viernes, 17 de septiembre de 2010

SKAY: "EL ROCK DEBE PERSEGUIR LA BELLEZA"




El mítico guitarrista habla de ¿Dónde vas?, su nuevo disco solista, el rol de la “Negra” Poli en su vida y música, cuál es su relación actual con el “Indio” Solari y por qué le parece peligrosa la futbolización del rock.

El rock como movimiento contracultural desapareció. Su fórmula transgresora fue perdiendo peso, el caudal de diferentes disciplinas que antes se reunían para potenciarlo está totalmente disperso y la industria del espectáculo lo avasalló todo. Pero no es cuestión de bajar los brazos”, explica con serena lucidez Eduardo “Skay” Beilinson, una de las figuras más emblemáticas de la historia del rock argentino. “Hay que seguir apostando a lo que uno tiene, a lo que busca, a lo que encuentra y al camino que recorre. En ese sentido, yo siento que hoy más que nunca el rock debe perseguir la belleza. Siempre admiré y disfruté a Spinetta. Me apasionan los artistas que todavía siguen esforzándose por descubrir eso que todavía no encontraron, y Spinetta definitivamente es uno de ellos.”
Skay hace justicia a sus palabras. Su vida y música siempre estuvieron en movimiento. Desde los 16 años, cuando viajó a Europa y vivió la efervescencia del Mayo Francés y fue testigo del voltaje abrasivo de Jimi Hendrix en vivo, pasando por sus experiencias de vida comunitaria, el nacimiento de la liturgia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en La Plata, su transformación en un fenómeno de masas itinerante nunca antes visto, la dolorosa ruptura de ese sueño hasta la carrera solista sin descansos que encuentra en ¿Dónde vas? su flamante capítulo. Siempre hacia adelante. Con sus ideas, obsesiones, formas y hasta limitaciones, pero jamás abandonando el compromiso de buscar. “Ya tengo un montón de canciones para otro disco. Todavía hay que trabajarlas y encontrarles el punto. Afortunadamente, no me faltan ideas ni ganas”, subraya sobre el álbum que, junto a Los Seguidores de la Diosa Kali, presenta hoy y mañana en El Teatro (Avenida Federico Lacroze y Álvarez Thomas).
¿Dónde vas? certifica que la pulsión creativa de Skay sigue viva. Desde la apertura con el Norte en Marruecos de “La luna en Fez” hasta la despedida ominosa y agria que impone “Aplausos en el cosmos” (“tan atormentados y confundidos, / siempre complicados: somos la humanidad”, brama el ex Redondos). En el medio de esas dos puntas del disco, hay mucho y bueno. Una selección casi caprichosa puede incluir el sinuoso riff y la bella melodía de “La rueda de las vanidades”; la épica y marchosa “En el camino”; el ADN de los primeros Redondos expresado en “El viaje de Mary” y “Lejos de casa”; y el comienzo acústico, la explosión blues rock y los aires zeppelianos de “La pared rojo lacre”. En ¿Dónde vas? todo suena en su lugar. Skay luce más afilado como letrista y más sólido como cantante y la producción da con el sonido justo, responsabilidad del guitarrista y el ingeniero Joaquín Rosson. También Los Seguidores de la Diosa Kali, la banda que da músculo a su música desde 2007, se muestra cada vez más consistente.

–¿Con qué idea armaste el disco?
–Fui acumulando canciones, arreglos, letras sueltas y seleccionando lo que más me gustaba. Cuando empecé a trabajar con ese material más acotado, me di cuenta que tenía mucho que ver con la bitácora de un viajero. Si se escucha con detenimiento, el disco cuenta una historia, funciona casi como una opereta. “La luna en Fez” te pone en clima de viaje, “En el camino” te invita, “Territorio caníbal” y “Suelo chamán” son estadíos de un recorrido sinuoso, y “Aplausos en el cosmos” es el epílogo. Lo armé conscientemente para que no superara los 45 minutos: me parece que un disco de mayor duración fatiga al oyente.
–Antes de grabar estuviste en Marruecos. La influencia en el tema “La luna en Fez” es notoria.
–Sí, fue el último tema que compuse y el primero que aparece en el disco, porque nos encantó el sonido y la atmósfera que genera. Tiene unos arreglos muy lindos, y convoqué a dos integrantes del grupo Xeito Novo para que nos ayudaran con esa sonoridad tan especial. Pero todo el resto de los temas ya estaban casi definidos antes del viaje. Estar en la ciudad de Fez es una experiencia única. Viajamos con Poli: primero fuimos a Madrid y después cruzamos a Marruecos. Por un lado, es como desembocar en la Edad Media casi sin parpadear. Pero su gente vive una espiritualidad muy fuerte y sincera. Quedás conmovido y no podés volver igual. La música de esa región siempre me atrajo y vivirla ahí mismo también fue muy movilizante.
–Además de sus tareas como manager, Poli te ayuda con las letras y es tu fuente de consulta permanente. Es un rol casi inédito en la cultura rock.
–Es que Poli es un ser muy especial e influyente. Sólo que participa sin que muchos sepan que está presente. Es un signo más de su inteligencia. Tiene una habilidad única para elegir caminos, aunque estemos en plena oscuridad. Y siempre acierta. Lo viene demostrando desde la época de Los Redondos. Ahora las letras las elaboramos juntos. Muchas veces surgen de charlas o le llevo algo que escribí y lo vamos reacomodando. Las obras se enriquecen con el aporte de otros y el de ella es muy valioso.
–Ahora tocás mucho más seguido que con los Redondos. ¿Disfrutás esa situación?
–Mucho. En la última etapa de los Redondos había un montón de presiones que cada vez se hacían menos digeribles. Para tocar había que pedirle permiso al Ministerio del Interior, a los intendentes. Te autorizaban, pero después daban marcha atrás… Era mucho desgaste. Ahora manejamos una estructura más chica, no llenamos estadios, pero podemos tocar todo lo que queramos. Como músico estar arriba de un escenario con tu banda es un momento de gloria, pero si podés hacerlo una o dos veces al año te quedás con un sabor amargo. Quería más y ahora me puedo dar esa revancha.
–Acompañando el crecimiento de Los Redondos el rock se futbolizó. Más allá de las dificultades para tocar, ¿en algún momento te incomodó ese fenómeno?
–Sí, a mí me parece que está bien que una banda de rock convoque gente y ese encuentro se transforme en una gran celebración. Pero si todo se reduce a los cantos de las hinchadas, juntémonos para cantar temas de hinchadas y listo... Una banda puede y debe aportar muchas más cosas. Noto que algunos grupos padecen ese fenómeno y otros pareciera que apuestan a él. En todo caso, me parece muy triste que un evento rico artísticamente quede opacado por todo lo otro. Está bueno que haya celebración, pero también espacio para la belleza.
–Hace poco hubo un cruce vía medios con el Indio Solari. ¿Pudieron sentarse y hablarlo?
–No, no volvimos a tener contacto. Nunca me llamó por teléfono para preguntarme cómo estaba y yo tampoco lo hice. A veces estoy esperando que se comunique, pero quizás así pasen otros 20 años…
–¿En algún momento se editará el tan comentado DVD en vivo de los Redondos que generó el conflicto?
–Para que salga, nos tenemos que juntar a charlar. Si en algún momento llega a las disquerías, será porque logramos sentarnos y lo decidimos juntos. Así que el tiempo dirá, pero no quiero centrar mi vida en eso. A veces me da la sensación de que la gente queda como fijada a un momento del pasado y así se pierde lo más interesante de la vida que es el presente. El pasado ya fue. <


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