miércoles, 25 de agosto de 2010

COMPAÑEROS MENSAJEROS


Por Martín Rodriguez y Federico Scigliano


Veloces en dos ruedas, saetas entre un mar de autos, jugando la vida en cada maniobra, los motoqueros son laburantes, tipos que se pelan el lomo para llevar el mango a la casa, y que le meten horas y horas arriba del flete surfeando las olas vehiculares. Pasamos una semana con ellos en la calle sintiendo el viento fuerte en la cara pero sobre todo, ese gustito bien sabroso que tiene la libertad.


De a cinco por semáforo, bolso que cruza como bandolera, bolso más grande de lo que el sentido común indica, bolso de mensajero con el handy enganchado en la correa, ahí van los motoqueros por el ecosistema salvaje del microcentro porteño. Lejos de ser una simple “tribu urbana”, concepto que se aplica con más justicia a los que se juntan en las escalinatas a mirarse el flequillo o los que se convocan un sábado a una guerra de almohadas en el Planetario, los motoqueros son laburantes que se pelan el lomo para llevar el mango a la casa. Pero forman una comunidad grandiosa que mezcla sindicalismo, códigos y lucha. Evita, birra y faso. Como los alguaciles que de pronto invaden y anticipan la tormenta, sus figuras cruzando la ciudad se convirtieron en símbolo de un tiempo de crisis, hace ya diez años. La tormenta llegó, pero aún están aquí los motoqueros. Y reclaman su parte. Ser un gremio, domesticar a una patronal usurera y reducir ya la cantidad de jóvenes muertos que laburan a toda velocidad en forma precaria y desigual. Veamos qué dicen ellos de ellos mismos.


Gaucho


El motoquero ama su moto. Es el caballo del gaucho. Yo he tenido moto grande, moto chica, pasamos por todas, he laburado en cooperativas, laburé solo, laburé en un montón de agencias, después de tanto tiempo ya pasé por todas. La militancia nuestra se proletarizó, yo sé que para muchos pibes que están en el MTA la solución más fácil hubiera sido laburar solos, agarrar sus clientes, pero la solución es colectiva, no es individual. Yo tengo mi grupo de pertenencia acá, pertenezco a esto, soy esto, esta es mi profesión, mis amigos, mi familia. Viste que uno llega a una etapa en la vida que ya sos algo, bueno, yo soy motoquero, y trato de armar algo para que podamos llevar a los pibes a una vida mejor.” El que habla es el Pelado Mariano, o el Pelado de HIJOS o Mariano Robles, o como se lo conozca en el mundillo militante al tipo que muchísimas tardes levantó a algún motoquero accidentado y se pasó la noche en un hospital acompañando a un “desconocido” hasta que llegó la familia: se trata también de uno de los que inventó los “escraches” cuando los genocidas estaban libres. Todo eso es el Pelado, alguien que puso el freno ahí: que a los 21 años se hizo motoquero para siempre (y que ya carga con sus 37).


Fuimos a Bolívar al 800. Un comedor de motoqueros en pleno San Telmo. Sí, un comedor solidario donde todos los días por diez pesos se sirve un plato caliente. Ahí, retirado del corazón del centro porteño, pero ahí, donde hacen centro los “Motoqueros Trabajadores Argentinos” (M.T.A.), y nos espera el Pelado con Ariel, el Rasta, y el Polaco, otros motoqueros históricos. Ellos buscan organizar a los cerca de 60 mil motoqueros que laburan en la ciudad y el conurbano.


De mensajero a motochorro


Buenos Aires es una ciudad donde de diez accidentes fatales de tránsito seis son con moto. El dato es perturbador. Pero es una parte del problema, una de las tantas cosas que los motoqueros, a toda velocidad, se quieren sacar de encima.


Ariel dice: “de ‘mensajero’ a ‘motoquero’ y de ‘motoquero’ a ‘motochorro’, esa es la evolución macrista de nuestro gremio”. El “Pelado” agrega: “Nosotros venimos de hacer la sexta marcha en contra de los chalecos y el tipo nos viene secuestrando hasta 50 motos por día por no llevar casco, entonces él en diez cuadras agarra y hace todas las cosas que dice que no tenemos que hacer.” Los dos hablan de lo mismo. Hablan del papelón reciente de Mauricio cuando, tapado por el tráfico de la hora pico, recibió la solidaridad de un motoquero que lo acercó hasta un juzgado donde debía declarar, y cuando quiso describir su proeza confundió motoquero con motochorro frente a un micrófono.


El gobierno de Macri les está planteando varias cosas a los motoqueros: un chaleco refractario con la patente en el pecho y la espalda, la patente en el casco, restricción para llevar acompañante en todas las avenidas, microcentro con horario restringido (horario laboral de 9 a 17hs). El Polaco retoma el argumento: “obviamente nosotros estamos en contra, nos están discriminando como laburantes.”


Los motoqueros tienen varias realidades: están los que cobran con recibo de Camioneros (que son los menos), y que para los del MTA es la mejor situación, existe una cantidad que cobra con recibos del Sindicato de Comercio, en que la gran mayoría tiene medio jornal, o sea, un recibo de 700 pesos, y hay otra inmensa masa de mensajeros que están en negro, en situación de enorme precariedad laboral. Ante este panorama, la organización gremial y la lucha por los derechos son prioritarias. “Todo lo que podemos ganar es a fuerza de pulmón y de laburo gremial, así como si estuviéramos en 1910, parecemos los obreros de las 8 horas de Chicago. El laburo es a destajo, la herramienta la ponemos nosotros, no hay un sindicato que nos defienda, porque la realidad es esa. Yo soy delegado con tercer mandato en mi mensajería, es el sexto año que soy delegado porque los pibes levantan la mano todos los años, pero no tengo ni libertad sindical ni cobertura.”, dice Mariano.


¿Sindicato único por rama? ¿Libertad sindical? ¿Sindicato por empresa? ¿Por agencia? Aún no se logró casi nada. Según nos cuentan hay un sindicato que inventó la Cámara Empresaria, que se llama SIM y que está apadrinado por el Momo Venegas… ¿Y qué quedó del SIMECA, esa vedette heroica de los días de diciembre de 2001? El Pelado y El Rasta son de los fundadores originarios, “pero hubo una discusión sobre el apoyo político o gremial de entrar en CTA o CGT y los que pensaban que había que entrar en CGT. Cuando SIMECA entró en la CTA nos fuimos y armamos el MTA, lo que somos ahora.”


Mariano completa el cuadro: “Nosotros nos referenciamos en la CGT y les podemos dar una primicia: estamos entrando en este momento a la Juventud Sindical, con Facundo Moyano”. Bueno, era hora, Ni a Palos da una primicia. Pero ellos no quieren dividir: pretenden un sindicato por rama. Aunque se mantengan al margen, en esta colectora gremial, y con una política de hechos concretos, como el almuerzo barato en el comedor, y un sistema de solidaridad y organización que da sus frutos, con el que pudieron resistir el embate de los chalecos de Macri.


Lucho


La esquina de Moreno y 9 de Julio, frente al gigante edificio blanco del Ministerio de Salud es una de las tantas paradas de motos que se organizan a lo largo de toda la avenida más ancha. Allí, entre la vegetación pretendidamente ornamental paran sus fletes los mensajeros. Descansan, se cagan de risa, se dan una mano, se comen alguna porción de Ugi’s y fuman antes de seguir trajinando el microcentro.


Lucho es el referente de una de las ranchadas de la esquina. Pelo largo, barba rubia, vikingo porteño, más bien grandote. No se recomienda pelearse con Lucho. Nos acercamos preguntando por él, o por “el Diablo”, o “La Hiena”, según las palabras claves que nos dieron otros motoqueros para llegar. Lucho nos esperaba.


Hace diez años que laburo de esto. Laburaba en un quiosco, ganaba muy poca plata y me hice motoquero porque se ganaba mejor, arranqué con una bicicleta, después un ciclomotor, y ahora tengo una moto 250, pasé por todas las motos, y fui progresando.” ¡La movilidad social ascendente motoquera! Lucho tiene clara la ley no escrita de los códigos para entrar a un grupo: “Primero, el respeto. Vos sabés cómo es, cuando vos sos nuevo, cabeza gacha. Y los referentes somos los que estamos hace más tiempo parando acá.” ¿Y cómo es la relación con las otras paradas? “Está todo bien, cada uno es su esquina, nos conocemos todos. Pero nadie va a venir para acá si no lo invitamos, ni nosotros tampoco para allá.” Clarito.


La ley de la calle


Los diez años como motoquero en el lomo vuelven a Lucho alguien que puede establecer comparaciones respecto a cómo está la calle a una década vista. “Ahora está jodido porque nos paran todo el tiempo, pero nosotros tenemos que salir a laburar igual. Acá en la calle sabemos quién es brigada y quién es motochorro, y si lo sabemos nosotros ellos también lo saben. Pero un cana no va a parar un motochorro, te va a parar a vos que estás laburando porque sabe que se va tranquilo a la casa. Acá nos conocemos todos y sabemos quién labura, quién afana y quién vigilantea.”


La pregunta obligada es, ahora, por el superclásico de la calle: motoquero versus tachero. “Y… la pica está. Lo que pasa es que los colectiveros vuelven locos a los tacheros y ellos se la descargan con nosotros. Además, ellos necesitan ir despacio para levantar pasajeros, y nosotros rápido para meter más viajes. Y siempre está la bronca, y si hay que bajarse de la moto y cagarse a trompadas…”


Esto es lindo, pero también andar en la calle es una ruleta rusa”, dice. Tal vez sea por eso que cuando uno llega se saludan tan efusivamente, una celebración del regreso. La charla se espesa cuando se habla de los amigos muertos. Pero un vozarrón grueso de alguien que recién llegó corta el clima e impone de nuevo la alegría. Lucho entiende que la charla va llegando a su fin y tira una sentencia contundente: “Nunca hay que perderle el respeto a la moto porque ahí sí que perdés”. Le preguntamos qué es ser motoquero. Primero se hace un silencio, y después viene la respuesta: “Es la libertad… eso es”.


Códigos


Una cosa que se aprende rápidamente es que el mundo de los que laburan en moto es un mundo saturado de códigos, que todos saben y repiten como un padrenuestro que mejor no olvidar. Como toda tradición oral, el saber va de boca en boca, de generación a generación. Queridos amigos niapaleros, si están pensando en agarrar la motito y salir a laburar presten atención, saber estas cosas es indispensable, casi tanto como saber manejar. El Pelado Mariano nos dio una pequeña clase de códigos motoqueros:


Primera regla de oro: “Si ves una moto que se rompió en la calle, en cualquier lado, en cualquier lugar, aunque tengas 20 sobres en el bolso, tenés que parar y ayudarlo siempre, o por lo menos preguntarle qué pasó. A no ser que haya pinchado y no lo puedas remolcar, lo tenés que remolcar hasta algún lugar que resuelva.” El Pelado nos cuenta un problema aleatorio al incumplimiento: “hay muchos pibes nuevos, que tienen que aprender esos códigos y tenemos que tratar de civilizar ese aprendizaje, porque también pasa que hay una moto tirada de un pibe más grande, pasa una motito, no lo levanta, después si lo cruza en la calle otra vez, lo caga a trompadas.”


Segunda regla: “Hay que ser solidarios, más aún cuando hay un accidente. Siempre tenés que parar y ayudar al pibe en lo que sea. Yo me he quedado, no sé ya a esta altura de mi vida, 20, 30, 40 veces, toda la noche en un hospital, cuidando un chabón que no sé ni quién es, pero bueno, venía por la calle, vi que se pegó el palo, me bajé ‘¿Che quién lo acompaña en la ambulancia?’ -‘Subilo que yo voy atrás tuyo’, hasta que ubicás a la familia.”


Tercera regla: “Si hay un pibe que se agarró a piñas con alguien hay que bajarse y aguantar con él. Si es tachero, más todavía, con cualquier cosa, nosotros no preguntamos ni qué pasó, aunque el mensajero tenga la culpa, te bajás de la moto y te peleás.”


Cuarta regla: “En el laburo, en los bancos, en las marítimas, siempre hay que sacar dos números, y si hay un pibe que no tiene número, se lo das, y si no vos le hacés el trámite. Ponele que hay una cola de dos horas, vos estás adelante, entonces mirás para atrás, buscás un casco y entre los dos se hace el laburo. La idea es no perder tiempo esperando para poder hacer más viajes.”


Quinta regla: “Vos no tenés que robarle los viajes a los compañeros, el que roba viajes es porque está acomodado con el agenciero y lo tenés que acomodar también a ese.”


El Pelado cierra su explicación de las Tablas de la Ley motoquera. “Vos levantás a uno que se quedó en la calle, cuando lo dejás, el que no conoce los códigos, te quiere agradecer, te quiere dar 5 pesos para la nafta. Entonces, lo que siempre tenés que decir es ‘no me des nada, esto es así, si vos me querés ayudar a mí, la próxima vez que veas a alguien tirado, pará. Y así se hace la rueda’.”


De alguna manera, el intento de dar forma gremial y hacer digno el trabajo de los motoqueros es sencillo: se trata de elevar y solidificar un poco más esos códigos solidarios que ya hacen a la idiosincrasia motoquera. Más allá de los obstáculos y las roscas que enfrenten en su objetivo, de sus propias internas, hay una parte de la batalla que está ganada. Ningún motoquero está solo. Para un motoquero no hay nada mejor que otro motoquero.

1 comentario:

  1. Muy buena nota!
    yo laburo de fletero desde hace un año en bicicleta y estoy por comprarme la moto. Es mas que obvio que hay que respetar las reglas mencionadas por los compañeros. Los felicito por la nota y a los mensajeros por contar la posta de los codigos de los motoqueros. Saludos y mucha suerte

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