miércoles, 30 de marzo de 2011

UN LIBRO PARA APACIGUAR LOS ÁNIMOS


Benedicto XVI reafirma en un libro próximo a aparecer que no se puede acusar a “los judíos” por la muerte de Cristo. El sociólogo Fortunato Mallimaci explica las motivaciones de la reafirmación de una doctrina del Concilio Vaticano II. Es imposible que “todo el pueblo” judío haya pedido la crucifixión de Cristo, aseguró el papa Benedicto XVI en un texto que señala como errónea esa interpretación que tuvo consecuencias “fatales” en la historia. “¿Cómo habría podido todo el pueblo (judío) estar presente en ese momento para pedir la muerte de Jesús?”, escribió en un libro que saldrá a la venta el 10 de marzo y cuyo adelanto, dado a conocer ayer, va en el sentido de confirmar lo sostenido desde el Concilio Vaticano II. En el libro Jesús de Nazareth, el papa Ratzinger señala que, cuando en el Evangelio de Mateo se refiere que “todo el pueblo” pidió la crucifixión, “no se expresa un hecho histórico”. “¿Cómo habría podido todo el pueblo (judío) estar presente en ese momento para pedir la muerte de Jesús?”, cuestiona, para reconocer que esa interpretación sustentó la persecución de los judíos. La “realidad” histórica, en cambio, aparece de manera correcta en los evangelios de Juan y Marcos, asegura el pontífice. “Según Juan, fueron simplemente los judíos, pero esa expresión no indica para nada que se tratase del pueblo de Israel como tal y menos que tuviera un carácter racista. Juan era israelita, como Jesús y todos los suyos. En Juan esa expresión tiene un significado preciso y rigurosamente limitado, se refiere a la aristocracia del templo (de Jerusalén).” Marcos amplía las acusaciones a los ochlos, la masa que apoyaba a Barrabás y que se había movilizado para lograr que fuera amnistiado con motivo de la inminente Pascua. “El verdadero grupo de los acusadores son los círculos contemporáneos del templo y la masa que apoyaba a Barrabás.” Además, el texto papal aclara que Jesús no fue un “revolucionario político” y que sus mensajes y comportamiento no supusieron peligro alguno para el dominio romano. En el adelanto del libro, Ratzinger también refiere una frase clave del Evangelio de Mateo: “Y todo el pueblo respondió: ‘Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos’”. La sangre de Jesús, escribió el Papa, “habla otro idioma diferente al de Abel”. “No pide venganza ni castigo, sino reconciliación. No es derramada contra algunos, sino que se vierte para todos. No es maldición, sino redención y salvación.” Las afirmaciones de Benedicto XVI van en línea con lo sostenido por el Concilio Vaticano II (1962-1965) en la declaración Nostra Aetate, en la cual las autoridades del catolicismo retiraron las acusaciones de deicidio contra los judíos. A juzgar por el adelanto, el contenido del nuevo libro de Benedicto XVI se encarga de “recorrer distintos documentos que la Iglesia Católica viene produciendo desde el Concilio Vaticano II, que afirman el diálogo interreligioso y la confraternidad judeocristiana”, interpretó el sociólogo especialista en religiones Fortunato Mallimaci, en diálogo con este diario. En ese sentido, no se trataría estrictamente de afirmaciones novedosas. Sin embargo, el momento en que sucede puede aportar otra luz a la lectura. “Pareciera que quiere poner coto, fin, límites, a ciertas corrientes católicas que, en los últimos años, han intentado seguir con el antisemitismo, negar el Holocausto. En esto, el Papa reafirma una línea doctrinaria. En ese sentido, es importante, porque también debe haber todavía hoy voces que niegan esta perspectiva o hacen una lectura fundamentalista del texto bíblico. Eso pasa dentro y fuera de la Iglesia.”

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