jueves, 10 de septiembre de 2009

FEOS, SUCIOS Y MALOS


Hace algunos años, desde algún lugar que no recuerdo, me llegó un relato que con toda su simplicidad me ha servido para comprender ciertos desatinos de nuestra historia. El cuentito decía que cuando todo comenzó, la belleza y la fealdad eran dos grandes amigas que compartían las cosas que comparten los amigos. Por ejemplo, solían ir a un arroyo a pasar sus ratos libres. Allí, la belleza se quitaba su traje de tules y seda, y la fealdad sus harapos. Se bañaban desnudas durante horas. En ese tiempo, cuenta la historia, no había demasiado apuro; todavía no se habían inventado los relojes. La cuestión es que un mal día apareció en el lugar un observador indiscreto. Un mirón. Al advertirlo las muchachas se asustaron y salieron corriendo del arroyo en busca de la ropa para cubrir su pudor. Apresuradas, intercambiaron las pilchas... Desde entonces, la belleza viste de harapos y la fealdad se pasea por el mundo envuelta en tules y sedas.Lejos de ser un tratado de sociología, el cuentito podría servir para explicar la enorme confusión que existe en amplios sectores de la sociedad para poder identificar donde están verdaderamente la belleza y la fealdad. Quiénes son los dignos y quiénes los infames. En la ciudad Trelew, provincia de Chubut, se escribió un nuevo capítulo de represión e intolerancia donde aparece la contradicción que confunde a usurpadores y usurpados.La información llega a través de la Agencia de Noticias de la CTA, Central de los Trabajadores de la Argentina, y señala que el poder político y la fuerza policial desplegaron una brutal represión sobre familias indefensas del Asentamiento Dignidad para desalojarlas violentamente.¿Quiénes son los usurpadores? ¿Quiénes son los usurpados?El documento señala que “la fuerza pública de Trelew lejos de comprender los conflictos que genera la pobreza utiliza el garrote de la impunidad para reprimir a los más necesitados”. La satanización de la pobreza genera el aval de una parte de la sociedad que justifica el accionar policial y sostiene que “los malos” de la historia son aquellos que tan solo aspiran a encontrar un lugar donde vivir, en este caso, un centenar de familias desposeídas.Desde esa lógica, “las fuerzas del bien” de la ciudad de Trelew, impunemente, cumplieron con la consigna. El detalle que ofrece el informe es contundente: “quemaron las casas, robaron las pocas pertenencias de la gente, le pegaron a mujeres, chicos de dos, tres y cinco años, atropellaron con cuatriciclos y motos, golpearon a un muchacho ya inconciente con un bloque en la cabeza”.Semejante avasallamiento contó con la participación de distintas unidades de la policía provincial como el GEOP, la caballería montada, la brigada canina y fuerzas de infantería. Todo ese despliegue para desalojar a familias indefensas.Además, sostiene la información, “se contó con el apoyo de bandas del gobierno que agredieron e insultaron a los vecinos y se encargaron de prender fuego a las precarias viviendas”.Por todas estas razones, viene bien el cuentito de la belleza y la fealdad para rastrear a los “feos, sucios y malos” de esta historia. Viene bien para entender la inversión de valores de una sociedad que confunde a usurpadores y usurpados. Viene bien para reivindicar a los avasallados, a los que pelean por su porción de dignidad, por su derecho a tener un lugar donde vivir y criar a sus pibes.Viene bien para señalar a los que están del otro lado, los intolerantes, los violentos... los que entran a las casas pateando las puertas y golpeando a la gente.


Los que camuflados con el disfraz del orden y la seguridad, usurpan el traje que la belleza perdió junto al arroyo.

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