel Cantilo, Hugo Fattoruso y Vítor Ramil.
Es imposible no sentir un escalofrío al escuchar esas letras que escribieron chicas y chicos que probablemente nunca escucharon un arrorró antes de ir a dormir. “Quiero saber por qué me fui de tu vida, por qué me dejaste solito”, escribe Emanuel, de 16 años, en Mamá querida, interpretada por Germán Daffunchio, de Las Pelotas.
“Si te duermes te doy un caramelo y te quiero mucho”, repite Vítor Ramil la letra que escribió Lucas Bustamente, de 9 años, en un dulce portuñol. El uruguayo Fernado Cabrera, por su parte, le puso la música a la letra que escribió Claudio Mizraji Molina, de 18 años: “Tus berrinches me preocupan pero me dicen que estás creciendo”.
Los chicos autores de las canciones participan de los talleres artísticos de la Casa de la Cultura de la Calle, una ONG cuyo objetivo es generar un espacio creativo para los chicos en riesgo social. “La CCC es itinerante, se encarga de llevar talleres y actividades artísticas a más de 400 chicos de hogares, institutos de menores y escuelas, e incluso chicos en situación de calle” explica Nicolás Pauls, que forma parte del proyecto y fue el productor ejecutivo del disco Canciones de cuna.
“Nos arraigamos a lo vincular, artístico y terapéutico. Trabajar desde el arte abre enormes posibilidades de transformación”, sienta en sus bases este espacio que preside Gastón Pauls. “Estoy muy agradecido a los que hicieron este proyecto que es la muestra de que es posible encontrar belleza calma y verdad en este mundo que de vez en cuando cierra los ojos para no ver y finge roncar”, dice Gastón Pauls.
Nicolás Pauls cuenta que “fue así cómo surgió pensar cómo serían las noches de estos chicos, se armó un taller con una propuesta clara: que los chicos escribieran textos, canciones, ideas, relatos relacionados a sus sueños, a lo que alguna vez les cantaron, a lo que a ellos les gustaría cantarle a sus hijos. Algo simple, pequeño, una canción de cuna”. Las letras fueron enviadas a los distintos músicos para componer y cantar una melodía en tono de nana o arrorró como si se las cantaran a sus hijos.
La escucha del disco una vez terminado fue en Circo Beat, el estudio de grabación de Fito Páez. Ahí se conocieron los autores de las canciones, los chicos de los hogares, las escuelas y los institutos de menores y los músicos. En ese momento se enteraron qué músico interpretaba qué letra. Ya se está pensando en un Canciones de cuna II .
“En lo personal, fue terrible grabar con todos esos monstruos que conforman este disco. Son tipos con los que yo crecí. Y desde el vamos se entusiasmaron”, cuenta Nicolás Pauls y repasa perlas del proceso de gestación: “Luis Alberto (Spinetta) me llamaba para cantarme la melodía que iba componiendo sobre la marcha. Lito Nebbia y Hugo Fattoruso, dos próceres de la canción, se involucraron de tal manera, que una vez entregada la canción, me llamaron semanas después para decirme que habían escuchado el tema con sus mujeres, sus compañeras, y que querían retocarlo para cantarlo mejor”.
La CCC es una asociación civil sin fines de lucro que trabaja por la inclusión social de niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad de derechos a través del arte. La recaudación de Canciones de cuna está destinada a generar más espacios creativos e incentivar el arte entre los más necesitados. El sitio web de la ONG es www.cculturadelacalle.org.ar.
• CASA DE LA CULTURA DE LA CALLE. Una experiencia cultural
La Casa de la Cultura de la Calle es una organización no gubernamental, creada por iniciativa de Gastón Pauls alrededor de 2004. En un principio el puntapié inicial fue un taller de teatro con diez chicos. Pauls cuenta cómo surgió el espacio: “Una noche me encontré con un grupo de cinco chicos que vivían en situación de calle en Plaza Italia. Me acerqué a uno de ellos, de no más de 11 años y le pregunté qué necesitaba, él me contestó: ‘yo necesito un lugar para expresar lo que siento’, ése fue el punto de partida de este proyecto.” Se trata de una experiencia artístico- cultural que promueve la creatividad, el aprendizaje y el intercambio. La organización trabaja con cerca de 400 chicos que están viviendo en diferentes hogares, y también con aquellos que se encuentran en situación de calle y concurren a Centros de Atención Integral. “El arte ha transformado esos dolores en algo que tiene vuelo propio, y que nada ni nadie podrá sacarles nunca (...). Por un momento, el juego lo es todo”, dice Marina Kamien, docente y artista de la Casa de la Cultura de la Calle.

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