martes, 1 de marzo de 2011

"LOS RAPORTEROS FUERON RESISTENCIA ANTIMENEMISTA"


Por Julia Mengolini

¿Alguna vez te pusiste a pensar que Mick Jagger tiene la edad del abuelo? Fena abre la puerta, esbelto él, tiene puesta una remera que mi novio no se atrevería a usar. ¿Encontró el río de la juventud eterna? (No puedo creer que esté por cumplir 50 pirulos). Se ríe y después me explica, serio, que goza del síndrome de los músicos. Me miro al espejo y pienso que es hora de retomar las clases de piano. Hablar con Fena es como hablar con un pendejo que vivió las últimas 5 décadas. Casi ciencia ficción
.-¿Cómo empezaste a hacer música?-Yo sentí que tenía ganas de hacer música de muy chico, a los ocho o diez años. A los trece ya tenía un grupito. En esa época se usaban mucho los nombres en latín, el nuestro se llamaba Agnus Dei, una cosa entre mística y pretensiosa. Tocábamos canciones de Manal, de Spinetta, lo primero de Sui generis. Después con un amigo que era muy minucioso para escuchar música, nos armamos un multipista casero y grabábamos. Con él creo que empecé a entender qué es lo que me pasaba a mí con la música. Después hubo una especie de impass por mandato familiar y a los 18 volví a tocar y empecé a tocar de verdad. Fui al conservatorio de la UCA un par de años donde también iba gente que después se hizo muy conocida: Melingo, Fabi Cantilo, Pipo Cipolatti, Polo Cordela. Después lo conocí al negro Fontova y empecé a tocar profesionalmente.
-¿Cuál era ese mandato familiar que te llevó a un impass?- Mi viejo no quería que yo fuera músico. Hacía las cosas por mi bien, lo que pasa es que era mi bien según su cristal. No lo hizo como una forma de castración ni nada de eso, creo que en el inconsciente llevaba el mensaje de otra generación. Eso hay que corregirlo con los hijos, lo que importa es lo que ellos quieren y lo que a ellos les hace bien. Pero yo era un pibe muy inclinado a lo artístico y mi papá es contador, o sea que no tenía nada que ver con él. Y estudié arquitectura durante cuatro o cinco años. Lo mejor es que aprendí a dibujar con perspectiva. También me gustaba la parte de diseño. Seguramente hubiera hecho cosas muy lindas pero inconstruibles.
-¿Cómo pudiste romper con ese mandato?-Tenía 18 o 19 años. Me fui de la casa de mis viejos, lo conocí a Fontova, empecé a tocar y ensayar sin parar, dejé la facultad, me compré instrumentos y después hice un viaje muy largo por Centroamérica en el que me fogueé. Después tuvimos una época con Fontova Trío en el que nos iba bastante bien. En ese momento marcó una época. Empecé a contactarme con músicos y mi mundo empezó a ser ese, mis amigos son músicos, mi médula es esa.
-¿Cómo lo conociste a Fontova?-Por nuestras novias. Fue como un amor instantáneo y empecé a entender mejor de qué se trataba, porque el Negro es un gran profesional. Insistí para que me dejara entrar en su banda y me dejó.
-¿Qué es lo qué más te acordás de esa época?-Te va a parecer el pensamiento de un viejo melancólico pero no hay otra manera de recordarlo. Había una explosión cultural enorme. Todos nos sorprendíamos de todo. Tiene que ver con la coyuntura, con el momento, faltaba poco para que empezara la democracia y ya estábamos hartos de todo. Ya estábamos enterados de lo que eran los punks, de lo que pasaba cuando uno se revelaba. Empezaba a haber cierto movimiento artístico de confrontación y de choque y eso es insustituible, eso no existe más. Buenos Aires era un emporio de oferta cultural. Sentíamos que nos habían abierto la jaula.
-Vos en el 76 tenías 16, ya en edad de comprender. ¿Te involucraste de alguna manera?-Yo en el 76 era un estudiante de arquitectura, de clase media, era un estudioso, medio una rata de biblioteca, iba al Colón, era un espécimen medio raro. Y ahí estaba medio al márgen de todo. Sí sabía que había una señora muy incompetente con un tipo detrás que era un delincuente y que había que sacarlos. Todavía no estaba involucrado políticamente porque era un pendejo, aunque ahora sí se ven pendejos involucrados, cosa que festejo. Pero la dictadura militar fue festejada en nuestras casas. Quizá yo seguía lo que decían mis padres. Aunque eso cambió unos años más tarde con un episodio muy jodido que tuve, -que minimizo porque comparado con lo que realmente hubo no fue nada- me llevaron una banda de paramilitares y me tuvieron una horas cagándome a trompadas con los ojos vendados. Me retuvieron el documento y sabían muchas cosas de mi vida. Eso fue un alerta de que algo muy malo estaba pasando. Y después de eso estuve 3 años aterrado. Y no tenía posibilidad de militar en ningún lado porque yo estaba en otro lado por completo, mi formación era otra, yo más que nada tenía un miedo bárbaro. La visión romántica que se tiene ahora de lo que se podía hacer en ese entonces, no es tal. O pasabas a la clandestinidad y abandonabas tu vida o te la bancabas. Y estabas ahí esperando que pasara algo que te permitiera escapar. Mi idea era irme del país pero yo era muy chico. La posibilidad de comprometerse para torcer el curso de los acontecimientos era tomar las armas. Era una decisión muy extrema en ese momento. Yo por la formación que tenía, no tenía esa posibilidad. Lo que podíamos hacer nosotros ya en los 80 era ejercer una contracultura y juntarnos entre nosotros para resistir, pero eso no tiene ningún punto de coincidencia con tomar las armas y abandonar la vida.
-¿Cómo era esa resistencia cultural de los ochenta?-Un montón de artistas que intentaban hacer cosas que quebraran con todo eso desde el arte, que también tenía una carga ideológica por supuesto, un movimiento cultural que se empezó a enfrentar desde ese lado. Todo eso generado desde el arte con una idea política que no era concretamente tomar el poder sino resistir regando la plantita lo más que podamos para que no se nos marchite, porque lo que pasó fue un huracán de fuego que destrozó todo. Lo primero, la cultura.
- Los Raporteros (sketch del Programa de Tinelli) tenían un contenido social importante. ¿Serían posibles en este contexto o qué estarían cantando?-Los Raporteros fueron resistencia antimenemista, desde un lugar de súper exposición. Hoy estarían cantando en contra de la oposición.
-Pero no estarían cantando en contra de Kirchner.-Es que ya eso sería estar a favor. Hoy Los Raporteros estarían en contra de la fucking oposición que existe, nada más. Y eso es estar a favor de Cristina. Ser oposición de la oposición es ser cuasi oficialista. A mí no me gusta decir soy oficialista porque quiere decir ceder ciegamente a cualquier rumbo y yo no soy ciegamente oficialista, yo estoy a favor de Cristina, lo cual no quiere decir estar 100 por cien a favor del gobierno y de todas las personas que están alrededor de Cristina.
-¿Qué es lo que más te entusiasma del Kirchnerismo?-Levantan en el siglo XXI las banderas del verdadero peronismo. Lo que hizo el general Perón aún antes de ser presidente fue muy revolucionario. Fue un quiebre entre la oligarquía corporativa que gobernó este país desde el principio y hasta ese momento, fue darle derechos a los trabajadores y a los más humildes y fue tratar de equiparar la distribución del ingreso. Lo mismo que hizo Néstor y que quiere profundizar Cristina. Con el agregado que en esta época, la tecnología y la media es muy importante porque son lo que serían el equivalente a los terratenientes que tenían miles de hectáreas. Son los que pueden desequilibrar la balanza para el lado del mal, para que todo siga desfasado y mal armado, porque los medios en este momento del mundo, son determinantes. El kirchnerismo es una especie de neoperonismo, inteligentemente aggiornado al siglo XXI. Yo creo que Néstor fue cero improvisado, que tenía bien claro cuáles eran los objetivos y las etapas que tenían que cumplirse antes de ir por esos objetivos. Lo verdaderamente revolucionario desde hace 50 años para acá es esto. Yo no recuerdo otro gobierno que tenga acciones revolucionarias. La verdadera revolución hoy es atacar a la corporatocracia. ¿Y quién lo hizo? Néstor Kirchner y ahora Cristina. Entonces, ahora hay que reformular el peronismo para mí. Ser kirchnerista ahora no es exactamente ser peronista porque ser peronista conlleva un folklore y una mística que el kirchnerismo dejó de lado, o por lo menos dejó que lo curtan los que quieran. Esto está aggiornado ahora. Por eso el kirchnerismo es kirchnerismo y no es peronismo kirchnerista. Todo lo que sea estar en contra del establishment que destruyó la argentina e hizo lo que se le cantó, todo lo que esté en contra de eso, yo voy a estar a favor. Por eso, siempre estuve en contra de Menem, volviendo a los Raporteros. Nosotros nos comimos un montón de cartas documentos. Lo que pasa es que todo eso por el contexto en el que estaba -que es Tinelli- para las mentes iluminadas, estaba invalidado. Con el paso del tiempo muchos se quedaron con que yo soy un bicho de Tinelli, sin darse cuenta que lo que nosotros hacíamos era completamente diferente. Me rompe las pelotas la generalización barata y la visión sesgada que no sopesa lo que está hecho. Vos podés escribir geniales artículos desde el peor de los medios.
-¿El programa de Tinelli viene a ser el peor de los medios?-¡No! El programa de Tinelli es un programa popular, dedicado al entretenimiento y que en eso es campeón. Chau. Yo no me voy a poner a pensar con el programa de Tinelli, pero lo ven 3 millones de personas que hacen su paja mental, él logra su objetivo y se acabó, es entretenimiento. Yo no estoy juzgando eso, lo que digo es que para los iluminados yo soy un bastardo porque estuve con Tinelli y yo lo que hice en ese lugar, estaba bueno. La edición era increíble, las letras eran geniales, la música era buena y nosotros lo hacíamos muy bien, con humor ácido e irónico. Era un buen cóctel. En otro contexto, más cool, hubiéramos estado en la tapa de la Rolling Stone.
-¿Perdiste algo por estar ahí?-Cuando me fui, me fui huyendo de la extremada exposición que tuvimos, huyendo de haber perdido mi nombre, ya no me llamaba Fena sino “el Raportero”. Cuando presenté mi segundo disco en el Hard Rock Café, había muchísima gente, mucha más de lo que esperábamos. Cuando toqué el primer tema vi caras de desconcierto, con el segundo tema vi caras de desilusión. Cuando la primera voz dijo “cantá rap”, comprendí. Pregunté cuántos habían venido a ver los raps que canto en la tele. Levantaron la mano más de la mitad. Les dije que fueran a que les devolvieran la entrada y se fueron. El dueño me quería matar y mi manager me tiraba cosas desde atrás del escenario. Y ahí me cayó la ficha de que había perdido mi nombre y de que empezaba a no ser nada mi música, que es como mi muñeca más preciada. Renuncié, quemé las naves y me fui a España.
-¿Por qué hiciste un libro de cuentos para niños?-Son sólo cuentos. Puede tener alguna enseñanza implícita. Yo lo hice pensando en mis hijos y en que le muestren a sus hijos lo que hizo su abuelo. Esa tontería familiar de italiano. Es interesante, es un lenguaje que me gusta mucho, me acerca a publicar algo porque las cosas que tengo escritas para grandes no me atrevo a publicarlas, tengo un pedo muy feo relacionado con el estilo. Como le guardo demasiado respeto a la literatura me da miedo publicar algo y que digan “este es un pelotudo”. La literatura infantil es más directa y más llana. Además mato dos pájaros de un tiro porque me gusta mucho dibujar.
-¿A qué le decís ni a palos?-A la oposición, con fervor.

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