lunes, 24 de mayo de 2010

GUERREROS DE LA TIZA Y EL PIZARRÓN


Para los maestros la vocación puede más que los bajos salarios y la violencia en las aulas.

Por Gastón Rodríguez


El último miércoles se clausuró otro capítulo. Uno más de la tortuosa novela entre maestros y funcionarios porteños. El acuerdo selló el tope salarial del año para los docentes, lo que garantizó, al fin, el inicio del ciclo lectivo en Capital Federal. Pero no hubo celebraciones ni declaraciones triunfalistas por parte de los trabajadores. En cambio, sobraron gestos de una conformidad mesurada, tibia, desconfiada. Y razones para el desencanto no faltan. Además de dilatar siempre las negociaciones, la administración de Mauricio Macri redujo a la mitad los fondos para infraestructura de escuelas públicas. Según datos del Ministerio de Hacienda, esa partida oficial en 2008 alcanzaba los 317 millones de pesos. En 2009 la cifra se desinfló hasta los 253 millones. Para este período se estima que el monto no supere los 145. Un tijeretazo brutal de 172 millones a estufas, bancos, arreglos de cañerías y goteras, pintura, sanitarios y demás cuestiones que afectan el aprendizaje de los chicos. Sumado a la caída en las construcciones en escuelas y los ajustes en raciones de comida, los maestros de instituciones públicas no pueden oír hablar del PRO sin convidar una mueca amarga.


Estigmatizados. Muy cerca de la avenida Roca, arteria aorta de Villa Lugano, funciona la escuela número 6, aún sin nombre, perteneciente al distrito escolar 21. En ese rincón de la Capital que no sabe de shoppings ni de menúes en inglés, Paula se las arregla para devolverles a pibes de 16 años algo de lo mucho que la vida les arrancó. “Trabajo en una escuela de reingreso para chicos que abandonaron el colegio por distintos motivos: porque tuvieron que salir a trabajar, porque quedaron embarazadas y abandonaron los estudios o porque, como pasa con la mayoría, se mandaron una macana y el juez los obligó a regresar”, explica esta militante de base incapaz de faltar, pese a todo, un día a su taller de comunicación. “Mis compañeros y yo no cobramos desde abril. En mi caso, como soy uruguaya, el Ministerio de Educación me hace la vida imposible. Me exigieron que presente un permiso expedido por Migraciones para brindar trabajo remunerado en Argentina. Cuando fui a pedirlo me dijeron que ese papel no existe porque al ya tener DNI argentino tengo los mismos derechos que cualquier ciudadano. Cuando le informé esto al Ministerio me dijeron que entonces necesitaban una constancia de domicilio permanente. Una estupidez porque al ver mis títulos tienen que darse cuenta de que estudié en Argentina y eso prueba suficiente. Sólo buscan desgastarte para que te vayas y así puedan cerrar las escuelas”, se queja.



“Para algunos sectores, la educación pasó a ser un servicio transable y el docente se convirtió en un fusible que transmite linealmente determinados saberes al estudiante”, admite Francisco Tito Nenna, secretario adjunto de Ctera y legislador por Encuentro Popular para la Victoria. ¿Por qué entonces librar mil y una batallas contra un aparato que solo reparte sopapos? Tito ensaya una respuesta: “Porque los que no nos rendimos al neoliberalismo creemos que la educación es un derecho social y que el docente es un trabajador que puede inspirar y conmover a los estudiantes para que construyan una sociedad más justa e igualitaria”. En esa dirección opina Paula: “Cualquiera que quiera estudiar para maestro sabe que está estigmatizado. En mi caso la meta es construir sujetos críticos, personas que puedan analizar la realidad y que sean transformadores y no sujetos pasivos”, se ilusiona. Algo no muy distinto de lo que piensa Ada, una docente jubilada con más de 40 años de servicio que resiste: “Soy docente porque quiero aportar herramientas para que el ser humano se pueda defender, para que sea crítico y no sea engañado”.


Romper el cerco de clase. “Las imágenes que los medios de comunicación construyen en relación con la docencia es siempre la misma: maestros humillados y desautorizados por los alumnos. Este recorte sobre la profesión poco contribuye a pensar integralmente qué lugar ocupa hoy la docencia. Tampoco olvidemos que como consecuencia de la aplicación de las políticas de ajuste en los noventa, el docente es, en general, un sujeto empobrecido, con escasa o insuficiente formación, que condiciona un desempeño también pobre”, analiza Fernanda Flórez, una socióloga y docente que destaca el valor transformador de la experiencia pedagógica aunque evita caer en la compasión crónica. “El reclamo por mejores condiciones salariales, materiales, de organización del trabajo, siempre es legítimo y necesario para garantizar condiciones adecuadas para la enseñanza y el aprendizaje pero debe ir de la mano con el reconocimiento de la responsabilidad que implica la tarea de enseñar”, enfatiza. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata de una lucha desigual entre intenciones y oportunidades. “Hoy un docente tiene que trabajar dos o tres turnos para vivir cuando en realidad debería usar parte de ese tiempo en capacitarse, investigar y planificar”, reconoce Paula aunque no por ello deje de entusiasmarse con el “cine debate” que pergeña para la próxima semana en su colegio. Las mismas ganas gobiernan la vida de Mario Franchi, quien desde 2007 es director titular de la Tecnicatura en Emprendimientos Gastronómicos, un sueño edificado con garra y empeño a pasos de Ciudad Oculta. “Primero empezamos con una escuela de formación media pero enseguida nos dimos cuenta que con sólo el título de bachiller los chicos no lograban romper el cerco de clase. Las primeras promociones no accedían a trabajos que no fueran los de mozos o repartos y entonces decidimos plantear una formación superior. Ahora apuntamos a que los chicos no sólo sean chef, sino también que se encarguen de los comedores del barrio y hasta que puedan manejar sus propias empresas de catering”, se envalentona Franchi, quien además de su trabajo de director es vocal en la junta de clasificación docente por la UTE, una militancia que no les permite bajar los brazos ante la indiferencia oficial: “El gobierno de Macri nos soltó la mano y quedamos solitos. Lo único que logra con esto es que la escuela se repliegue en sí misma sin conexión ni potencia cuando en realidad debe funcionar en relación con las necesidades de una sociedad, las cuales debe captar para darles una respuesta. Cuando a vos te cortan los subsidios, no te reciben en el Ministerio o no te reponen materiales es cuando todo se viene abajo y la escuela ya no puede evitar que el pibe se caiga del sistema”.

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