lunes, 25 de octubre de 2010

CADA VEZ MENOS GENTE VISITA LOS CEMENTERIOS PORTEÑOS


Hay más cremaciones y no tantos entierros. En Chacarita el cambio de hábito se refleja en sus pasillos siempre vacíos y en el abandono de la mitad de las bóvedas. La tendencia también afecta a las casas funerarias: en Capital sólo quedan 40.



Por Romina Smith


No hay nadie que lleve flores por las calles largas y calmas, nadie que las cuide, mucho menos que se preocupe por ellas. Tampoco hay demasiado para hacer: pese a que esta es una época del año que siempre atrajo a muchos porteños, hoy no se ve a casi nadie en el cementerio de la Chacarita. Y eso pasa desde hace varios años. Es que en la última década cambió la manera en que se despide a los muertos, los ritos no son los mismos, el dolor se procesa de otra forma, en otro lugar.


Cada vez menos gente va al cementerio . En el de Chacarita –tan concurrido y populoso hace 50 años– es donde más se nota: no sólo hay muy pocos visitantes, también es donde hay más abandono . Hoy, la mitad de sus bóvedas están descuidadas y olvidadas.


“Es un poco como vivimos ahora, todo es más rápido . Uno antes se hacía el tiempo para despedirse de sus afectos, y hoy parece que no pasa tanto por ahí”, dice Néstor Pan. Habla de la forma en que los porteños sobrellevan el duelo de sus seres queridos. Pan es el director general de los cementerios de la Ciudad y sabe que la manera de procesar las pérdidas ya no es la misma que hace una década. “El hábito de visitar los cementerios se ha perdido”, agrega.


“Los jóvenes ya no vienen.


Sólo algunos viejos , que son los que se ocupan del cuidado del sepulcro y de los nichos. Y los pocos que lo hacen se quejan porque vienen los domingos a la tarde y no hay gente. Le decimos que hay una guardia, pero los cuidadores se van a las 13. Tuvimos que poner vehículos para trasladar a los pocos visitantes, les da miedo caminar solos . Yo ando seguido y muchas veces no me encuentro con nadie”, se asombra. Tiene una explicación: lejos de aquellos duelos del siglo pasado, donde sólo valía el negro y las largas ceremonias, hoy hay menos entierros . “Parte de esto se ve también en que se ha dejado de inhumar para pasar a las cremaciones, que implica llevarse una urna con las cenizas. El hecho de que haya crecido la cremación es producto de que la gente deja de velar . Ahora el ritual es encontrarse en la capilla y acompañar los restos que van a ser cremados”, detalla Pan. Y lo sostiene con números: en diez años las sepulturas bajaron un 11% y las cremaciones aumentaron un 17% (hoy son el 43% de los casos).


El cambio de hábitos porteños generó un dato preocupante: según cuenta Pan, hoy la mitad de las bóvedas de la Chacarita están abandonadas . Nadie las mantiene, ni las reclama. “No sólo se abandonan las bóvedas sino también los cuerpos. La ley actual no sirve, por eso queremos cambiarla. De todas maneras, perder el cuidado de las bóvedas también es un síntoma . Los abandonos existen porque la gente ya no quiere mantener estas estructuras. Hay que buscar una ley que se adapte a los nuevos hábitos pero que a la vez ayude a que se recuperen ciertas costumbres”, opina el funcionario, que hace tres años está a cargo de los tres cementerios públicos de la Ciudad.


Esos nuevos hábitos también dejan huella en el negocio de las empresas funerarias. “Es cierto que en Capital se vela menos”, coincide Sergio Rodríguez Oneto, representante de la Federación Argentina de Entidades de Servicio Fúnebre y Afines. Para él, esto ocurre por varios factores: “El económico, que hace que se prefiera la cremación porque es mucho más barata , la falta de espacio para velar en el domicilio (algo que sigue vigente en el Interior) y también por la falta de salas velatorias”. Según datos del sector, hoy sólo quedan 40 casas en Capital , un distrito donde se estima que viven 3 millones de personas. Otros números: hoy, un servicio fúnebre con velatorio llega a costar entre $ 15 y 20 mil, y una cremación en la Chacarita, $ 390. Y otro detalle: en 1960 la Iglesia empezó a aceptar la cremación y hoy ya hay más de 20 templos cristianos que ofrecen urnas para dejar cenizas.


Pero no todo es lo económico. Muchos porteños prefieren los velorios más cortos , y ya se ven que son más personalizados, con objetos, fotos y hasta música. Para Hernán Santiago Vizzari, investigador que se dedica al rescate del patrimonio funerario del Cementerio de la Chacarita, “hasta 1950 la muerte de un familiar obligaba a tener en cuenta una serie de costumbres y ritos que acentuaban más el dolor , como la vestimenta, el color negro, el silencio sepulcral”. Pero ahora eso ha cambiado, aclara. Y concluye: “De todas maneras hay algo importante: no es que se deje de querer a los familiares muertos, sino que hoy se prefiere recordarlos de otra manera”.

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