lunes, 17 de mayo de 2010

UN PLANETA AHOGADO POR LA ESCASEZ DE AGUA


Sobreexplotación y contaminación son las causas de su falta. En el mundo, el 70 por ciento se destina a la agricultura, el 20 a la industria y sólo el 10 a tareas domésticas.



Por Andrés Nápoli
Fundación de Ambiente y Recursos Naturales

El agua dulce es un recurso vital para el ser humano y esencial para el desarrollo económico y social. Aunque el 71 por ciento de la superficie planetaria está cubierta por ella, sólo el 0,025 por ciento se encuentra disponible para el consumo humano. Sin embargo y pese a su importancia, recién en las últimas décadas se comenzó a tomar conciencia pública sobre su escasez y el riesgo de disminución global de las fuentes de agua dulce.

Las noticias en este día no parecen ser muy alentadoras. Numerosos estudios científicos han alertado que el mundo se encamina hacia un inmenso déficit de agua potable, cuyas principales causas son sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos (superficiales y subterráneos), cuestiones que además se verán potenciadas por los efectos del cambio climático.
Desigualdades y desproporciones. Asimismo, los volúmenes hídricos disponibles se distribuyen de manera poco uniforme alrededor del planeta, lo cual produce notables desigualdades entre regiones y/o países. Un habitante de Islandia por ejemplo dispone de 685.000 m3 de agua por año, mientras que uno de Egipto sólo cuenta con 20 m3 por año, en tanto una buena medida de suministro alcanza a los 1.700 m3 por segundo.

Un reciente estudio publicado por Greenpeace afirma que la mayor parte del agua dulce se utiliza para la agricultura, cuya irrigación demanda el 70 por ciento del agua potable, seguido por la idustria (21 por ciento) y los usos domésticos (10 por ciento). Ello nos da una pauta de la importancia que ha asumido este recurso en el comercio internacional, principalmente en favor de los países importadores de materia prima agrícola, quienes al adquirir estos productos obtienen una ganancia adicional que se traduce en un importante ahorro de sus propios recursos hídricos.
Ríos de basura. Otro de los aspectos a tener en cuenta es la contaminación de los cursos de agua superficial y subterráneo, cuestión que nos toca de lleno en Argentina, y a la que no se dan las respuestas necesarias. Ejemplo de ello lo constituye la situación de la Cuenca Matanza-Riachuelo, que presenta un estado tal de deterioro que lo convierten en el principal problema ambiental más grave de nuestro país, que impacta sobre más de dos millones de personas que sufren de manera directa las consecuencias de la contaminación. Asimismo existen otros cursos de agua tales como los ríos Reconquista y Luján, la Cuenca del Salí-Dulce, el Bermejo y el Río Colorado, por mencionar algunos, que padecen importantes problemas de contaminación que han sido sistemáticamente ignorados en la agenda de las políticas públicas.

Por otra parte, la contaminación se encuentra íntimamente relacionada con la falta de provisión de servicios de agua y cloacas. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 1.500 millones de personas carecen de abastecimiento de agua potable, mientras que 1.700 millones no tienen sistemas básicos de saneamiento. De igual forma, cinco millones de personas por año fallecen por enfermedades transmitidas por medio del agua.

En nuestro país, según datos del último censo nacional, el 21,60 por ciento de la población no tiene acceso al agua potable, mientras que el 57,50 por ciento carece de servicios de cloacas, situación que se presenta de manera muy desigual, dado que existen partidos del conurbano bonaerense donde más del 80 por ciento de sus habitantes carece de acceso a estos servicios. Es aquí donde la problemática del agua se transforma en un derecho humano fundamental y que requiere de respuestas muy concretas por parte del Estado. En este sentido, el Comité de expertos que supervisa la aplicación del Pacto Internacional sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales manifestó que ninguna persona puede ser privada de la cantidad suficiente de agua para satisfacer sus necesidades básicas, dado que de suceder esto otros derechos fundamentales como la salud y la vida se tornan ilusorios y de cumplimiento imposible. La crisis del agua expresa un problema de gobernabilidad, en donde la ausencia de gestión adecuada y sostenible del recurso, junto con una inversión ineficiente, los problemas de corrupción y la ausencia de instituciones apropiadas para su tratamiento del tema han llevado a la actual crisis.

Por ello, el Día Mundial del Agua es una buena oportunidad para que todos los ciudadanos tomemos conciencia acerca de lo que sucede con este bien abundante y escaso, y reflexionemos acerca de nuestra conducta en relación con este recurso natural. Sin embargo, hasta tanto no se adopten políticas y planes que tiendan a atender esta problemática, el agua continuará surcando el inexorable rumbo de la crisis.

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