miércoles, 31 de marzo de 2010

SIGUE GIRANDO


En tiempos de alta tecnología, el vinilo pasa al frente. Otra vez en el mercado, los long plays vuelven a encontrar su lugar. Para coleccionistas y oyentes inquietos los discos brillan en las bateas y desempolvan las bandejas.


Por Lucas Cremades

Siempre se vuelve al primer amor. Y si de música se trata, hay un objeto que nunca dejó de ser lo que siempre fue (y seguirá siendo): el vinilo. A contramano de la música comprimida en formato de mp3 y de los CD grabados, los grandes sellos discográficos decidieron reintroducir al mercado nuevos lanzamientos y reediciones exquisitas de clásicos en 180 gramos (el peso ideal).

Jóvenes, adultos y ancianos que vuelven a las bateas para recuperar aquel sonido místico que se creía perdido. Nostálgicos empedernidos que mediante el objeto circular recurren al ritual del tocadiscos y a las selecciones de los temas del lado A contra el lado B. Volvieron los vinilos: originales, clásicos, remasterizados y subastados al mejor postor en tiendas de coleccionistas o a través de Internet. Una vuelta del pasado que ya no depende de una estrategia masiva de venta como en los años dorados del rock, del blues y del pop por una sencilla razón: en el mundo quedan muy pocas fábricas de vinilos que puedan responder a la urgencia con que las bandas necesitan salir a vender su último trabajo artístico.

En la Argentina, la cadena de disquerías Zival´s adquirió los lanzamientos de la Warner Music para poner a la venta las ediciones masterizadas de bandas clásicas como The Doors, Yes y otros artistas más actuales como Madonna, Prince y Van Morrison, entre otros. Para el gerente general, Fernando Laviz, la decisión de lanzar vinilos al mercado fue una respuesta a la demanda: “Al principio traíamos por encargue de Estados Unidos cualquier disco editado en vinilo. La decisión de sacar a la venta estos últimos, vino por la expresa demanda de la gente. Años atrás, los vinilos tenían un precio prohibitivo en el país y llegó a ser un consumo exclusivo. Aunque es una porción muy marginal del mercado y no viene a reemplazar nada, este es el primer evento que adquiere una forma de comercialización más habitual. Si las personas tomaron distancia del vinilo con la aparición del formato compact disc, se van a dar cuenta de que la diferencia sonora es expresamente superior. Y cuanto más long plays haya, más se van a vender. Las bandejas no son terriblemente caras (hay desde $400, y por $1000 se consigue una usada muy buena) y vienen con salidas para el USB de la computadora.” explica el gerente de Zival´s.

En el 2009, el ex Soda Stereo Gustavo Cerati decidió editar su último trabajo, Fuerza Natural, en el novedoso formato Music Pass (una tarjeta con un código para descargarlo de Internet) pero también en vinilo: las dos mil copias a $170 se agotaron de inmediato. En sintonía con esta tendencia, la edición de Es Imposible! de Miranda tuvo también sus copias en vinilo. Para el cantante Ale Sergi, se trató de un hecho artístico: “Teníamos el plan de sacar el disco y por eso hicimos 10 canciones, cinco por lado. Entre los chicos de la banda teníamos una pequeña colección, pero nos faltaba el que más queríamos tener”, dijo.

La movida de los oyentes vinílicos implica una búsqueda frenética del objeto en sí, el cual les brinda una entidad superior al de un CD. La pauta para desear un vinilo la marcan los repertorios, estilos de música, artistas, bandas de culto y los lanzamientos de algunos grupos ultra modernos que sacan a la venta un vinilo de lujo donde el envoltorio, la presentación y el material gráfico, tienen tanto valor objetual como el sonoro.

Pero en el mundo de los vinilos, no todo es masterización y reedición de clásicos. Están los coleccionistas, que con lupa, ahorros y mucha paciencia, pueden vivir aguardando la muerte de algún colega que no tenga heredero.

De estos vicios pueden hablar Andrés Kazi y Cacho Iovanetti, los dueños de Bonus Track, la disquería que desde 1994, a contramano del auge del sonido láser, se instaló en una galería de la calle Corrientes para darles a los amantes del vinilo, un espacio donde defender la dicha de sus oídos. “Nuestra onda –la de los coleccionistas– son las ediciones originales, las primeras ediciones. Lo que se nota respecto a las ediciones nuevas importadas, es una demanda de bandas clásicas pero no masivas. La reaparición del vinilo es para gente que está buscando una forma nueva de escuchar música ante la explosión del mp3, donde sólo oyen la música. Tener un vinilo es tener la música en tus manos, hay mucho fetichismo y algo de moda, que pasa por comprarse una bandeja y pasar un vinilo. Es una moda retro igual a la que se dan en otras áreas culturales. Hay mucha demanda, vender es fácil, lo difícil y lo que nos preocupa es dónde y cómo conseguir la mercadería” explican.

De música se trata. Del pasado que viene en vinilo y guarda un culto con los oídos, los ojos y las manos.

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