sábado, 10 de abril de 2010

FABIO ALBERTI: "NI LOCO TRABAJARÍA EN CANAL 7"


El actor, habla de la fallida experiencia como conductor de Duro de almorzar y de su clásico personaje Coti Nosiglia entre otras cosas. Capusotto, Gvirtz y política.



Por Bruno Lazzaro

El 2009 no fue un año más en la carrera de Fabio Alberti. El humorista –que se hizo conocido a principios de los noventa gracias a Cha Cha Cha, un programa de culto que en la actualidad tiene hordas de fans vía Youtube– renunció al programa de radio Day Tripper, en el que trabajó durante 12 años como co-equiper de Juan Di Natale, para aceptar el de-safío de ponerse al frente de un conjunto de panelistas en Duro de Almorzar durante los mediodías de Canal 13. Pero las cosas no salieron según lo esperado y el comediante devenido en conductor se encontró a mitad de año sin trabajo. Para colmo, el proyecto de encarar una obra sobre Peperino Pómoro –una de sus creaciones más aclamadas por sus seguidores– se cayó, según comenta, por los elevados costos que dejó la crisis financiera mundial. La Gripe A y las elecciones hicieron el resto. “Me quedé en bolas, sin nada. Tenía tiempo para pensar, para pasar hambre y para deber en el colegio de los chicos”, asegura, serio, en un bar de Palermo.

–¿Y dónde quedó eso de que con la televisión se hace la diferencia económica?
–Eso fue durante los tres meses que estuve en Duro de Almorzar. Estoy acostumbrado a que cuando tengo plata, la gasto y cuando no hay, no hay. Está bueno atravesar esos momentos y que tus hijos se desacostumbren a tener. Es volver a lo chiquito, empezar de nuevo.
Alberti encontró en el sosiego, y en “lo chiquito” un canal de inspiración para crecer y darle altura a su vuelo creativo. Logró reinventarse a través de su personaje más comercial: Coti Nosiglia. La presentadora tonta y torpe de un programa de televisión por cable que tanto rédito le dio desde su aparición en el programa Todo por dos pesos –junto a Diego Capussotto– dejará el set de televisión –que también compartió durante algunas emisiones en RSM, el programa de Mariana Fabbiani– para ponerse al frente de un espectáculo musical titulado Boluda total en Café con Ser (todos los viernes y sábados a las 23 en el Chacarerean Theatre, Nicaragua 5545). “Es un show novedoso en el que Coti hará de las suyas y cantará tres grandes canciones. Es un espectáculo con música y yogur, como le gusta a ella”.

–¿Coti es el personaje que más le gusta hacer o el que más éxito tiene?
–Me gusta y lo disfruto. Sé que hay algunos que podrían convocar más, como Peperino, pero lo que tiene Coti es que la siguen más las mujeres que los hombres. Y eso no es fácil ya que casi siempre se da a la inversa y la mujer es la que acompaña, no la que propone.

–¿Y a qué se debe?
–A que la mina se siente identificada desde el lugar de boludez que todos tenemos. Desde lo “coti-diano”, justamente.

Coti ya tiene 11 años de presencia mediática. ¿Tiene fecha de vencimiento?
–Para nada. Si el personaje crece y se va desarrollando no tiene por qué dejar de existir.

–¿Y de esa manera no cree que corre el riesgo de encasillarse?
–Es uno más dentro de varios personajes. Sé cómo reinventarme. En los últimos meses escribí tres obras de teatro. Arranqué con esta porque es más comercial y la gente ya conoce al personaje, pero tengo otra escrita que se llama “Zulemo, el mal querido” que es una obra que armé con una compañía llamada Maniquí: soy yo y cuatro maniquíes más para que no haya problemas de ego, ni nada, ya que dormimos todos en la misma habitación y todos viajamos en el mismo baúl.

–¿Alguna vez se cruzó con el verdadero Coti Nosiglia?
–Una vez, hace muchos años en el restaurante La Raya. Estaba comiendo con Pedro Saborido –productor y guionista de Todo por dos pesos y de Peter Capussotto y sus videos– y esa misma noche salía el programa. Se acercó a la mesa y saludó muy simpático, como toda gente relacionada a la política.

–¿Le interesa la política?
–Me interesa porque la realidad me roza, más que rozarme me voltea. Pero no le doy tanta bola.

–¿Y el humor político?
–No es lo que más consumo ni lo que me gusta hacer. Igual, muchas veces, alguno que se pone a analizar, encuentra que en mi humor hay algunas cositas relacionadas con lo político. Son lecturas.


–¿Cree que es necesario?
–Tan necesario que no hay. El humor siempre es un lugar perfecto para decir muchas cosas, como lo que hace Pinti, por ejemplo. Pero bueno, no está en la tele.

–¿Y usted por qué no está en la tele?
–Por decisión. No me gusta cómo está la tele, en general. Está todo para atrás. Haber estado el año pasado en pantalla me confirma que no tengo nada que ver con los Coco Fernández o los (Pablo) Codevilla. Hacer Duro de Almorzar me sirvió para reconfirmar esos lugares.

–Pero entonces, ¿disfrutó hacer el programa?
–No, no pude llegar a disfrutarlo. Un montón de cosas que creía que podía hacer hicieron que me diera cuenta de que no quería ser parte de una mecánica que no va conmigo. Cuando se levantó Duro de Almorzar fue un alivio. Si mi trabajo iba a ser levantarme todos los días para fijarme quién se peleó con quién en el programa de(Jorge) Rial, no me interesaba más.

–¿Pero no lo sabía cuando firmó contrato?
–Capaz, tenía otra idea. Todo bien con todos, pero no me interesaba recibir a José María Listorti en el estudio o ver si Moria Casán les dice puta o no a las Madres de Plaza de Mayo. La verdad que no quería saber más nada.

Tanto fue así que Alberti terminó de dar el giro en su vida personal que había comenzado unos meses antes cuando decidió dejar el alcohol. Ahora se pasa horas esculpiendo, una nueva forma de abrir la cabeza y, como dice él, “de ocupar las manos en otra cosa”.

–¿Se sintió criticado una vez que terminó el programa?
–No, para nada.

–¿Y cómo terminó su relación con el productor del envío, Diego Gvirtz?
–Nunca tuve relación. Lo que pasa es que después me di cuenta de algunas cosas y dije: con razón este tipo nunca viene al piso. Porque si sos productor deberías dar la cara. Después me quedó claro a dónde iba.

–¿A dónde?
–A “6,7,8”. Ya tenía todo planeado.

–¿Haría humor en Canal 7?
–Ni loco trabajaría en Canal 7. Es una pantalla que no me interesa porque el humor tiene que ser independiente.

–¿Eso sucedía cuando hacía Todo por dos pesos?
–Por supuesto, porque lo producía (Marcelo) Tinelli. Me pagaba él, no vos.

–¿No cree que a la gente de “6,7,8” le debe pagar la producción del envío?
–No lo sé.

–Capusotto, su ex coequiper, trabaja en el 7.
–Yo hago mi prensa, no la de Capusotto.

–¿Ahora que ya no trabajan juntos son competencia?
–Para nada.

–¿Y si él tiene un espectáculo de teatro a tres cuadras del suyo?
–Si los dos vendemos limones sí. Pero lo bueno es que hay público para todos.

–Pero tienen un público similar.
–Sí, como Gasalla.

–¿Qué opina del éxito de Capusotto?
–Nada. No soy un divo que opina del resto.

–¿Haber dejado de trabajar con Pedro Saborido y Néstor Montalbano lo deja más expuesto?
–No, hace rato que me quería juntar con gente nueva, porque creo que hay ciclos que se cierran. Y para poder generar nuevos proyectos es necesaria la sangre nueva, de gente que pueda aportarme más cosas de las que yo sé hacer. Que me aporten algo. Otro lenguaje, no lo mismo de siempre.

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