domingo, 22 de agosto de 2010

UN CAMBIO DE IMAGEN LETAL

Diferencia. En condiciones legales el implante mamario cuesta 3.000 dólares. El clandestino, entre 200 y 500 pesos.Otras notas
  • Cirugías clandestinas. El implante de siliconas es la segunda causa de muerte entre los travestis. Las operaciones son realizadas por improvisados que operan en condiciones riesgosas.

Le decían Vanesita La Fea porque, tras inyectarse silicona líquida en sus pechos, el fluido se le había esparcido por el cuello y la cara. Su rostro deformado delataba que algo había salido mal. Jamás supo que en su pulmón se había filtrado material industrial.
Según una investigación realizada por la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual (Alitt), el 82 por ciento de las travestis del país, al igual que Vanesita, modifican su cuerpo (mamas, glúteos, piernas, labios, pómulos) mediante prácticas de bajo costo y alto riesgo: inyecciones de silicona industrial, realizadas en domicilios particulares por manos no profesionales.
El procedimiento, que conforma la segunda causa de mortalidad de la población travesti, es sencillo y cuesta entre 200 y 500 pesos. La silicona industrial o aceite de avión se introduce en el cuerpo a través de una jeringa hasta generar la voluptuosidad deseada. Luego, la persona intervenida debe quedarse inmovilizada por varias horas para que la sustancia, altamente tóxica, se solidifique. Este paso fue el que Vanesita no cumplió. “Después de la inyección, se quedó dormida en posición horizontal y se le propagó el líquido por distintas partes del cuerpo”, relata a Miradas al Sur, Diana Sacayán, miembro del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), quien agrega que estos procedimientos se llevan a cabo en casas y salones de belleza del conurbano e interior del país que se divulgan a través del boca en boca.
“Fui a un domicilio particular que me recomendaron a unas cuadras de la Ruta 3, a la altura del kilómetro 26 (en Laferrere, partido de La Matanza) para hacerme el busto”, expresa Yesica. Ella vive en Virrey del Pino y sobrevive gracias al sexo. Sabía que ir allí era peligroso, pero no le importó. Por sólo 500 pesos tuvo los pechos que había soñado pero que le duraron poco. El líquido se le desparramó y sólo le quedó la hinchazón. “Conocí a muchas chicas a las que la silicona se les fue al pulmón, o les quedó la piel negra, pero igual fui confiada a ese lugar”, confiesa Yésica.

Problemas inmediatos. Las condiciones en que se dan las cirugías clandestinas generan consecuencias negativas que, en general, no tardan en evidenciarse: inflamaciones o infecciones del tejido graso, piel violácea, fístulas, úlceras, nódulos, tumores o graves lesiones en el corazón o pulmón que pueden causar la muerte. “Como estos aceites tienen metales pesados que pueden tener alta toxicidad, y, además, los instrumentos que se usan no están esterilizados, muchas travestis terminan en hospitales con grandes complicaciones”, explica el Dr. Guillermo Vázquez, presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires.
En este sentido, el cirujano Carlos Avico, responsable del departamento de cirugía reconstructiva y reparadora del hospital Teresa Germani de La Matanza, agrega: “Son operaciones que se hacen sin ningún método quirúrgico. Como no tienen conocimientos de anatomía, inyectan el líquido en cualquier parte, dentro del músculo o de la glándula mamaria, ya que lo único que les importa es provocar volumen”.

Las tetas y el mercado. Según especialistas consultados por Miradas al Sur el implante mamario en condiciones legales oscila los 3.000 dólares. Para su uso humano, las prótesis deben estar aprobadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología médica (Anmat), cuyo certificado deber ser exigido por el paciente a la hora de operarse. El implante debe ubicarse entre la mama y el pectoral mayor para así conformar una estructura encapsulada que no puede migrar.
Por el contrario, las intervenciones con silicona líquida o aceite de avión, que requieren alrededor de 300 litros en cada mama, se cobran veinte veces menos pero pueden desplazarse por diversos lugares del cuerpo. Por eso, algunas travestis se fabrican una especie de corpiño-riel sin taza, dividido al medio, para contener la solución.
Muchas veces estos implantes no funcionan. Entonces, las travestis pueden terminar con un busto que parece una coraza, o tobillos deformados porque la silicona de los glúteos se bajó a las extremidades inferiores del cuerpo.
¿Son concientes del riesgo que se corre? La mayoría de los especialistas contestó de manera afirmativa. “Las travestis tienen otra percepción de los peligros, porque su vida está acompañada de ellos, sobre todo, si trabajan en la calle”, apunta Renata Hiller, investigadora del Instituto Gino Germani, quien además subraya que la mayoría no controla su salud por la habitual discriminación que reciben en los hospitales.
El 90 por ciento de las travestis del país, según datos de la Asociación de Travestis, Transexuales, Transgénero de Argentina (Attta), se dedica al trabajo sexual con lo que su cuerpo es la principal herramienta laboral.
“Si te querés ver bien y trabajás en la calle, inyectarte pasa a ser una necesidad”, remata Yésica. Eso corre para todas, aunque a veces signifique morir.

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