sábado, 12 de junio de 2010

EL MONSTRUO SIN ALMA


En los a�os �80, el vengador Jason de Martes 13 �un ni�o muerto de tama�o adulto, detalle macabro que pocos recuerdan� represent� al asesino sin psicolog�a, vac�o, a diferencia de otros personajes m�s completos, como Freddy Krueger o Mike Myers. Mataba a parejas, adolescentes y vagos. Acompa� como ning�n otro engendro al gobierno de Reagan y anticip� la era del castigo al ocio que caracteriza al nuevo milenio occidental. Un verdadero atrac�n de sangre y cultura pop.


Por Hugo Salas

En 1980 Martes 13, una pel�cula menor, de bajo presupuesto, tuvo un inesperado �xito de p�blico. La clave no resid�a en lo vagamente sorpresivo de su trama �una serie de cr�menes cometidos en un campamento por (esto reci�n se develaba hacia el final) la dolida y desquiciada madre de un ni�o fallecido tiempo atr�s merced al descuido de los adolescentes a cargo�; tampoco en el hallazgo de una atm�sfera inusitada, como s� hab�a sido del caso de la irreprochable antecesora The Texas Chainsaw Massacre (1974), influencia que este �xito segu�a �hay que decirlo� con muy pocas luces, sino claramente en la err�tica (y muy expl�cita) sucesi�n de homicidios apenas hilvanada en el transcurso de sus 95 minutos. A diferencia de Halloween (1978), su ritmo no daba tiempo de establecer ninguna empat�a con las v�ctimas ni tampoco con el asesino, cuya identidad se desconoc�a hasta el final (quienes sostienen que el cine ha tomado de los videojuegos una l�gica sostenida en la aniquilaci�n sucesiva de personajes, tal vez olvidan esta pel�cula y sus secuelas, y tantas otras m�s).


Pero justamente ser�a reci�n en el transcurso de la serie donde una aparici�n apenas insinuada en aquella primera entrega tomar�a literalmente cuerpo dentro del imaginario colectivo, un personaje tan indispensable para comprender la cultura de masas de los �80 como Rambo o Rocky Balboa (eso s� muy lejos de su rancio nacionalismo): el impert�rrito Jason Voorhees. En efecto, de Martes 13 II (1981) en adelante, es el cad�ver del propio ni�o ahogado en las aguas del lago Cristal, mezcla de zombie y fantasma sin especificar, el que lleva adelante la venganza con un estilo mucho m�s impersonal, desapasionado y quiz� por ello m�s efectivo que su madre.


Si bien es un ni�o, su cad�ver adopta una escala literalmente monstruosa, enorme. Jason es un gigante, un infante hipertr�fico (o meramente hinchado por el agua), dotado de una fuerza sobrenatural e inexplicable. Lo que caracteriza su singularidad, sin embargo, es su absoluta carencia de algo as� como una psicolog�a: ni antes ni despu�s habr� monstruos tan nihilistas, tan vac�os (incluso Freddy tiene una �biograf�a cl�nica� m�s desarrollada). Su m�scara, a diferencia de la de Michael Myers (el asesino de Halloween), no est� all� para esconder un rostro, para proteger o desdibujar una identidad, sino para que exista alguna, en tanto el pl�stico blanco cubre una masa informe plagada de gusanos, haciendo de �l uno de los pocos engendros verdaderamente sin alma de la historia de la cultura (la ant�tesis perfecta de la criatura, demasiado humana, engendrada por V�ctor Frankenstein).


Sin embargo, hay que repetirlo, es un ni�o, y por ello mismo ser� otro ni�o el �nico capaz de vencerlo �si bien transitoriamente� en la cuarta entrega de la serie, subtitulada (aviesamente) El cap�tulo final (1984). A fin de cuentas, Martes 13 fue uno de los primeros productos cinematogr�ficos mayormente dirigidos al p�blico adolescente (eso que hoy constituye pr�cticamente la norma de Hollywood), y si se tiene en cuenta que coincide con la difusi�n masiva de las videocaseteras, tambi�n para un p�blico de p�beres que comienza a consumir terror �y cine en general� no en las salas cinematogr�ficas sino en reuniones de amigos, en sus casas, a veces a escondidas de sus padres. Las pr�cticas asociadas al g�nero, que luego se encargar� de parodiar Scream (1996), son inseparables de esta saga (y de otros productos mucho menos dignos).


Pero en Martes 13, todav�a, no hab�a nada de humor, a diferencia de lo que comenz� a ocurrir poco despu�s, a partir de 1984, con las sucesivas pesadillas de Freddy. Jason no es un perverso que se divierte ni un vengador ego�sta (ya se dijo, carece de psicolog�a), sino m�s bien una fuerza punitiva de la �naturaleza�, o de cierta moral convertida en una segunda naturaleza. Castigaba, como se ha dicho hasta el hartazgo, las relaciones sexuales extramatrimoniales, pero ante todo �detalle nada menor en la era Reagan� la falta de responsabilidad ante una determinada tarea, valga decir trabajo (as� en la III, por ejemplo, Jason enfrenta a una banda de motoqueros, uno de los pocos �residuos� de los �70 por aquella �poca).


Parad�jicamente, esta moralina escenificaba, sin querer queriendo, la progresiva invasi�n del espacio del ocio (el campamento, el lago), del placer, por el zombie inhumano y desalmado de la responsabilidad. As� por medio de lo que puede considerarse un terror t�pico de la adolescencia, Martes 13 anunciaba, a viva voz, una circunstancia infinitamente m�s aterradora: ese peculiar inicio de la sobreexplotaci�n laboral que no ha cesado de intensificarse desde aquel entonces hasta nuestros d�as. Y todo ello, por si fuera poco, en nombre de la protecci�n y el cuidado de los ni�os, el hogar y la familia.

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