miércoles, 25 de agosto de 2010

MIRADAS DESDE ABAJO

Seis fotógrafos gestionan su trabajo en forma cooperativa. Comparten los equipos, la firma de sus fotografías y las ganancias, moviendo el tablero del fotoperiodismo local.

Entre las corridas de ese 20 de diciembre de 2001 hubo algunos fotógrafos que se encontraron y unieron tratando de retratar de manera completa aquel momento. Los meses posteriores hicieron necesario seguir juntos para mostrar las realidades que los grandes medios no miraban o decidían no ver.
Necesitaron organizarse. Con el tiempo, aprendieron de los trabajadores de las fábricas recuperadas a constituirse horizontalmente en el trabajo. De las organizaciones sociales tomaron el impulso para autogenerarse el empleo a través de un nuevo emprendimiento. Se movían entre ellos, por lo bajo, buscando un buen retrato de aquella historia. Entendiendo también cómo era esto de dejar el ser individual para cultivar juntos un ser colectivo. Entre las corridas de aquel diciembre de 2001 nacía un grupo de fotógrafos que años más tarde se llamaría Sub. En el 2004 adoptaría la legal forma de una cooperativa.
“Creo que el trabajar de forma cooperativa se dio naturalmente” –dice un miembro de Sub–. “Nosotros veníamos de un proceso de trabajar en forma colectiva en medios alternativos, en particular en Indymedia. Estábamos muy influenciados por todas las prácticas de esa época. Estaba lleno de fábricas recuperadas, los movimientos sociales que estaban trabajando con microemprendimientos de forma comunitaria y el trabajo alternativo era parte de nuestra práctica cotidiana.”
Hoy, Sub es un reconocido colectivo de fotógrafos, tanto en el ámbito local como en el internacional. Para llegar a serlo debieron dejar de lado mezquindades, compartir el equipo fotográfico y los contactos que cada uno tenía dándole mayor profesionalidad al trabajo conjunto. Desde entonces, asumen que el trabajo del grupo es más importante que el individual y renuncian a firmar las fotos más que como Sub Cooperativa.
Apuestan a trabajar codo a codo con sus pares, en colectivo. Toman decisiones en asamblea y participativamente. Comparten las ganancias en partes iguales entre todos sus integrantes, independientemente de quién haya tomado la foto. Patean contra la visión individualista del fotógrafo como cazador solitario. “Ya no buscamos el arquetipo del fotógrafo que trabaja solo y firma solo, que sólo se lo encuentra cuando busca su premio. Entendimos que nos interesaba crecer juntos laburando”, dicen.
Eligen trabajar sin patrón. Eligen vivir de la fotografía sin los sobresaltos y los malestares que la flexibilización del mercado periodístico local ofrece a sus colegas.
Afirman que “en los medios hay regímenes muy duros y el trabajar en cooperativa te deja mejor parado. Nosotros tenemos la ventaja de que somos un grupo y eso te da un poco más de fuerza”.
Este tipo de gestión tuvo sus resistencias tanto desde adentro como desde afuera de la cooperativa. Internamente algunos compañeros no lograron abrazarse al proyecto colectivo y lo terminaron abandonando. Se sumaron otros nuevos que sí se adaptaron a esta forma de construir fotoperiodismo. En el ámbito local, su forma de trabajar fue, en muchos casos, mal vista por otros fotógrafos. Los medios nacionales tardaron en abrirles las puertas, en prestarles atención, y cuando fue así, los identificaron más por su forma de organización que por su trabajo. “Acá pensaban que sólo éramos fotógrafos militantes”, contestan. Una suerte de estigma que lograron superar a partir del reconocimiento de medios del exterior.

La puerta internacional. Un punto de quiebre a nivel profesional para Sub fue participar de encuentros internacionales de fotoperiodismo como el Visa pour l’Image. Este festival, que tiene lugar cada año en la francesa ciudad de Perpignan, le presentó a la cooperativa un panorama más que alentador. Fueron a ese encuentro primero como espectadores y luego como participantes.
El festival tiene la particularidad de dedicar un piso entero al trabajo de colectivos de fotógrafos de todo el mundo. Se estimula allí el intercambio de experiencias entre los distintos grupos. Para los miembros de la cooperativa esto significó dejar de sentirse en soledad. Encontraron un movimiento de colectivos de fotoperiodistas entre quienes enriquecerse y mostrarse. También encontraron que algunos medios internacionales veían en estas pequeñas organizaciones un plus que no tenían las agencias periodísticas y sus fotógrafos.
Se les abrieron dos posibilidades: una, la de seguir participando de festivales, presentándose a premios o concursos, construyendo cierto renombre. La otra, la de hacerse conocer por medios de comunicación de otros países que comenzaron a comprar su trabajo. Estas dos patas son las que más sostienen a Sub hoy. Se sumaron luego los trabajos de prensa haciendo coberturas para medios locales y la venta de fotorreportajes hechos en sus propios y particulares términos. “Vamos vendiendo laburos que nos piden hagamos y otros que hacemos por propia iniciativa. Aquellos que no se venden terminan siendo exhibidos y a partir de eso transciende lo que hacemos. Aparece así gente que piensa en nosotros para hacer tal o cual producción”, explican.

Formas de trabajar. Es difícil comprender cómo, en un trabajo tan personal como la fotografía, la cooperativa Sub forjó una identidad estética que le dio espacio suficiente como para permitir a sus miembros vivir de lo que hacen. Al parecer fue sencillo. Tienen claro que las ideas se van enriqueciendo desde el compartir y apuestan fuerte a ello cada vez que encaran un trabajo.
Primero se reúnen y tienen una intensa preparación de cómo llevarlo adelante. Se proponen formas poco convencionales, como realizar un reportaje entre 5 fotógrafos pero con una sola cámara o trabajar cada uno con una técnica totalmente distinta a la del otro. “Laburar en colectivo te permite que muchas miradas se fundan, pero a la vez te abre la puerta de conversar y discutir y repensar lo que hacés. Editar, elegir y elaborar el camino que querés caminar desde otro lugar que, invariablemente, es más pensado”. Eso les da el plus de riqueza que suma valor a sus fotografías. Les permite superar la perspectiva de la mayor parte de los medios alternativos, proponiendo otras miradas de las realidades que quedan fuera de los grandes medios de comunicación.
“Sub” es el prefijo que significa “bajo de”, “por debajo”. Para ellos se refiere justamente a mostrar todo aquello que sucede por debajo de la realidad que sí muestran los diarios, revistas, la televisión o los diarios. Cooperativa refiere a esta particular forma de gestionarse colectivamente, trabajando horizontalmente entre colegas, compartiendo las ganancias. En la actualidad argentina ninguno de los dos detalles es menor. En su mixtura la cooperativa Sub ha logrado su éxito.


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