sábado, 18 de diciembre de 2010

"HA INSPIRADO A GENERACIONES"


La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires realizó un acto para homenajear la trayectoria de Pérez Esquivel y su lucha por los derechos humanos. Se reprodujeron testimonios de Eduardo Galeano y del presidente ecuatoriano, Rafael Correa.


El 10 de diciembre de 1980, en Oslo, Noruega, Adolfo Pérez Esquivel recibía el Premio Nobel de la Paz. Lo hacía “en nombre de los pueblos de América latina, de los trabajadores, obreros y campesinos que son reducidos a niveles de vida infrahumana, de los niños que sufren desnutrición... de nuestros indígenas, de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos, de los desaparecidos, muchos de ellos niños, de los miles de exiliados, de los pueblos que reclaman libertad y justicia para todos”. Esas palabras, que entonces no pudieron conocerse en una Argentina sometida por el terrorismo de Estado, serán recordadas hoy, en un homenaje a Pérez Esquivel, a treinta años de aquella distinción.

El acto fue organizado por la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires y se hará en La Plata. Como parte del homenaje se recordarán distintos momentos de la trayectoria de Pérez Esquivel y se escucharán los testimonios grabados del presidente de Ecuador, Rafael Correa, el escritor Eduardo Galeano y muchos otros.


“Yo tenía 17 años cuando Adolfo recibió el Premio Nobel”, recuerda el presidente Correa, que visitó la Argentina para participar de la Cumbre Iberoamericana desarrollada en Mar del Plata. “Me acuerdo muy claro y en qué circunstancias, una época muy oscura para América latina, que se ha vuelto a repetir con distintos matices en la larga y triste noche neoliberal. Personas como Adolfo Pérez Esquivel nos han inspirado y han inspirado a generaciones enteras en la lucha por los derechos humanos”, dice el mandatario ecuatoriano, en el testimonio que será reproducido hoy, completo, en el homenaje.


“Simplemente: gracias”, comienza el mensaje de Galeano dirigido a Pérez Esquivel. “Gracias porque en las horas más jodidas, cuando ya no te quedaba aliento, supiste seguir creyendo que era verdad, una verdad grande como una casa, aquello que había dicho Salvador Allende: ‘Vale la pena morir por todo aquello sin lo cual no vale la pena vivir’. Y gracias porque recibiste el Nobel y no te engrupiste, y no te olvidaste de aquella otra verdad que había dicho José Martí, también grande como una casa: ‘Todas las glorias del mundo caben en un solo grano de maíz’. Y gracias por ser como sos, bienhumorado, sencillo, limpio de todo veneno, para que se sepa, por si no se sabe, que nosotros no somos unos insoportables amargados”, concluye el escritor.


Nacido en 1931, Adolfo Pérez Esquivel recibió el Nobel de la Paz por su lucha y compromiso con los derechos humanos. Formado como arquitecto y con 25 años de trabajo como docente, Pérez Esquivel había comenzado, a inicios de los ‘70, a militar en movimientos por la paz y la justicia. En 1975 participó en la creación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y, desde el año siguiente, se dedicó a recorrer el mundo y a diseñar programas de ayuda y desarrollo para comunidades indígenas latinoamericanas, movimientos obreros y otros grupos de personas necesitadas. Durante 1977 y 1978 estuvo preso en la Argentina. Tras ser galardonado con el Nobel, fue designado miembro del comité ejecutivo de la Asamblea Permanente de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos. A lo largo de su trayectoria, ha contribuido con numerosas misiones internacionales.


El homenaje, con entrada libre y abierta al público, se hizo en el auditorio ubicado en el Pasaje Dardo Rocha, calle 50 entre 6 y 7. Como miembros de la comisión –que Pérez Esquivel co-preside– participaron Hugo Cañón, Víctor Mendibil, Elisa Carca, Fortunato Mallimaci, Emilce Moler, Mempo Giardinelli, Roberto “Tito” Cosa, entre otros. El cierre musical estuvo a cargo de Daniel Viglietti.


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