jueves, 24 de diciembre de 2009

LA NAVIDAD DEL ATEO


"La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que habría que describir de su cara es una reverencia llena de ansiedad que no ha aparecido más que una vez en una cara humana. Y es que Cristo es su hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo llevó en su seno, le dará el pecho y su leche se convertirá en sangre divina. De vez en cuando la tentación es tan fuerte que se olvida de que Él es Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: ¡mi pequeño! Pero en otros momentos, se queda sin habla y piensa: Dios está ahí. Y le atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que infunde respeto. Y es una dura prueba para una madre tener vergüenza de sí y de su condición humana delante de su hijo.


Aunque yo pienso que hay también otros momentos, rápidos y resbaladizos, en los que siente, a la vez, que Cristo, su hijo, suyo, es su pequeño, y es Dios. Le mira y piensa: Este Dios es mi hijo. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mí. Es Dios y se parece a mí. Y ninguna mujer, jamás, ha tenido así a su Dios para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede coger en brazos y cubrir de besos, un Dios caliente que sonríe y que respira, un Dios al que de puede tocar; y que sonríe.


Es en uno de esos momentos cuando pintaría yo a María si fuera pintor. Y trataría de plasmar el aire de atrevimiento tierno y tímido con que ella adelanta el dedo para tocar la piel pequeña y suave de este niño-Dios cuyo peso tibio siente sobre sus rodillas y que le sonríe."


Este es un fragmento de "Barioná, el hijo del trueno", una breve e intensa obra religiosa sobre la Navidad escrita por
Jean-Paul Sartre (1905-1980) durante su cautiverio en un campo de concentración alemán. En 1940 Francia capitula ante Alemania. Los oficiales del ejército francés son recluidos en campos de concentración en territorio alemán. Sartre, por aquel entonces con grado de oficial, va a parar a uno de esos campos de prisioneros de guerra. Allí entabla amistad con algunos curas católicos también condenados y de esa relación, posiblemente, surge la inspiración para escribir un Auto de Navidad, Barioná, el Hijo del Trueno, una pieza de teatro en siete actos que parecería estar escrita por una persona profundamente religiosa. Ese mismo año se representa en el campo de concentración de Stalag 12, después de que los capellanes del campo obtuvieran el permiso para celebrar la fiesta de Nochebuena y la Misa del Gallo. La obra fue representada ante más de 12.000 prisioneros y el propio autor interpretó el papel del Rey Baltasar. Cuando Sartre consigue escapar del campo, no autoriza la publicación de Barioná, el hijo del trueno hasta 1962.

Recién en 2004 la obra se publica en español.La prensa clerical y de derecha lo acusó en vida de "corromper a la juventud con su nihilismo materialista" y lo tildó de “víbora lúbrica”, “hiena dactilográfica”, “chacal con bolígrafo” y “cáncer rojo”. Después de su muerte (1980) el teólogo francés René Laurentin manifestó que "Sartre, ateo deliberado, me ha hecho ver mejor que nadie, si exceptuamos los evangelios, el misterio de la Navidad, por esa razón le guardo un inmenso reconocimiento".

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