domingo, 12 de septiembre de 2010

"TIENE UN SENTIDO NACIONAL Y AUTÉNTICO"


Osvaldo Bayer y Mariano Aiello hablan sobre el plan sistemático de exterminio del mundo indígena en el territorio nacional y de la apropiación de tierras a través del saqueo a los pueblos originarios, Awka Liwen rebate muchas posturas de la historia oficial argentina.


Por Oscar Ranzani

Desde que la República Argentina logró su independencia, muchas luchas reivindicativas se convirtieron en derechos reales de sus ciudadanos. Sin embargo, hubo otra batalla que, en un principio, fue sistemáticamente atacada y, posteriormente, invisibilizada: la de los pueblos originarios por defender sus tierras, culturas e identidades. Nunca les resultó fácil, y mucho menos aún desde que Julio Argentino Roca ejecutó la Campaña del Desierto, que no fue ni más ni menos que un plan de exterminio generalizado sobre la población indígena. Ese recorrido histórico es el que traza Awka Liwen –“rebelde amanecer” en mapuche–, documental guionado y narrado por el escritor y columnista de Página/12 Osvaldo Bayer y dirigido por el abogado especializado en derechos indígenas Mariano Aiello, junto a la cineasta y politóloga alemana Kristina Hille. A lo largo de 80 minutos, el público que se acerque a partir de mañana al Espacio Incaa KM 0 Gaumont (Rivadavia 1635) se encontrará con un documento contundente que rebate muchas posturas de la “historia oficial”.


Declarado de Interés Nacional por Presidencia de la Nación, Awka Liwen es una verdadera clase de historia sobre el plan sistemático de exterminio del mundo indígena en el territorio nacional y de la tenencia de tierras en Argentina a través del saqueo a los pueblos originarios. No es casual que el film culmine en 2008, en la batalla por las retenciones, como una manera de relacionar el presente agropecuario con aquel pasado turbulento sobre las tierras comunitarias. Awka Liwen es también una propuesta revisionista que seguramente será material de estudio en las escuelas.


“Es un film con un gran sentido nacional y auténtico”, señala Bayer y confiesa que desea que con este documental se logre “el gran debate histórico, que empiece a debatirse esto profundamente”. Y suma Aiello: “La película es la historia de la pugna por la distribución de la riqueza en el país y la subtrama es el racismo estructural que fue la coartada para apropiarse de las riquezas del siglo XIX que eran principalmente las tierras y el ganado criollo”. Agrega que el film desarrolla el tema de los pueblos originarios, pero “nosotros vemos que, en realidad, durante el siglo XX hubo también una apropiación de la riqueza que generaban esas tierras que habían sido obtenidas en forma espuria”.


–Generalmente tiende a asociarse el exterminio de los pueblos originarios en Argentina con la Campaña del Desierto impulsada por Julio Argentino Roca. Sin embargo, ustedes se retrotraen a Juan Manuel de Rosas y a Bernardino Rivadavia. ¿Cuáles fueron las otras campañas del desierto?


Osvaldo Bayer: –Hubo varias. Con Juan Manuel de Rosas se hizo la primera campaña oficial, donde iban a actuar las provincias de Córdoba, Mendoza (con el fraile Aldao) junto con Chile. Pero Chile se abrió porque en ese momento tuvo una guerra civil y el gobernador de Córdoba no pudo participar, así que se hizo con Rosas y el fraile Aldao, que era un cura que se hizo caudillo mendocino y que estuvo a favor de Rosas en aquel tiempo. Rosas conquistó miles de hectáreas de la provincia de Buenos Aires, algunas de las cuales se las quedó. Trajo cuatro mil prisioneros que fueron repartidos como peones de campo. Es decir, hizo en pequeño lo que después hizo Roca.


–¿Y en el caso de Rivadavia?


O. B.: –Rivadavia, siendo presidente en 1827, contrató al coronel prusiano Federico Rauch, como dice el decreto de una sola línea, “para exterminar a los indios ranqueles”. Y Rivadavia no puso ni siquiera una línea sobre por qué había que exterminarlos. Cuarenta años después, Lucio V. Mansilla, en su libro Una excursión a los indios ranqueles, señaló que los ranqueles eran muy pacíficos. Y hay una frase preciosa: “Los hombres ranqueles respetan mucho más a sus mujeres que nosotros, que somos de origen europeo”. Lo dijo Mansilla cuarenta años después. Sin embargo, Rivadavia contrató al coronel prusiano para exterminar a los indios ranqueles. Y los comunicados de Rauch eran increíbles. El primer comunicado decía: “Hoy, para ahorrar balas hemos, degollado a 26 ranqueles”. Además, no decían por qué los degollaron. ¿Qué pasó? ¿Robaron? ¿Qué hicieron? Directamente, él no dio ninguna explicación. El segundo comunicado era más profundo y filosófico: “Los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad”.


–¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a Roca a planificar la Campaña del Desierto?


O. B.: –Durante la campaña del Paraguay, fue uno de los mejores oficiales. Lo ascendieron a general a los 33 años, el más joven de la historia argentina. Cuando se murió el ministro de Guerra Adolfo Alsina, el presidente Nicolás Avellaneda le ofreció ser ministro a Roca. Se estaba llevando a cabo el plan de la zanja de Alsina, que la hacían los presos. Era una cosa de locos. ¿Se imagina una zanja atravesando toda la república hasta la Cordillera de los Andes con el objetivo de que no pasaran los indios? Entonces, Roca miró el plan de Alsina y dijo: “No, de ninguna manera”. Y en su primera carta al presidente Avellaneda, le escribió: “A los salvajes y bárbaros hay que exterminarlos”. Y presentó el proyecto que fue aprobado por el Congreso de la Nación, con lo cual le dieron armas y soldados para hacer la Campaña del Desierto. Y Roca reestableció la esclavitud porque volvió con los prisioneros y en las crónicas de la época figuraban textos como: “Hoy, reparto de indios. A toda persona que lo requiera se le entregará un indio varón como peón, una china (así se denominaba oficialmente a las mujeres de los indios) como sirvienta o un chinito (por el niño) como mandadero. Es decir, se destruyó todo aquello de la Asamblea del año 1813 que daba libertad a los esclavos. Volvió la esclavitud a la Argentina.


–Hagamos un salto temporal, ¿qué opinión les merecen los artículos incorporados en la Constitución de 1994 sobre el reconocimiento de derechos de los pueblos originarios?


Mariano Aiello: –Con la Reforma Constitucional se incorporaron tratados de protección a los derechos humanos con rango constitucional. Las reformas constitucionales en relación con los pueblos originarios vinieron a implementar ciertos tratados internacionales, como el Convenio 169 de la OIT. Pero lo vino a reglamentar en forma mínima. En realidad, tiene que haber leyes reglamentarias constitucionales que, en alguna medida, se están sancionando, como la ley 26.160, que es un paraguas a los desalojos de tierras que sufren los pueblos originarios con posesión y sin título de propiedad. Tienen posesión y no dominio. Entonces, hay ciertos problemas que con la Reforma Constitucional no están subsanados ni protegidos. Por ejemplo, el tema de la minería es un punto muy importante, porque el Convenio 169 de la OIT, que tiene rango constitucional y fue ratificado por Argentina, establece que tiene que haber una consulta previa no sólo a la explotación sino a la prospección del suelo. Y parte de las regalías tienen que ser para las propias comunidades.

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